martes, 2 de agosto de 2022

Relaciones de hermandad: Colombia – Venezuela

 


Por Agamenón

Resulta emocionante la actitud asumida por el gobierno próximo a posesionarse en cabeza de Gustavo Petro y Francia Márquez Mina, en relación con la hermana República Bolivariana de Venezuela.

Durante la dictadura narcoparamilitar de Álvaro Uribe Vélez y el pusilánime e intrascendente gobierno de Iván Duque Márquez, todos los esfuerzos condujeron a hacerle creer al pueblo colombiano que el proceso revolucionario que se viene dando en la patria de Bolívar era monstruoso para nuestro país e hicieron todos los esfuerzos para enfrentarnos, odiarnos y responsabilizar a dicha república bolivariana de todos los males acaecidos en nuestro país.

Una infamia truculenta alimentada las 24 horas del día por los medios masivos de comunicación, quienes rompiendo toda norma ética y de respeto por la verdad, armaron mentiras permanentemente, difamaron y engañaron de principio a fin.

Mientras estos apátridas no dudaron en ceder el territorio a Estados Unidos para organizar una invasión diplomática y militar contra el hermano país, el gobierno venezolano, primero con el comandante Chávez y después con el valiente presidente Maduro, hizo todos los esfuerzos por aclimatar la paz en Colombia, apoyando los diálogos con la entonces FARC-EP, que culminó exitosamente con el acuerdo de La Habana.

El mal llamado gobierno colombiano de Uribe, Santos, Duque, permitieron sin remordimiento o patriotismo, la instalación de bases gringas en el país, la circulación de cientos de mercenarios, y, como si esto fuera poco, estos gobiernos apoyaron el paramilitarismo, supuestos movimientos insurgentes, narcotraficantes, con el único propósito de doblegar la seguridad venezolana y dar el ansiado golpe de estado. Tacaron burro. La seguridad venezolana, haciendo un gran esfuerzo, se mantuvo firme, destacándose la lealtad del generalato y la decisión de los militares para resistir el criminal embate y fortalecer la soberanía nacional.

La actitud del presidente que se posesionará en la plaza de Bolívar en Bogotá, el 7 de agosto, es distinta. Tiene claro que ambos países tienen el mismo idioma, la misma religión, las mismas costumbres, el mismo libertador, los mismos sueños y las mismas expectativas de vivir sabroso.

Además, entiende perfectamente el derecho internacional, la libre autodeterminación de los pueblos. Eso es fundamental para aclimatar la paz en la región, normalizar las relaciones fronterizas y diplomáticas.

Con este nuevo gobierno popular y democrático, Colombia dejará de ser el “Caín de América”, la vergüenza y el hazmerreír de la diplomacia internacional. Bolívar luchó en Colombia y en Venezuela por la primera independencia. Es hora de seguir apoyando esa filosofía en la gran lucha por la segunda y definitiva independencia. ¡Viva la integración latinoamericana! ¡Viva la unidad entre Colombia y Venezuela!

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