domingo, 14 de agosto de 2022

La peste capitalista de la xenofobia

 


Por Nelson Lombana Silva


“¡Cállate! ¿Qué sabes tú de Colombia?”

El niño moreno de pelo quieto, tímidamente se pone en pie para hablar de Colombia. Se encuentra en el centro del salón en medio de numerosos compañeritos y compañeritas estudiantes. No participa porque quiera, sino por la solicitud que hace el docente.

Su compañero de pupitre gruñe molesto. Se levanta de la silla como un resorte y moviendo sus manos con fuerza, le dice a su compañerito: “¡Cállate! ¿Qué sabes tú de Colombia? Eres “veneco”, no colombiano”.  

Aturdido por la reacción del pequeño, que es compartida por la mayoría, el niño venezolano, queda inmóvil, casi petrificado. Lo mira horrorizado y estallando en llanto se sienta lentamente. La algarabía interrumpe la normalidad de la clase. Hay gritos, chillidos, silbatina. El docente, invita a callar. No le resulta fácil calmar las aguas turbulentas, porque en el fondo de su corazón cree que los niños tienen razón. La postura la asume como una simple broma que tiene poca trascendencia.

“¡Aléjate que me untas!”

Con dificultad la dama abordó el tranvía en una de las estaciones de la ciudad de Nueva York (Estados Unidos), se abrió paso con dificultad, acomodándose al lado del gringo de ojos verdes y piel blanca. La leve colisión fue inevitable. “¡Excúsame!”, dijo la dama ajustando su abrigo y apretando contra su pecho la escarcela. El gringo se incorpora con brusquedad y malhumorado, cambiando de asiento, diciendo sin remordimiento: “¡Aléjate que me untas!”.

La elegante joven de ojos negros y piel oscura, se estremeció y mirando a través de la ventanilla, inventó una risita pálida. Ensimismada permaneció hasta la siguiente estación, donde descendió presurosa, esperando el tranvía que transportaba personas del color de su piel. “Nunca ha sido mi interés incomodar”, dijo para sus adentros enfrentando la cruda realidad.

“¡A muerte contra los Judíos!”

Ante la aguda crisis alemana, el oscurantista y fanático Adolfo Hitler señaló que la causa de ésta, era la presencia de extranjeros en su país, especialmente judíos. Habló de la superioridad de la raza blanca, aria y de la necesidad de acabar con los negros, mestizos y extranjeros. El fascismo se desarrolló en este país, como en Italia el nazismo, cobrando solo en Alemania más de seis millones de seres humanos. Fueron asesinados y asesinadas, simplemente porque no eran raza aria, es decir, blanca.

“El veneco causa de la violencia”

Manuel es un pequeño vendedor de chucherías. Conversador empedernido, de poca formación académica, repite maquinalmente el discurso mediático acerca de los migrantes venezolanos en Colombia, que según la estadística la cifra alcanza los 2 millones 500 mil personas entre hombres y mujeres, niños, jóvenes y veteranos, alfabetos y analfabetos, cultos e incultos.

“Odio a esa plaga”, dice. “Nos tienen arrinconado. Nos dejaron sin empleo, porque trabajan por la comida; exacerbaron la violencia, los atracos; se apoderaron de la industria de la mendicidad. Se hallan en todas partes, son bochinchosos, tramposos y mentirosos”.

Manuel no ve en los venezolanos seres humanos llevados por una aguda problemática social y política, ni siquiera se conduele de los niños, los ancianos y las mujeres. Considera migrantes dañinos y perjudiciales que deberían salir en su totalidad del país. “Colombia sería distinta”, piensa.

Lo que Manuel ignora

Manuel piensa que es libre y que tiene suficientes argumentos para pensar así. Ignora por completo muchas cosas. Algunas: Su forma de pensar no es propia de él, simplemente repite maquinalmente lo que los medios masivos de comunicación dicen. Es un instrumento manipulado fácilmente. Desconoce que Colombia y Venezuela son hermanas, las separa simplemente un río, una frontera. Ambas naciones tienen el mismo idioma, las mismas costumbres, la misma religión, la misma cultura, los mismos sueños, la misma problemática general, los mismos Libertadores, las alumbra el mismo sol y están en el mismo planeta tierra.

La Xenofobia, peste del capitalismo

¿Qué es la xenofobia? La xenofobia es el rechazo u odio al extranjero o inmigrante, cuyas manifestaciones pueden ir desde el simple rechazo, pasando por diversos tipos de agresiones y en algunos casos, desembocar en asesinatos.

La mayoría de las veces la xenofobia se basa en el sentimiento exacerbado de nacionalismo (chauvinismo), aunque también puede ir unida al racismo o discriminación ejercida en función de la etnia.

La xenofobia, el miedo al forastero, es un prejuicio arraigado en el individuo y en la sociedad capitalista. Dirigido al individuo, al colectivo o a ambos, se manifiesta en su forma más leve con la indiferencia, la falta de empatía hacia el extranjero, llegando hasta la agresión psicológica, física y el mismo asesinato.

Ejemplo: La denominada raza Aria (Blanca), ha sido considerada por el sistema capitalista como clase superior a la raza de piel oscura (negra), mestiza y mulata. Algún racista enfermo, dijo que “los negros tienen el cerebro más pequeño, porque tienen menos capacidad de pensar”. Es decir, según estos racistas, los blancos nacieron para mandar y los negros para ser esclavos.

El discurso xenófobo se centra en la actualidad con especial énfasis en la migración e inmigración, especialmente. Se considera la superioridad de una cultura sobre la otra, colocando como pretexto la falta de respuesta a sus pretensiones de que los inmigrantes asimilen esa cultura, renunciando a la suya propia que consideran inferior, cuando la afirmación cultural puede considerarse como un derecho que debe armonizarse con la legislación y la cultura receptora.

El 16 de septiembre de 2008, en la cumbre de Bruselas, la comunidad europea aprobó la ley contra la xenofobia y el racismo, que contempla condenar hasta tres años de cárcel los comportamientos xenófobos y racistas. Los Estados miembros deberán adaptar sus legislaciones en el plazo de dos años, contemplando la xenofobia como delito. Se castigaría básicamente la incitación pública a esta infeliz práctica, la apología pública o la comisión de uno de los actos a los que se refiere este apartado.

El antídoto a la peste de la xenofobia está en la comprensión y en la práctica de los siguientes valores: Tolerancia, aceptación de la diversidad, en la erradicación del analfabetismo y la comprensión de la compleja condición humana. La superioridad es un complejo que hay que eliminar de tajo, para comprender que somos humanos y diversos.

Carta a mis padres a cerca de la Xenofobia


El bibliotecario de la biblioteca pública “Cañón del Combeima”


Queridos padres:

Hoy, nos visitó el bibliotecario de la biblioteca pública “Cañón del Combeima”, la que se encuentra ubicada en el corregimiento de Villa Restrepo. Él nos visita con alguna frecuencia con el fin de fomentar en nosotros la vocación por la lectura. Nos lee cuentos y nos enseña valores.

Precisamente, hoy, nos habló de un tema interesante que considero que ustedes lo deben saber y de la mejor manera, con la idea de ayudar a erradicarlo de la región, del departamento y por qué no del país. Sí, del país…

Su charla la tituló: “La peste de la xenofobia en el capitalismo”. ¿Saben ustedes qué es eso? ¿Por qué se genera? ¿Cómo se contrarresta? Yo le puse mucho cuidado al bibliotecario, pero no todo lo que dijo lo aprendí.

De todas maneras, quiero compartir ese poquito con ustedes, porque considero que lo más hermoso que tengo en la vida son ustedes. Gracias por escucharme.

La xenofobia es el rechazo u odio al extranjero. Esto me parece una peste que hay que eliminar. ¿Recuerdan queridos padres, la forma tan grosera como el vecino, don Arcadio, habla de los venezolanos? Siempre utiliza palabras de grueso calibre. Se le ve en el rostro ese odio tan bárbaro hacia estas personas de este país, que por una u otra razón, salieron con su casa a cuestas.

Con esa postura nunca he estado de acuerdo, primero porque ustedes y la escuela me han venido enseñando el amor a los semejantes, tal como hizo Jesús al sacrificarse en la cruz por la humanidad.

Claro, no he estado de acuerdo con don Arcadio, pero no he hecho nada en realidad para intentar hacerlo cambiar de opinión. Con esta charla del bibliotecario, siento que estoy en el deber de hacer algo y créame padres, lo voy a hacer. Tendré que aprender algunas estrategias, pero lo haré. Sin pelear, creo que se puede hacer mucho por los demás, en este caso por los venezolanos.

El bibliotecario nos ha dado unos truquitos o iniciativas que me parecen importantes tener en cuenta en esta tarea.

Cuando hable mal de los hermanos venezolanos no lo aplaudiré, me pondré serio y en cierta medida, preocupado. Cuando diga que los “venecos” son ladronzuelos, le diré sin ofuscarme: “Don Arcadio: No son “venecos”, son venezolanos. Tampoco se puede decir que todos los venezolanos son ladrones, no se puede generalizar”. ¿Qué le parece mi idea?

Le tengo también preparado un pequeño discurso. Claro, cuando haya tiempo y vea que don Arcadio esté de buen humor. Le diré: “Don Arcadio: Jesús nos enseñó el amor. ¿Por qué vamos a odiar? Tenga en cuenta que el venezolano es un ser humano, lo mismo que nosotros. Tiene problemas sociales, económicos, políticos, culturales, como nosotros. No se ha preguntado usted, ¿Por qué tuvo que salir de su patria?  ¿Por qué tuvo que migrar sin rumbo fijo? Usted es cristiano y Cristo, dijo: “Dad de comer al hambriento, dad de beber al sediento, dad posada al peregrino (al migrante), dad consuelo al triste. Es más, dijo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amaos”.

Eso es muy diciente. No puedo decir que soy cristiano o humano, mientras en el corazón anida el odio al peregrino, responsabilizándolo de todos nuestros males. ¿Desempleo? Culpa de los “venecos”; ¿Violencia? culpa de los “venecos”; ¿Inseguridad? Culpa de los “venecos”.

Todo nos une con la República Bolivariana de Venezuela: “Las mismas costumbres, el mismo idioma, la misma religión, los mismos Libertadores, la misma geografía, nos alumbra el mismo sol y vivimos en el mismo planeta tierra. ¿Por qué odiarnos, don Arcadio?

Si le repito el discurso varias veces creo que lo haré pensar. Lograrlo es ya una victoria porque por desgracia don Arcadio no piensa y actúa así, porque lo haya decidido libremente, lo dice y lo hace porque involuntariamente (enajenado), repite el discurso mediático. Cree ciegamente lo que dicen las grandes rotativas o los tradicionales canales de televisión. Se trata de que don Arcadio piense por sí mismo.

Espero, padres, que me apoyen; estén de mi parte, me ayuden a erradicar la peste de la xenofobia, como dice el bibliotecario.

Quiero decirles también, que la xenofobia se da cuando se hace diferencia entre el blanco y el negro, eso se llama: Racismo. No acepto la idea de un alemán llamado Adolfo Hitler, que dijo que solo tiene derecho a existir la raza blanca (Aria). Eso no es así, porque somos diversos y todos y todas tenemos derecho a existir.

Queridos Padres: Gracias por escucharme. Pendiente de sus opiniones y correcciones. Pero también sus valiosos apoyos para cambiar el lenguaje bélico por el lenguaje de la paz, el sentimiento del odio por el sentimiento del amor.

¡Chao! Los quiero mucho…

Ángela.

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