domingo, 7 de julio de 2019

Misa de “sanación” es todo un mercado persa

Por Nelson Lombana Silva

Debido a las denuncias formuladas por el músico Allan Triana Salinas contra el cura párroco Fredy Martínez, ayer estuvimos pendientes de su llamada misa de “sanación”, en el corregimiento de Villa Restrepo, municipio de Ibagué (Tolima). Si bien no pudimos estar pendientes de toda la celebración, sí lo pudimos hacer durante más tres horas.


El evento religioso se hizo una vez más al aire libre, en un extremo del monumental parque principal de esta población. Realmente es una concentración masiva. Asiste gente de distintos municipios del departamento y del país unos con devoción, otros con espíritu turístico y otros por simple curiosidad.

A pesar del parque estar en remodelación una vez más fue habilitado para la eucaristía. Cientos de personas se congregaron una vez más bajo una verdadera luna de sol quemante. Chicos y grandes, personas con limitaciones físicas e incluso, de otros países se hicieron presentes.


Intentamos constatar las denuncias del barítono que vive detrás del templo. Un verdadero mercado persa observamos: Una camándula normal vale $5.000,oo pesos, una lujosa $10.000,oo; cada intención $10.000,oo; manillas pulseras 2 por $5.000,oo; agua en botella diversos precios; la libra de sal a $1.000,oo; aceite de olivas $3.000,oo; el alquiler de una silla para estar cómodo $2.000,oo. Además, gaseosa, dulcería, etc, etc. Todo alrededor del improvisado altar mayor.

El deterioro de la grama del parque es evidente. Es pisoteada sin remordimiento y depositada sobre ella la basura de los productos que va consumiendo el feligrés antes y después de la celebración. La única vía de acceso al corregimiento permanece literalmente colapsada. La policía de tránsito intenta organizar la circulación pero su esfuerzo resulta generalmente estéril.

Recorrimos el parque en busca de la ambulancia y del cuerpo paramédico exigido por ley en estos eventos masivos, pero no hayamos nada. Al parecer todo está a merced de la divina providencia. Volvimos a la casa del artista Allan Triana Salinas y constatamos el ruido estridente de la planta eléctrica. A esa hora no había humo en gran cantidad. “Este fue intenso durante la primera hora de encendida la planta”, nos dijo el artista.




También buscamos alguna zona de deshidratación, pero tampoco la encontramos. Algunos vendedores ambulantes venden sus productos, en esta oportunidad paraguas y golosinas, principalmente. Ofrecen el producto mientras el padre Fredy Martínez monta su show religioso con payasos y mimos y la orquesta interpreta algunas páginas musicales.

Observando el panorama nada hay allí sobrenatural. Hay una parafernalia bien montada y seguramente costosa que necesariamente debe arrojar réditos económicos. Quisimos permanecer allí para intentar hablar con el levita o comprobar su desaparición por sortilegio una vez termina el rito, pero no fue posible. Seguramente será en otra oportunidad.

Lo cierto es que cada primer domingo de cada mes Villa Restrepo colapsa por la presencia masiva de gente que llega allí. Pero, sobre todo, por la desorganización que se presenta. Generalmente la gente no utiliza los parqueaderos, deja su vehículo en plena vía y muchas veces mal estacionado, sea carro o moto. El ingreso a la biblioteca El Cañón del Combeima es una odisea. El escándalo de los parlantes parroquiales resulta descomunal. Los decibeles son exagerados.

El ambiente que se respira es de agite, confusión, degustación y paseo de hombres y mujeres, chicos y grandes, creyentes e incrédulos que van con el interés de descansar, relajarse y pasarla bien. Muchos escuchan un rato y se marchan, otros conversan animadamente de negocios, mientras el cura Fredy Martínez celebra su eucaristía. Claro, hay también un sector que permanece religiosamente toda la ceremonia, convencido que sus súplicas se materializarán lo más pronto posible. Su fe ciega lo lleva a esa conclusión.

En eso consiste la misa de “sanación”. Por lo menos eso percibimos en las casi tres horas que estuvimos allí ayer, en forma intermitente, naturalmente, confirmando algunas de las inquietudes del músico Allan Triana Salinas.









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