lunes, 29 de octubre de 2018

El continente americano en llamas

Por Nelson Lombana  Silva

Pareciera que ya no fuera el llano en llamas como dijera Juan Rulfo, sino el continente americano. El triunfo del neofascismo en Brasil así lo indica. Las palabras proféticas del estadista Fidel Castro Ruz, salen a flote con los resultados adversos que se vienen dando en este país gigante, pero también en Ecuador, Argentina, Perú, Chile. A eso súmele la demencial arremetida del imperialismo de los Estados Unidos contra la hermana república bolivariana de Venezuela, contra Bolivia, contra Nicaragua y contra Cuba.


No se puede ocultar los hechos, los cuales son adversos al sueño bolivariano de una gran patria, desde Méjico hasta Cabo de Hornos, en el extremo sur de Chile. Tampoco la esperanza de unos pueblos subyugados históricamente por oligarquías corruptas y avaras manipuladas hábilmente por los Estados Unidos. La onda democrática y progresista abría un horizonte promisorio y fecundo para millones y millones de seres humanos que han transitado en la soledad terrible del abandono institucionalizado de los estados capitalistas. 

La contrarrevolución está en marcha de una forma violenta y agresiva. Sin embargo, los métodos que usa el imperialismo en el siglo XXI son muy distintos a los usados en el siglo XX. Recordemos por ejemplo, las sangrientas dictaduras del cono sur: Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay; en Centroamérica, especialmente en Nicaragua, Haití, etc. No descarta ese método, prueba son las acechanzas contra la hermana república bolivariana de Venezuela de un golpe de Estado.

Se viene empleando métodos más sofisticados y perversos. Se habla de los llamados golpes blandos, casos como con Zelaya, Lugo, Lula Da Silva, Dilma, etc. Todo un montaje resulta suficiente para deponer a un presidente para colocar un pelele del Tío Sam.

También hay que tener en cuenta el invento del pentágono y la CIA, la llamada: Guerra de cuarta generación. Pérfido proyecto que se inspira o descansa principalmente en los medios masivos de comunicación. Estos, se limitan a repetir los libretos que salen de la CIA. Eso explica por qué Caracol, RCN, El Espectador, El Tiempo, la Revista Semana, etc, repiten maquinalmente  el mismo discurso contra el presidente constitucional venezolano, Nicolás Maduro Moros y el proceso revolucionario que se viene desarrollando allí.

Fomentan la desinformación y el miedo. Primero el ogro era la Unión Soviética, luego, el Comunismo, el terrorismo internacional, ahora el invento son el “castrochavismo” y la hermana república bolivariana de Venezuela. Antes, la causante de todas las desgracias en Colombia era las Farc – Ep. Era el sonsonete de no acabar: Sí llovía mucho era por las Farc, si temblaba, era por la Farc, si había un terremoto, era por la Farc, etc.

Toda esa campaña de desinformación y miedo la burguesía la socializa a través de estos medios de comunicación, que acertadamente Eduardo Galeano llamó medios de incomunicación. Todo puede faltar en casa menos el televisor o la radio, es decir, los medios alienantes encargados de amaestrar y apartar de su realidad al pueblo indefenso y explotado secularmente.

Aceptar el desafío

No es tiempo de llorar. Es tiempo de lucha, resistencia y persistencia. El marxismo explica desde la ciencia estos procesos, los cuales se van desarrollando con avances y retrocesos, en forma de espiral. Se dimensiona claramente la lucha de clases, la que tampoco es lineal, pero sí avanza siguiendo las manecillas del reloj. Desde luego, hay que transitar períodos dramáticos, porque el poder de la derecha no se puede desconocer o minimizar. Será dura, violenta, pero no invencible.

La izquierda latinoamericana tendrá que hacer un análisis crítico y autocrítico y sobre esa base, desarrollar una contraofensiva. Debe superar el caudillismo, el personalismo y el individualismo, principalmente. A su vez, mirar el poder con decisión y coraje. Debe superar la etapa de la simple oposición y ser opción de poder. No contentarse con ser simplemente gobierno.

Esta etapa no se forja exclusivamente en la oficina, se forja ante todo en la práctica, o sea, en la movilización, organización, planeación y acción unitaria. La acción de masas es el camino, es el horizonte que compromete a superar las disputas intestinas por cosas realmente baladíes. El crepúsculo de los caudillismos histriónicos debe abrirle paso a la acción colectiva y unitaria. Será la única manera de enfrentar correctamente la demencial arremetida del imperialismo norteamericano contra los pueblos de este continente.

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