La corrupta burguesía colombiana busca por todos los medios dar un golpe de Estado para que el gobierno del cambio no pueda desarrollar su labor como gobernante. Sin contraer un solo músculo de su cetrino rostro combina descaradamente todas las formas de lucha contra el primer presidente popular que tiene Colombia en más de 200 años.
Los medios corporativos que están al servicio de la pútrida oligarquía, pues es la dueña de ellos, van lanza en ristre contra el gobierno del cambio violando las normas más elementales de ética profesional del periodismo. Mienten, calumnian, tergiversan y presentan verdades a medias, sin ningún escrúpulo.
Y como hasta ahora les ha fallado todos sus perversos artilugios, los pasos siniestros del fascismo expresado en golpe de Estado sale a la superficie cada vez más evidente, como medio criminal de asesinar los cambios que viene generando el gobierno en cabeza de Gustavo Petro Urrego y Francia Márquez.
Esta oligarquía quizás es la más criminal del continente americano. Asesinó a punta de hacha, en las escaleras de la casa de Nariño al general Rafael Uribe Uribe ; asesinó al caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán Ayala, el 9 de abril de 1948 en el centro de Bogotá; asesinó a los candidatos presidenciales: Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Osa, Pizarro León Gómez, Luis Carlos Galán Sarmiento, más de cinco mil miembros del Partido Comunista y de la Unión Patriótica; asesinó a Álvaro Gómez Hurtado, un miembro connotado de la burguesía que en su ocaso criticó sutilmente el régimen; en el marco de la doctrina de la seguridad nacional desarrolló con qué criminalidad el paramilitarismo, la tortura, el asesinato y la desaparición de millones de seres humanos, colombianos y colombianas a lo largo y ancho del país.
Después de un desengaño qué importa uno más
Con ese prontuario de la burguesía colombiana, siempre con el respaldo de los Estados Unidos, un golpe de Estado no resulta algo insólito. Más bien un hecho más que bien podría ocurrir en cualquier momento, igualmente, con el apoyo o la autorización de los Estados Unidos.
Es decir, el peligro es inminente de una orgía de sangre más para este país tan duramente golpeado por la cruda violencia de Estado. No es ciencia ficción o una paranoia como diría algunas analfabetas políticas que no dimensionan la hecatombe que se vislumbra en la bruma espesa de la incomunicación.
La ruptura institucional de que habla nuestro presidente, resulta supremamente peligrosa, es como caminar con cerillas sobre un polvorín. El Centro Democrático que lidera con los grandes pulpos del narcotráfico la aventura golpista, utiliza por estos días al descompuesto fiscal general de la nación, Francisco Barbosa y a la procuradora general de la nación, Margarita Cabello, como puntas de lanza. El primero está empecinado en continuar en el cargo en cuerpo ajeno y la segunda, en impedir por todos los medios que el gobierno nacional desarrolle sus propuestas de gobierno, con medidas tan insólitas como inhabilitar al ministro de relaciones exteriores, Álvaro Leyva.
Pero, ¿Por qué el Fiscal quiere seguir en su cargo? Estudios serios señalan que el grado de impunidad de este ente en Colombia es del 94 por ciento. La tarea de este forajido es mantener este grado de impunidad y hacer que prescriba para que los criminales de cuello blanco no respondan por sus hechos. Es una misión que le ha impuesto la reacción mafiosa a este personaje de marras, que no tiene empacho en autoproclamarse como el “más inteligente y capacitado de Colombia” (¡Qué modestia!).
Así, pues, salir este 8 de febrero y días subsiguientes a la calle a exigir que se elija ya la fiscal general de la nación, es un deber patriótico que nos compromete a todos y a todas, muy especialmente los que votamos por el Gobierno del Cambio y soñamos con cambios estructurales como se vienen avizorando en el horizonte de la patria. Casa por casa, barrio por barrio, vereda por vereda, hay que hacer el llamado, necesitamos parar el fascismo para que Colombia transite los caminos de la paz, la convivencia, en el más sólido ambiente democrático. Tenemos que demostrar que el pueblo es superior a esta caterva de asesinos de cuello blanco que sueñan con el golpe de Estado y el retorno al gobierno. No hay que permitirlo.
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