Por Agamenón
Foto: Internet |
Quienes pensaban que la última reserva moral de Colombia era la Corte Suprema de Justicia, se han ido de para atrás al comprobar el verdadero rostro de estos magistrados delegados por el pueblo para impartir justicia y dar ejemplo de pulcritud. Una amarga desilusión aparece en esas personas ingenuas que creyeron ciegamente en estos traficantes de las normas y del cálculo estrictamente personalista.
La postura de estos magistrados confirma la tesis del maestro Carlos Marx de que todo lo que permea el capitalismo lo corrompe. Debajo de esas togas no hay personas decentes y comprometidas con su sacra misión de impartir justicia, hay ogros sedientos de dinero y posición social al precio que sea. Produce asco su criminal comportamiento.
Resulta imposible creer que en cuatro meses no haya podido nombrar fiscal general de la nación de la terna que presentó el presidente Gustavo Petro, tal como lo señala la Constitución Nacional. Son ridículos los argumentos que pretende dar a través de sus aliados, los medios masivos de comunicación.
Todo un plan urdido desde el partido de la muerte, el centro democrático, para evitar que un funcionario decente y humano llegue a esta alta posición; una trama descarada para tapar la corrupción y que todo siga igual, que nada cambie.
El fiscal saliente, Francisco Barbosa, tiene rabo de paja, es un saca micas del uribismo que buscaba encubrirlo y que los términos de vencimientos libren al narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez, de un juicio justo, por cuanto no estamos porque se le violen sus derechos, sino que se le dé todas las garantías solamente para que la justicia brille en el firmamento colombiano.
Como su período se venció sin pena y sin gloria para la justicia colombiana, se confabuló seguramente con la corte suprema de justicia para él seguir al frente de ésta, en cuerpo ajeno.
La encargada, Martha Mancera, al decir de algunos críticos es más descompuesta moralmente que el mismo Francisco Barbosa. Investigaciones serias han puesto al descubierto los nexos con el narcotráfico en Buenaventura. No ha podido desmentir una línea a las personas que valientemente denunciaron estos hechos horrorosos, por cierto.
El pueblo debe movilizarse nuevamente. Insistir en que la corte suprema de justicia (que más parece injusticia), cumpla con sus funciones. No están haciendo el trabajo a honoris causa, al erario público le representa una verdadera millonada, resulta infame que no trabajen honestamente. Es vergonzoso y por demás, criminal la conducta de estos servidores públicos del Estado Colombiano.
Pero, ¿Cuál es objetivo central de la corte suprema de justicia con este comportamiento? Hacer parte del golpe de Estado blando que se viene cocinando contra el gobierno del cambio que encarnan Gustavo Petro y Francia Márquez, como quedó demostrado con las temerarias afirmaciones de María Fernanda Cabal, una mujer que se abroga el derecho de decir sandeces de esta naturaleza, simplemente porque es una de las más ricas del país. El objetivo es que Petro no termine su mandato, ha dicho descaradamente.
Como en fuente ovejuna, todos contra el gobierno del cambio, pues la corte suprema de justicia no se podida quedar atrás. Esas maniobras perversas hay que denunciarlas y no dejarlas prosperar. Un golpe de Estado en Colombia sería catastrófico para todos, muy especialmente para el pueblo colombiano. Hay que detenerlo ahora, antes que sea demasiado tarde. La movilización y organización de las masas es el camino correcto a seguir. Manos a la obra.
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