Recorriendo las atosigadas calles de la ciudad de Ibagué (Tolima), encontramos un viejo profesor catedrático que se rebusca, como miles de colombianos, una oportunidad para laborar. Siente que las fuerzas lo abandonan inexorablemente pero, el deseo infinito de vivir y llevar algo para su casa donde lo esperan la mujer y los hijos hechos hombres, le impiden claudicar.
El diálogo es cordial y directo. “Fui a Puerto Boyacá a devengar un salario de $2 millones de pesos, lo tuve unos cuantos meses, pero con el arribo del actual alcalde, me tumbó la mitad. Vi que no alcanzaba para pagar lo de ley y me tocó dejar el cargo. Ahora busco una oportunidad”, señala aparentando tranquilidad.
Es un docente trabajador. Honesto. No pierde su buen humor. Le ríe a las dificultades con altura y coraje. “¿Hay paramilitarismo en Puerto Boyacá, o es cuestión del pasado?” Sonríe. Nos mira con cierta sorpresa. “Hay como arroz – dice – ellos son los que mandan en la región”.
No quiere tocar el tema. Trata de eludirlo. Por eso sus comentarios son cortos pero precisos: “La propaganda para está saliendo a nombre de los urabeños, pero es vox populi que quienes están al frente son Ramón Isaza, preso y “Botalón”, quien pagó ocho años de cárcel y ya está de nuevo en su salsa. Es dueño de una haciendo enorme y tiene mucha plata”, explica con cierta frustración.
“Sacó para la mierda a los prestamistas de esta población, sobre todo los que no son oriundos de allí; a los del pueblo los reorganizó y les ordenó prestar solo al 5 por ciento. A partir del año entrante la orden es cobrar solo quincenalmente, el que no se acoja a esta decisión debe desaparecer, perderse del mapa”, explica el docente.
“Botalón” – agrega – es ya viejo, pero con mucho poder. Le gusta jugar fútbol. Hace poco asistió a un partido y jugó medio tiempo. Me impresionó el esquema de seguridad. Carros con vidrios polarizados y escoltas fuertemente armados lo siguen a todas partes. Están muy pendientes. Esos carros “vuelan”. Allí, la gente puede manejar borracha, las motos pararse en cualquier calle sin que se le sobrevenga nada. La policía es un dócil cordero. Es como la canción de Chaquira: Ciega, sorda y muda”.
Pero, eso es cuestión del pasado. “¿Pasado? Presente. Desde enero de este año se ha desatado una matazón impresionante, el pistoleo es permanente. Drogadictos y desechables son asesinados y a las aguas del río Magdalena. No son poquitos, son muchos y constantemente. Un ladronzuelo lo coge la policía y lo mete al calabozo, a la madrugada es sacado en un carro “fantasma” y no se no se vuelve a tener noticia de él. Lo que el viento se llevó. Cuando un familiar o amigo lo reclama, la respuesta es la misma: “Anoche mismo lo pusimos en libertad”.
Eso es cuestión del pasado, insistimos. “No entiendo – señala – cómo en Puerto Berrio (Antioquia) a pesar de existir un batallón militar, esta gente se mueve libremente, comete todos estos crímenes y no pasa nada. El silencio se impone. Yo sinceramente no comprendo. Hay algo oscuro muy verraco que por supuesto uno no sabe”.
El único que se atreve a decir que el paramilitarismo es un simple fantasma es el ministro de defensa. Lo dice con qué cinismo y los medios masivos repiten esta versión hasta que millones de colombianos incomunicados y analfabetos políticos terminan repitiendo maquinalmente esta afirmación.
El profesor se despide. Va de prisa. Busca trabajo. Se confunde entre la muchedumbre que va de un sitio para otro sin rumbo fijo. Entonces recordamos a Gabriel García Márquez, al decir: “En Aracataca como en Macondo nunca pasada nada”.
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