El tono petulante del presidente Juan Manuel Santos Calderón, al rechazar el fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, en el caso limítrofe con el hermano país de Nicaragua, refleja claramente el talante de la rancia oligarquía ventajosa y cicatera, que solo acepta los fallos que están a su favor.
Saca a flote un falso nacionalismo (chauvinismo), una manifestación muy distante de la realidad, entre otras cosas, porque esta oligarquía es apátrida, no tiene patria, tiene intereses económicos en las multinacionales y transnacionales. Esa es su patria.
La decisión gubernamental es negativa por donde se le mire. No tiene presentación. Refleja en la práctica la poca palabra que tiene el gobierno y más que el gobierno la clase dirigente. Uribe dijo claramente que acogería el fallo fuera cual fuere. ¿Qué está diciendo una vez conocido el fallo? Exactamente todo lo contrario.
¿De cuál soberanía nacional nos habla el presidente Santos? ¿Qué autoridad moral y ética tiene para hablar de respetar las decisiones judiciales de un tribunal internacional y dizque hacer respetar la soberanía nacional?
Danilo López Carrero, dirigente regional Comunista, se hace una serie de reflexiones a raíz de la postura, la pataleta circense sobre este fallo que hacen el presidente Santos y su patota.
“Se perdió el departamento de Panamá, ¿Y qué hizo la clase dirigente de la época?”, se pregunta. “Hay siete bases norteamericanas en Colombia, los gringos entran y salen del país como Pedro por su casa, ¿Y qué dicen el presidente y su patota?”, agrega.
Podría agregarse la recolonización de multinacionales y transnacionales, sin que el gobierno nacional haga algo para respetar y hacer respetar la soberanía nacional. Gracias a esta clase dirigente, Colombia no es más que una finca de los Estados Unidos. El presidente el mayordomo.
¿Por qué la petulancia contra el justo reclamo del pueblo nicaragüense? Porque allí se construye poco a poco el Socialismo y seguramente los Estados Unidos estarían pensando aprovechar la posibilidad para agredir la patria de Sandino, pero también de Daniel Ortega y de un pueblo heroico. Si Nicaragua fuera capitalista con toda seguridad el Tío Sam estaría apoyando el justo reclamo de este país centroamericano.
La decisión inconsulta del presidente Santos de no asistir a la Haya seguramente tendrá graves repercusiones, más negativas que positivas. El aislamiento internacional de Colombia será mayor. Ese soberbio pronunciamiento santista costará sudor y lágrimas. Su decisión no coincide con un país soberano, democrático y de amplitud. Coincide con el pensamiento sectario, excluyente y “rosquero” de esta intrascendente clase dirigente que habla español pero piensa en inglés.
Hay que rechazar la postura gubernamental y llamar a la unidad férrea entre los dos pueblos latinoamericanos y bolivarianos. Los pueblos de ambos países no caerán en la dinámica militarista de aclimatar la división entre ellos, la postura propositiva debe ser necesariamente, la unidad.
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