Los enemigos de la paz en Colombia y del mundo, no son seres fantasmagóricos, tampoco seres humanos aislados y enfermos mentales, son verdaderas pandillas perfectamente sincronizadas con la dinámica perversa del capitalismo en su estado de putrefacción altamente transnacionalizado, concebidos para aclimatar la guerra en cualquier parte del planeta, menos en Estados Unidos, con el propósito de incrementar sus intereses económicos en detrimento de los intereses populares de la humanidad en su conjunto.
Es la violencia como rentabilidad para unos pocos. En otras palabras: La guerra como negocio exclusivo para una minoría que no deja ver su rostro, pero sí sus criminales acciones a través de mercenarios. Germán Castro Caycedo, coloca al desnudo esta terrible y dramática realidad en su reciente texto intitulado: “Nuestra Guerra Ajena”.
Con qué valor el escritor colombiano hijo de la gélida Zipaquirá corre el velo para dejar al descubierto una vez más las patrañas de los Estados Unidos en contra de la humanidad, en contra de América Latina y en contra de Colombia.
El narcotráfico es una inspiración desalmada de los Estados Unidos, un invento para “justificar” su brutal intromisión en los asuntos internos del país, pero sobre todo, para hacer de la guerra un suculento negocio. Negocio en el cual gana por punta y punta, porque saca partida económica, impone su política imperialista, estira sus tentáculos para agredir a países hermanos y coloca a Colombia como el Caín de América.
Con qué cálculo y cinismo primero hace adicta de los alucinógenos a la nación colombiana, la hace productora a gran escala y después desata infernal persecución, primero utilizando las fuerzas militares nacionales, después usando militares yanquis y ahora, mercenarios a diestra y siniestra. Es una combinación monstruosa, permanente, donde el gobierno nacional escasamente es un expectante de segunda que se limita a permitir la violación de la soberanía nacional sin chistar absolutamente nada. Es una vergüenza. No es una exageración decir que el gobierno nacional habla español pero piensa y actúa en inglés. Sin embargo, la guerra contra el narcotráfico no deja de ser una patraña, un embuste, porque la guerra es contrainsurgente, en aras de tomar posesión absoluta de las riquezas naturales de este continente y de este país. Al fin y al cabo, los gringos son los mayores consumidores de todas estas porquerías a nivel mundial. Luego, resulta ilógico pensar que están sinceramente interesados en erradicar este flagelo. Por el contrario. Los anima tomar absoluto control de su comercio y desde luego, su consumo. Es la doble moral, propia del sistema capitalista imperialista.
El plan Colombia – por ejemplo – fue concebido, escrito, implementado y desarrollado en inglés. Tímidamente algunos funcionarios colombianos lo tradujeron al español a medias. Era la privatización de la guerra. “Al pasar de “estrategia andina” a “iniciativa regional” pasaba del concepto de guerra de baja intensidad a modelo de guerra privatizada”, señala Germán Castro Caycedo.[i]
El plan Colombia fue concebido para acabar con la insurgencia, especialmente su cúpula militar, empleando para ello la privatización de la guerra. No es gratuito el lobby que hicieron distintas corporaciones ante el congreso de los Estados Unidos para que éste aprobara dicho plan. “Gastaron cerca de seis millones de dólares en un lobby para que los congresistas estadounidenses aprobaran el plan, es decir, votaran “Sí” en favor de nuestra propia guerra”, dice el escritor colombiano. [ii]
¿Por qué asumieron esta postura dichas corporaciones? La respuesta la da Germán Castro Caycedo, sin ambages: “Una vez lograda la aprobación – continúa el estudio –, los contratos permitirían a las empresas recuperar con creces la inversión ya que del total de los fondos del plan Colombia las entidades colombianas no recibieron nada. Realmente de los 1.300 millones de dólares, 1.130 fueron invertidos, una parte en la industria de los Estados Unidos y otra absorbidos por las compañías de violencia privada de este mismo país”. Según Hernando Calvo Ospina hubo dinero del banco mundial asignado a Colombia que fue canalizado por Estados Unidos para remunerar a estas compañías. ¡Qué vergüenza!
Corporaciones de este calado
Germán Castro Caycedo presenta con nombres propios cuatro corporaciones dedicadas a estos menesteres de la guerra privada como modus vivendi:
1. Lockbeed – Martin: Es la primera en la lista de las cien mayores contratistas de Estados Unidos en el año 2010 (Según millones de dólares). En el 2010 obtuvo contratos con el gobierno estadounidense por 46.619 millones de dólares. (46.619.693.002). Un año antes los contratos de la Lockbeed con el gobierno de su país habían ascendido a 47.213 millones de dólares (47.213.000.000). Tiene 130.000 empleados y actúa en 56 países en todos los continentes. Su presidente es director adjunto de la compañía Monsanto, “la única ganadora en la guerra contra la coca y la consecuente destrucción de Colombia, pues el país viene siendo fumigado desde 1970 con sus herbicidas”. Dice Castro Caycedo: “Vale la pena preguntarse una vez más: ¿Monsanto estará interesada en que se acabe esta guerra?”[iii]
2. Nortbrop Grumman California M.S. (Antes Vinnell Corp.): Tercera contratista más grande del gobierno de los Estados Unidos en el año 2010, cuando obtuvo contratos por 26.627.067.499 millones de dólares. Un año antes también había sido también la tercera más grande. Entonces obtuvo del gobierno 23.512 millones de dólares (23.512.346.000). Hasta entonces sus ganancias era de 30.700 millones de dólares (30.700.000.000), de los cuales 23.332 millones correspondieron exclusivamente a servicios militares. Tiene 125.000 empleados en 25 países.
3. Science Aplications International Corp. (Saic): Décima contratista militar de los Estados Unidos en el año 2010, en el cual obtuvo contratos con el gobierno estadounidense por 3.210 millones de dólares (3.210.604.531). Su sede está en San Diego, California. Presidente, Ken Dahlberg, miembro, entre otras, de la Asociación de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos y de la liga naval de los Estados Unidos. Tiene 43.000 empleados en 17 países.
4. Computer Sciencies Corporation (Conformada hoy por Dyn – Corp, Dyncorp International, Dyn Marine Services of Virginia, Information Technology Solutions y Welkin Associates Ltda.): Undécima contratista militar del gobierno de Estados Unidos en el año 2006. Ese 31 de diciembre había obtenido 2.884 millones de dólares en contratos (2.884.071.371). Presidente Van B. Honeycutt.[iv]
Estas corporaciones y, seguramente muchas más, se han desarrollado de los dineros que le sacan a la guerra interna que vive el pueblo colombiano. La guerra para ellas es como la gallinita de los huevos de oro. En esas condiciones, se pregunta Germán Castro Caycedo en este conmovedor libro: “¿Algunas de ellas estará interesada en la paz de Colombia?” Por supuesto que no, por cuanto equivaldría a hacerse un harakiri.
El libro permite deducir sin mucho esfuerzo que son los Estados Unidos los que imponen la violencia en el país y le sacan la mejor tajada económica a ella, teniendo como peones sumisos al gobierno y a todas sus fuerzas militares. Nada se mueve en Colombia sin el visto bueno de esta Embajada.
El mejor regalo de navidad es la compra y lectura de este importantísimo libro, este testimonio abierto, directo y valiente. Es un libro que impone un imperativo inexorable a la izquierda y a todos los demócratas de Colombia: La unidad sin ambages de ninguna naturaleza. Es decir: El Frente Amplio por la Paz, la Democracia y la Justicia Social. Además, la consigna de levantar el pensamiento antiimperialista enarbolado por el libertador Simón Bolívar. Pase la VOZ…
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[i] CASTRO CAICEDO, Germán. Nuestra Guerra Ajena. Editorial Planeta. 2014. Página consultada 118.
[ii] Ibíd. Página consultada 283.
[iii] Ibíd. Página consultada 285.
[iv] Ibíd. Página consultada 286.
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