Unidad del pueblo |
La unidad es ante todo un hecho político que se hace entre seres políticos. Por eso resulta ingenuo pensar que la unidad se concreta alrededor de comilona y licor. La unidad tampoco se da por inercia o por fuerza bruta. Está cruzada por una serie de requisitos objetivos que no se elaboran de la noche a la mañana, ni utilizando la mentira y el personalismo. Qué lejos estamos de ésta, al pensar así.
El ser humano es un ser conflictivo. No en vano se suele decir que cada persona es un mundo diferente a los demás. Ni puedo pensar exactamente como piensa la persona que está a mi lado, ni la persona que está a mi lado puede pensar exactamente como pienso yo. Esto parece perogrullada, pero hay que empezar por lo básico para tener una noción mucho más clara sobre el concepto de unidad.
Lo curioso es que no puedo vivir solo. Solo no existo. Existo en función social. Existo por la unión de un espermatozoide y un óvulo. Existo porque soy sociable por naturaleza, porque no puedo vivir solo. El capitalismo niega esta realidad antropológica y sociológica, al rendirle culto al personalismo, al individualismo, al “yodismo”, que tiene tan enferma a esta sociedad e incluso, a muchos que posan de izquierdosos.
Las relaciones me permiten existir. Claro distintas formas de relación, como las relaciones humanas, las relaciones políticas, las relaciones económicas, las relaciones culturales, las relaciones éticas, etc. Tener claro cada una de estas relaciones es supremamente importante para la existencia del ser en comunión. Si no tenemos claridad y conciencia de la importancia de estas relaciones somos seres antisociales, amargados y solitarios. Somos mentirosos, belicosos y divisionistas.
La comprensión de estas relaciones que son, ciertamente, complejas nos llevan a respetar las reglas de juego, a cumplirlas cabalmente, no porque nos toca sino porque tenemos claro que dichas reglas garantizan la convivencia dentro de la diversidad y pluralidad. El Partido Comunista – por ejemplo – tiene unas reglas claras consagradas en sus estatutos, las cuales son nítidas y no necesitan de hermenéuticos y exégetas para su debida comprensión y cumplimiento. Están los principios leninistas de organización, que en modo alguno son tratados de ultratumba, ni súper complejos, son normas probadas su eficacia de fácil comprensión y acato para quienes tienen mediana formación política. Es decir, no hay que ser un “marxista pura sangre” para entender estas sencillas reglas sintetizadas por el maestro del proletariado V. I. Lenin.
Desde luego, no es suficiente saber estas normas y repetirlas maquinalmente. Hay que practicarlas constantemente. Y, ¿Quién las practica? El que tiene conciencia de clase y conciencia social. Muchos tendrán conciencia social, pero no de clase. Eso dificulta seriamente la comprensión de las relaciones.
Entonces la unidad es producto de todo ese proceso, de toda esa comprensión y de toda esta praxis. Luego, con comilona y licor no podrá ser plausible una unidad amplia, duradera, democrática y participativa. No en vano el Partido Comunista Colombiano ha planteado que no es la unidad por la unidad. Es decir, a las buenas o a las malas, acudiendo a la hipocresía, al arrasamiento de unos proyectos a la fuerza bajo el signo de la imposición. Así, no llegamos a ningún Pereira, dice el dicho popular en el Tolima.
Es mirándonos con sinceridad a los ojos, con conciencia de clase y formación política como vamos creando las condiciones objetivas y subjetivas para hacer real la unidad que necesita el pueblo colombiano para consolidar la paz y el cambio de régimen económico. Es asumiendo la crítica y la autocrítica con grandeza y nobleza. Es dejando a un lado la petulancia y el prurito personal.
El Partido Comunista Colombiano está comprometido hasta los tuétanos con la formación del Frente Amplio por la Paz y la Soberanía Nacional, con criterio amplio, democrático e incluyente. Unir las rebeldías. Romper el personalismo y el individualismo. Desunidos seremos débiles, unidos seremos fuertes, invencibles y capaces de impulsar a Colombia hacia el socialismo.
Como revolucionarios, como Comunistas, saludamos a la Marcha Patriótica, al Congreso de los Pueblos, al Polo Democrático Alternativo, a la Unión Patriótica; reconocemos su lucha y combatividad y los exhortamos a buscar caminos de unidad en escenarios de masas, en sitios o lugares adecuados, sin petulancia, sin arrogancia, sin mentiras, sin imposiciones. Tenemos que hacer causa común para salvar al Tolima del fascismo y de las ideas más retardatarias que encarna el mal llamado centro democrático. El palo no está para hacer cucharas. Y nuestra prioridad es apoyar decididamente los diálogos de la Habana y salvar las montañas tolimenses y sus recursos, especialmente el hídrico de la arremetida desalmada de las multinacionales y transnacionales. Esos son los principales desafíos del momento. Por eso y mucho más, la unidad es el camino. No dejemos para mañana lo que podríamos hacer hoy.
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