Así fue la movilización por la carrera tercera de la ciudad de Ibagué bajo la lluvia. Foto Nelosi
Por Nelson Lombana Silva
La Reforma Laboral, si ha salido adelante con sus remiendos, es obra de la fuerza de la movilización popular del pueblo colombiano, la correcta orientación política del Pacto Histórico y la excelente labor que viene desarrollando el Gobierno del Cambio, en cabeza de Gustavo Petro y Francia Márquez. Nadie más tiene derecho a adjudicarse el paso que se ha dado.
La intransigencia ortodoxa y pusilánime de los voceros de las multinacionales llamados congresistas, fue derrotada con las vigorosas, contundentes y seguidas movilizaciones nacionales. El pueblo soberano con fuerza y conciencia de clase, señaló a cada congresista de derecha y extrema derecha que se negaba a legislar por primera vez en favor de los intereses populares, acorralados y puesto cada uno en la picota pública por primera vez, no tuvieron más alternativa que obedecer al pueblo.
Se demuestra con creces varias cosas: En primer lugar, el valor de la unidad del pueblo. La unidad fue determinante, básica, fundamental para avanzar. Si el pueblo no se hubiera unido, la Reforma no hubiera pasado. En segundo lugar: La movilización. Éste fue otro factor determinante. Si el pueblo no se hubiera tomado la calle con decisión y coraje, nada hubiera pasado y estos senadores de pacotilla estuvieran con sonrisa de oreja a oreja celebrando la inmovilidad.
De otra parte, se avanzó bastante en el conocimiento acerca de quién es realmente el enemigo de clase. El pueblo común y corriente, pudo establecer que los senadores de derecha y extrema derecha, obedecen a sus patrocinadores, a las multinacionales y transnacionales, van allí a defender los intereses económicos y políticos de los oligarcas, en detrimento de los que van sumisos a elegirlos en las urnas.
Destacar la posición clara y consecuente del Pacto Histórico que supo interpretar el momento para orientar la lucha sindical, popular y política. Esto tiene un valor inmenso que hay que entender para avanzar en esta lucha de clases que se viene librando en Colombia.
De igual manera, la fundamental postura del presidente Gustavo Petro, su decisión irrevocable de luchar por el pueblo y defender a capa y espada las propuestas hechas en campaña. La autoridad moral, política y social del mandatario es prenda de garantía, porque genera seriedad y compromiso de clase con las masas populares. Un presidente que no se ha dejado cooptar por la derecha y extrema derecha y, por el contrario, cada día radicaliza más sus posiciones a favor del pueblo. Un presidente que no retrocede ante la amenaza, la trampa, la mentira y la cobardía de una clase oligarca putrefacta y descompuesta por el narcotráfico, por el contrario, se mantiene firme y enhiesto luchando por la justicia social. Un presidente que es vulgarmente tergiversado por RCN, Caracol, El Tiempo, El Espectador, la revista Semana y demás yerbas desinformativas, vomitando las 24 horas odio, desinformación, verdades a medias, realmente merece toda nuestra admiración, respeto y consideración.
Todos ellos, son los que hoy pueden cantar victoria y celebrar el relativo éxito de la reforma laboral. Los demás, son oportunistas vacuos y carentes de contenido que el pueblo debe rechazar con decisión en las urnas en el venidero debate electoral. Ni un voto por esos malvados que se avergüenzan del pueblo en el Parlamento. Solo el pueblo salva al pueblo y Gustavo Petro, es pueblo por antonomasia.
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