Por Agamenón
En la alocución del presidente, Gustavo Petro Urrego antier, dos temas centrales llaman poderosamente la atención: En primer lugar, la develación de los siniestros planes de la mafia nacional e internacional para asesinarlo con la clara postura mediática a través de su silencio sepulcral y en segundo lugar, la decisión patriótica y humanística de convocar la Consulta Popular por Decreto, ante la postura nimia y miserable del Congreso de la República de negarse a tramitar la iniciativa tal como lo contempla la Constitución Nacional.
Son dos temas espinosos y trascendentales que el pueblo colombiano en su real sabiduría popular y política debe asimilar con seriedad y compromiso revolucionario, por cuanto se define con claridad el presente y el futuro de la amada República Colombiana. Ni un solo colombiano o colombiana debe declararse indiferente o neutral ante la brutal arremetida del caduco régimen capitalista que se niega a asimilar los cambios que se vienen sucediendo en el país, en el continente y en el mundo.
Y es que a pesar de la dura arremetida del imperialismo con el presidente gringo, Donald Trump de fomentar la guerra como modus vivendi, hay una corriente fuerte que aboga por la paz, la coexistencia pacífica y el profundo respeto a la libre autodeterminación de los pueblos que luchan sin descanso por vivir dignamente sin el miedo que genera el tableteo de las ametralladoras y la explosión de bombas. Los pueblos están empecinados en luchar por el alimento, la salud, la educación, el techo, el deporte y la solución de las contradicciones a través del diálogo y el consenso. Muchas víctimas inocentes por la irracionalidad del capital, no puede continuar en el siglo XXI, el siglo de la vida y la esperanza.
El magnicidio, ¿Crónica de una muerte anunciada?
Los evidentes intentos por asesinar al presidente de la república, según se ha podido establecer, deben llamar la atención todos y todas para estar alertas, permaneciendo movilizados y despiertos. No es un juego de niños, tampoco quimeras, sobre todo si se tiene en cuenta los antecedentes históricos.
La oligarquía colombiana es sanguinaria. Con toda seguridad está dispuesta a matar medio país con tal de no perder su poder que ha sostenido villanamente durante más de doscientos años. El fenómeno se agiganta con la decisión del presidente Petro de luchar contra los grandes y poderosos dueños de la mafia y el narcotráfico, tanto en la arena nacional e internacional.
Claramente lo denunció el mandatario. Hay un complot internacional para asesinarlo. Fácil resulta entenderlo. El presidente no está persiguiendo propiamente al que consume estos alucinógenos, esta persiguiendo a los grandes que se lucran del infame negocio, carteles poderosísimos regados por el mundo. Prueba de ello, son las toneladas de cocaína que las autoridades han logrado incautar.
Tampoco es un secreto que la corrupta y vieja clase dirigente nacional, los grandes monopolios y oligopolios están untados hasta los tuétanos de narcotráfico. Esto permite deducir el interés de ambos de acallar la política del presidente del Cambio y al parecer la última carta que estarían dispuestos a utilizar es el magnicidio.
Hay razones suficientes para pensar así: Asesinaron al liberal reformista y demócrata, Rafael Uribe Uribe en las escalinatas del palacio presidencial a punta de hacha; asesinaron al caudillo liberal, Jorge Eliécer Gaitán Ayala; asesinaron a los candidatos presidenciales: Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Ossa, Pizarro León Gómez, al mismo Álvaro Gómez Hurtado. Hay razones suficientes para pensar que el primer presidente salido de la entraña del pueblo, corre inminente peligro y que es urgente denunciar los planes conspirativos, tanto en el ámbito nacional como internacional. La acción de masas y la solidaridad son factores determinantes para hacer abortar criminal iniciativa.
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El temor a un atentado contra Petro no es infundado, las amenazas son reales y la historia de asesinatos a figuras políticas es muy larga |
Consulta Popular por Decreto
El otro tema nodal es la decisión del Gobierno del Cambio de convocar la Consulta Popular por decreto, ante el negacionismo del Congreso de la República, haciendo uso de todo tipo de patrañas vergonzantes e indignas que merecen todo el rechazo y repudio del pueblo. Una vez más queda al descubierto que esos congresistas apoyados por la mafia y los grandes consorcios, van al Parlamento a legislar a favor de la clase dominante, la clase burguesa. En consecuencia, en contra de los intereses del pueblo humilde y desamparado por centurias. No admite que los trabajadores recuperen las horas extras, que el día termina a las seis de la tarde, que el aprendiz del Sena tenga derecho a un salario mínimo durante sus pasantías, el campesino tenga la esperanza de pensionarse después de trabajar toda su vida a la intemperie bajo el sol abrazador en unos momentos y en otros bajo la lluvia taciturna. En cambio, sí consideran “normal” que el congresista tenga derecho a un salario básico de 50 millones de pesos, más prima semestral y anual, carros blindados, escoltas y muchas cosas más.
La decisión del presidente es más que valiente y audaz. Por eso, hay que apoyarlo con absoluta convicción. No está violando la Constitución Nacional, está haciendo uso de ella, mecanismos que hasta entonces eran letra muerta. Si hay funcionario respetuoso de la norma constitucional es, precisamente, el presidente Gustavo Petro.
Hay que continuar la campaña fuerte, desde el barrio y desde la vereda, haciendo pedagogía y creando conciencia social y de clase. No podemos quedarnos con los brazos cruzados, hay que asumir una posición clara y consecuente con la clase social a la cual pertenecemos. Persistir en la lucha y en la unidad, tal como dijo alguien que era más digno morir de pie que arrodillados. Aislarnos de la máquina mediática y mirar con atención hacia los medios alternativos de comunicación. Decir y hacer es la consigna del momento.
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