jueves, 24 de septiembre de 2020

Ricardo Castiblanco: Comunista integral


Por Nelson Lombana Silva

Ayer, muy temprano, el camarada Luis Ricardo Castiblanco Gómez, falleció en su casa, después de librar una enconada batalla contra el cáncer. Se marcha físicamente un gran hombre, un Comunista Integral. Siempre fue consecuente con el Partido, destacándose en él numerosas cualidades, como: Lealtad, compromiso, honestidad, solidaridad, espíritu unitario, trabajador, emprendedor y generoso.

Hacía parte de una numerosa familia comunista. Su vida fue el trabajo y el compromiso. Siempre había en su rostro una sonrisa y una esperanza ciega en el futuro. Sus quebrantos de salud y su vejez los manejó con donaire. Era un marxista y leninista convencido, manejaba con increíble claridad la dialéctica.

Su desaparición física deja un profundo vacío, pero igualmente, deja un legado inmenso, oceánico, un mensaje de esperanza en el futuro y en la lucha del pueblo colombiano. ¡Honor y gloria a su memoria¡ La velación se está llevando a cabo en los Olivos de la carrera 5ª  con calle 38. El funeral se realizará hoy 24 de septiembre, a partir de las 2:00 p.m. en el templo Nuestra señora del Carmen, en la calle 19 con carrera 5ª. Su cremación será en el cementerio de los Olivos, Ibagué (Tolima).

Expresar una vez más nuestra solidaridad a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos, sobrinos, sobrinas y demás allegados. El Camarada Luis Ricardo Castiblanco Gómez, vivirá eternamente en nuestros corazones. El mejor homenaje que se le pueda rendir a su memoria, será el compromiso de continuar, todos y todas, en la brega, en la lucha revolucionaria, sin dar el brazo a torcer, ni caer en el pesimismo o el oportunismo. Camarada Richard: “Hasta la victoria, siempre”.

En sencillo, pero sincero homenaje, reproducimos el reportaje que en el 2018 le hicimos cumpliendo sus ochenta años de edad. Es un retrato fiel y honesto de su vida y obra, contada por él mismo:

“Yo he sido un luchador toda la vida”: Luis Ricardo Castiblanco Gómez

 Uno de los comunistas más apreciados en el departamento de Tolima, es indudablemente, el camarada Luis Ricardo Castiblanco Gómez. De igual manera, es uno de los más veteranos del Partido en Colombia, pues actualmente supera los 66 años de militancia. Comenzó en 1952, al vincularse a la Juventud Comunista (Juco) en Bogotá.

De origen campesino y humilde, nació en la vereda Moguá, municipio de Nemocón (Cundinamarca), el 2 de septiembre de 1938, siendo sus padres: José Buenaventura Castiblanco y Consejo Gómez.

A pesar de la dictadura teocrática y el asfixiante bipartidismo político, el camarada Luis Ricardo, desde muy niño añoró la libertad, la justicia social y la paz. Por eso, cuando fue mayor y pudo decidir por sí mismo, no dudó en matricularse de lleno en las toldas del Partido Comunista Colombiano, donde se ha mantenido enhiesto y firme como el roble, por cuanto considera que es el único Partido en Colombia que encarna los anhelos del pueblo colombiano, secularmente engañado y explotado.

Trabajó en cemento diamantes. Allí, su actividad política giró en la organización sindical, en la difusión de la prensa y la literatura marxista y en la defensa de los intereses de los trabajadores. El Partido lo envió a estudiar a la Unión Soviética. Siempre ha participado en las protestas y en la comisión de solidaridad. Fue concejal en Apulo por la Alianza Nacional Popular (ANAPO).

Es un militante ejemplar. A sus 80 años de edad compra, lee y difunde el semanario VOZ La verdad del pueblo. Defiende los bienes del Partido con alma, vida y sombrero; predica la unidad del pueblo y está pendiente de las decisiones que toma el Partido. Con bastante frecuencia visita la sede y a menudo da sus opiniones.

Conocer parte de su vida, además de ser un deleite, es una verdadera lección que todo comunista hormonal debe asimilar en la dura batalla ideológica que  libra la sociedad contra la infame ideología neoliberal, el oportunismo y el facilismo. Su vida militante es un ejemplo inmaculado que brilla en el firmamento de Colombia.

No lo desmoralizó la desintegración de la Unión Soviética, ni la caída del Muro de Berlín, no corrió a esconderse o maldecir y a blasfemar contra el marxismo – leninismo y el comunismo. Asistió a los debates críticos y autocríticos que el Partido organizó, llegando a la conclusión de que el comunismo no había fallado, había fallado un modelo impuesto quizás a rajatabla.

La violencia militar – paramilitar tampoco lo ha hecho desistir. Y, a pesar de haber perdido un hijo (Nelson Castiblanco), haber recibido amenazas y traiciones de impostores e hipócritas que a la primera oportunidad dieron el zarpazo para quedarse con bienes del Partido, pero en suma del pueblo, no ha sido óbice o impedimento para continuar militando y predicando los principios Socialistas.

Sin lugar a dudas, el camarada Luis Ricardo Castiblanco Gómez, hace parte de esa vieja y heroica generación que hoy tenemos que estudiar y admirar para continuar la lucha hacia el puerto victorioso que se abre a pesar de la aguda dificultad.

La página web: www.pacocol.org presenta en exclusiva el reportaje con el camarada Luis Ricardo Castiblanco Gómez:      

-         Camarada Luis Ricardo, ¿Cómo fue su infancia?

Mi origen es campesino ciento por ciento. Durante la infancia me tocó trabajar en la agricultura, pastor de ovejas, cuidador de vacas. Todo lo relacionado con el campo. Posteriormente, pasé a trabajar en la construcción en el municipio de Nemocón y más tarde en Bogotá.

-         Hablemos un poco de su infancia. ¿Cómo fue?

Nací en la vereda Moguá, municipio de Nemocón (Cundinamarca) y trabajé allí, en los cultivos que tenía mi papá. Tenía cultivos de trigo, maíz, alverja, haba y cebada.

De allí, pasé a una finca que se llamaba Checua, donde trabajé cuidando ovejas, ganado y hasta caballos. Más tarde, salí a trabajar en el perímetro urbano, como distribuidor de pan y luego, en la construcción en este municipio y en Bogotá, como ya le dije.

-         ¿Qué recuerda de su pueblo Nemocón de niño?

Era un pueblo pequeño. Turístico porque hay las famosas salinas de Nemocón y los turistas viajaban con mucha frecuencia a conocer dichas salinas. El pueblo tenía un templo muy hermoso, lo mismo el parque principal.

Yo salía con mis hermanos a jugar a las laticas en ese pueblo. Mi papá nos obligaba a ir a misa de las 7  o 9 de la mañana. Él madrugaba  a la misa de las 5 de la mañana.

Nos mandaba a esa hora y cuando regresábamos a casa nos preguntaba qué decía el señor sacerdote en la misa, en el sermón. Pero, uno jugando lata y toda esa vaina, no se daba cuenta a qué hora terminaba la ceremonia, entonces nos tocaba inventar cosas, llegábamos con el cuento de que tenía que la cristiandad ir a misa, ser bueno con la gente, estudiar la religión. Eso era lo que casi siempre decíamos al regresar de la misa.

A lo último, mi papá nos dijo: Estos verracos no van a misa, no escuchan el sermón. Entonces, nos hacía levantar temprano, a las cinco de la mañana para ir con él a la misa. Esa misa duraba como dos horas. Uno pequeño le daba ganas de orinar y como era prohibido salir, entonces nos orinábamos en el pantalón cortico. Tocaba porque no lo dejaba salir ni siquiera a orinar durante la ceremonia religiosa.

Así fue nuestra infancia. Mi papá muy católico, muy conservador, muy fanático a la iglesia. Siempre nos llevaba con él a todas partes, especialmente donde se trataba de trabajar desde muy pequeño. Desde los cinco años nos tocó trabajar en las minas de carbón mineral, sacando carbón desde las tres de la mañana, durante una larga época.

A las siete de la mañana salía de allí, de esas minas, a medio lavarse las patas e irse para la escuela. A la escuela iba era a dormir porque el trasnocho y el cansancio de la ardua jornada no daba para más.

-         ¿Cómo fue su papá con sus hijos? ¿Fue muy bravo con usted?

Los papás antiguos y más campesinos, eran muy duros, muy agresivos, muy tremendo con sus hijos. A nosotros nos hicieron trabajar desde la edad de los cinco años, en la agricultura, en las minas carboníferas, en la panadería.

Cuando eso, mi padre trabajaba en las minas carboníferas. El salario era pésimo y el trabajo inhumano, durísimo, en condiciones infrahumanas, sin ninguna protección. El trabajo era arduo. La explotación infame.

-         ¿Mucho castigo?

Claro que sí. En esa época el castigo era muy duro. No solo el cinturón, sino también bañarlo a uno en pleno frío. Se combinaba una cosa con la otra. No hacer lo que tenía que hacer era motivo de castigos brutales. Los padres no perdonaban nada y lo castigaban a uno como castigar a un animal.

-         ¿A usted lo castigaron mucho de niño?

Claro que sí, mucho. Harto. Por esa causa yo me salí de la casa. Huí de la casa. Me perdía. Me estaba en el pueblo. Me iba para Zipaquirá. Me quedaba callejeando. La represión en la casa era muy dura.

-         Castigo mucho, pero había alimentación y vestuario, ¿Verdad?

La ropa era humilde. Iba y venía con ella, llena de piojos cuando lo encontraba el papá a uno. Al escaparse de la casa se iba solo con la ropa que llevaba encima y duraba días con ella, hasta que lo hallaban.

La verdad, la verdad, nosotros fuimos muchos hermanos. Mi papá para sostenernos fue muy tremendo. La alimentación no faltaba. Pero cuando huía sí faltaba, pues tenía que ir a pedir a la vecindad y lo que encontraba en la calle.

-         ¿Hacía muchas pilatunas a pesar del duro castigo de sus padres?

Claro que sí. Uno de niño y de joven es muy pícaro. Claro, muchas pilatunas. Muchas son muchas. Uno de niño o joven no mide consecuencias, no piensa lo que hace. Eso de quitar – por ejemplo – un centavo, pues en esa época circulaba mucho el centavo, los dos, los cinco centavos. Era quitar un centavo para comprar pendejadas en las tiendas.

-         ¿Qué otras pilatunas recuerda usted?

Conseguir un centavo y comprar tabacos para fumar. Era pilatuna coger el tabaco y envenenar a los animalitos echándole humo. Le daba gusto ver cómo los animalitos se emborrachaban y caían como las Paguas que llaman en la tierra fría. A todo animalito que se le echaba humo, se emborrachaba y se caída. Ahora considero que era intentar contra los animales. Reconozco que era mal hecho.

-         ¿De niño usted fumaba?

Sí. Yo fumé de niño y de joven. Digamos a los 7 y 8 años yo fumaba. Inclusive, cuando no había dinero para comprar tabacos, era hasta puerco porque recolectaba las colillas para fumarlas. Con mi hermano las guardábamos y nos decíamos: “¿Fuma, doctor?”, y nos fumábamos una hijuemadre colilla de esas, de puro puerco que era uno.

-         ¿Cuántos hermanos?

Somos once. Cuatro fallecidos.

-         ¿Cómo fueron sus relaciones de niños con sus demás hermanitos?

Muy buenas. Como hermanos fuimos muy solidarios, muy contentos, muy felices. Actualmente, seguimos siendo muy unidos, tenemos muy buenas relaciones y estas buenas relaciones las hemos enseñado a nuestros hijos. Siempre el llamado es a la unidad y a la solidaridad familiar.

-         ¿Qué papel jugó su mamá durante la crianza y la niñez?

A ella también le tocaba trabajar en la agricultura. En las maiceras, en los cultivos de arveja, trigo. Le ayudaba a mi papá. Mi papá trabajaba en la mina carbonífera y ella en la agricultura.

-         ¿En cuál escuela comenzó sus estudios?

Estudié únicamente seis meses en la escuela llamada Chegua en Nemocón. No pude más porque tenía que madrugar a trabajar y después ir a estudiar, era muy difícil.

-         ¿Aprendió a leer y a escribir?

No aprendí ni a leer ni a escribir en estos seis meses. Aprendí a leer y escribir cuando tuve uso de razón, prácticamente a los 16 años, comencé a aprender.

-         ¿Recuerda a algún profesor durante esos seis meses que estuvo en la escuela?

Muy difícil recordar. La verdad era muy niño. No se acuerda uno ni del 1,2, 3, porque no los alcancé a aprender en la escuela, mucho menos el nombre de los profesores. Es muy difícil.

-         ¿Cómo fue su breve paso por esta escuela?

Bien. En esa escuela había restaurante. Le daban a uno el almuerzo. Solo costaba un centavo. Honestamente, yo iba a la escuela era a dormir. La verdad no aprendí nada.

-         ¿Mucha regla en la escuela?

Claro que sí. El profesor tenía una varita especial para castigar. Yo me gané varazos que usted no se imagina. A lo último la profesora se mamó de darme vara y me dejaba dormir.

-         ¿Cómo fue su adolescencia y juventud?

Yo duré en Nemocón hasta la edad de diez años, aproximadamente. A los diez años me tocó arrancar para Bogotá a trabajar en la construcción.

-         ¿Quién le enseñó la construcción?

Un familiar: Manuel Quiroga. Un gran camarada. Entré como ayudante y celador de la obra. Duré aproximadamente cinco años. Me regresé a seguir trabajando en esta actividad en Nemocón nuevamente. Estuve en la construcción del colegio departamental del municipio con un señor Casas, que era el maestro de la construcción. Con él trabajé.

Después, me tocó trasladarme para otro municipio: Apulo (Cundinamarca). Me fui para ese municipio porque llegaron a enganchar gente para trabajar en las minas, pues a Apulo llegaba mucho obrero pero a trabajar en la agricultura. No llegaba suficiente mano de obra a trabajar en la industria.

En esa oportunidad me vine con tres más de Nemocón y otros que venían de Sogamoso y Paz del Río, exactamente veníamos en esa oportunidad 42 personas. Eso se llamaba o se llama enganche de personal. Era para trabajar en una empresa llamada: Cemento Diamante. Recuerdo en estos momentos a Luis Cortés.

Era 1954. De esa época a acá el único sobreviviente soy yo.  Unos se regresaron a sus pueblos de origen porque no les gustó el trabajo, otros los incomodó el calor. La mayoría era de origen agrario.

Entré ganando en Apulo (Cundinamarca), 98 centavos. Eso alcanzaba para el sostenimiento, especialmente la comida y el vestuario. Yo llego a Apulo teniendo 16 años de edad.

-         ¿Ya era totalmente independiente?

Claro que sí. Era aprender a vivir en los campamentos que tenía Cementos Diamantes en esa época. En una piecita nos tocaba acomodarnos tres personas. Todos éramos solteros y jóvenes.

-         ¿Sus primeros amores?

Muchos. Muchos. Muchos, porque de todas maneras uno era joven y con trabajo en una empresa, era muy apetecido por los amores.

-         ¿Algunos en especial?

Hartos en especial. Uno de joven es muy enamorado, no se da cuenta de nada, no tiene naturalmente un proyecto claro de vida, sino vivir el momento. Realmente, no mide consecuencias. Hay que ser honestos al contar la vida en esa época de joven de enamorado.

-         ¿Cuánto dura trabajando en Cementos Diamantes?

Duro trabajando 27 años. En Apulo trabajé 17 años. La empresa se acabó allí por falta de materiales. Me trasladan a Ibagué, a la fábrica de Buenos Aires.

Las minas en Apulo fueron subterráneas, no cogieron corte abierto, volviéndose muy costoso su explotación. En Buenos Aires, era abierta la roca, era muy barato. Le tocó llevar caliza para producir cemento en Apulo durante un tiempo, mientras terminaron de cerrar la empresa allá. Una vez cerrada siguieron con la de Buenos Aires, en Ibagué (Tolima).

Yo me vine de Apulo porque en Buenos Aires un señor renunció de un puesto de importancia y me lo ofrecieron. Entonces acepté. Desde 1970, me radiqué definitivamente en Ibagué.

-         ¿Qué le significó ese cambio de lugar de trabajo?

Fue bastante tenso. Menos mal que el trasladado no era yo solamente. Unos fueron trasladados para Bucaramanga, Cúcuta, Bogotá e Ibagué, otros fueron despedidos. Aquí, llegamos varios. En esa época abrieron la cantera de Payandé, trajeron gente especializada en explotación de minas, formaron el barrio Salvador Allende y se tuvieron ahí. A mí, me tocó en la fábrica propiamente. Ahí estuvimos hasta que salimos pensionados.

-         ¿Qué le tocaba hacer?

En esa empresa ocupé varios puestos. Fui desde barrendero en adelante. Estuve trabajando en fábrica echando pica y pala, transportando material en carretilla; después en el laboratorio; llegué a ser inspector de fábrica. Precisamente, ejerciendo este cargo me trasladaron para Ibagué.

Me mejoraron económicamente. Pero, adicionalmente, el proceso biológico de la vida, los primeros conceptos del quehacer político que me llamaron poderosamente la atención al darme cuenta que era salvajemente explotado.

Me vinculé al Partido Comunista de Colombia (Así se llamaba), comenzando a estudiar en forma y con mucha dedicación. Tuve la oportunidad de estudiar en la escuela nocturna y por correspondencia.

-         ¿Qué edad tenía usted cuando comenzó a interesarle el tema político?

Comencé desde 1952, estando en Bogotá. En Bogotá, como le decía inicialmente, Manuel Quiroga, gran militante comunista en esta ciudad, me convenció para que militara en la Juventud Comunista (Juco).

Fui testigo de los disturbios que se dieron en la Universidad Nacional y en la plaza de toros La Santamaría en 1953, durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla.

Era muy joven y me atrevía a pasar por estos lugares sin problemas. Claro, ya militaba en las filas de la Juventud Comunista en Bogotá.

-         ¿Qué pasó en la plaza de toros? ¿Qué vio?

La juventud rebelde de la época, especialmente universitaria, hicieron una manifestación de protesta y fueron salvajemente reprimidos por la fuerza pública. Les anduvieron duro. Lo mismo ocurrió en la Universidad Nacional. Naturalmente no tenía muy claro el origen del conflicto, ni tampoco podría decir que participé, solamente que atravesé y observé el desarrollo de los oscuros acontecimientos por la represión de la dictadura.

Crucé por el centro de la universidad. Estaba toda militarizada con tanques de guerra. En esa época la juventud era muy reprimida. Pienso que en Colombia el mayor delito es ser joven y tener sueños de libertad y justicia. Existían las residencias universitarias que eran en el barrio Antonio Nariño. Era cerquita para estar en la universidad y las residencias, pero el Estado les andaba muy duro.

Fue cuando el famoso saboteo de la hija del dictador, María Eugenia, en la plaza de toros. Yo trabajaba en construcción en el barrio Palermo, cerca de la Universidad Nacional. Yo crucé por allí. Claro, no el momento de los disturbios, sino después. Me tocaba cruzar por el sector y veía la militarización, los tanques, la policía, el ejército. Pero, no estuve en los enfrenamientos, porque estaba trabajando. Salía a las seis de la tarde. Me iba a pie, cruzando la universidad porque yo habitaba en el barrio San Carlos, en el sur de Bogotá.

-         ¿Cómo fue desarrollándose ese proceso suyo de acercamiento al Partido?

En Bogotá milité en la Juventud Comunista. Al regresarme a Nemocón quedé desvinculado, pues allí no había nada. Al llegar a Apulo, en 1954, 1955, yo ingresé creo que en 1956 al Partido. Encontré al camarada José Nivia y por intermedio de él, ingresé al Partido.

En el Partido la tarea principal era la organización, crecerlo. Leer el periódico, venderlo. Una de las tareas centrales de los comunistas allí fue la organización del sindicato. El sindicato que existía era patronalista. La idea fue crear un sindicato que realmente interpretara y defendiera los intereses de los trabajadores. Que fuera un sindicato clasista.

Ese sindicato se llamaba: Sindicato único de Cementos Diamantes. Más tarde, se transformó en Sutimac Nacional, pues entraron a hacer parte varios sindicatos de la construcción.

-         ¿Sustos, amenazas durante la militancia en el PCC?

Claro que sí. En Apulo lo que más nos atemorizó y nos anduvo duro fue cuando la campaña electoral de Julio Cesar Turbay Ayala. Andaba con una pajaramenta dirigida por Antonio Vargas y Cecilia Vargas, su hija. En toda la región de El Tequendama y Sumapaz, tenía una organización tremendamente temerosa. Allá, fueron y nos amenazaron: Que si no nos quedábamos quietos, nos mataban.

Nosotros, en defensa de preservar la vida, nos tuvimos quietos un poco de tiempo y no seguimos. Eso fue durante la campaña de Turbay Ayala.

Realmente, en su momento, yo fui amenazado por el paramilitarismo e incluso, por el mismo movimiento guerrillero. Increíble pero fue así.

-         ¿Por qué amenazas por parte de la guerrilla?

Digamos por las malas interpretaciones y las malas y perversas desinformaciones que llamamos generalmente como chismes. Fue una situación muy compleja. Solucionamos el impase dialogando y demostrando que la versión que la guerrilla tenía contra mí, era totalmente equivocada y errónea. Afortunadamente, se pudo dialogar y explicar las malas versiones que ellos tenían contra mí.

Más o menos, la versión era que yo no estaba de acuerdo con la guerrilla, lo cual era falso, porque estaba de acuerdo con el Partido de apoyar todas las formas de lucha. Lo que sostenía era la dinámica de cada organización revolucionaria. No estaba de acuerdo con mezcolanzas. Cada actividad debía desarrollarse. Por ejemplo, la lucha sindical, la lucha política y la lucha guerrillera, de la forma que cada cual a su modo creciera con su propia metodología. Algunos malinterpretaron el pensamiento y sin medir consecuencia hicieron saber que yo estaba en contra de la lucha armada.

Dialogué con las fuerzas armadas y con el movimiento guerrillero, fijando de la manera más clara y honesta la posición, que en realidad era la posición del Partido. Yo era un trabajador que tenía cierto mando en la empresa, entonces algunos malintencionadamente me calificaban no de obrero, sino de patrón.

Yo simplemente tuve la fortuna de tener un cargo ganado por mi trabajo y responsabilidad, o sea, por méritos, pero eso no me hacía patrón, seguía siendo obrero. Eso era lo que algunos no entendían y seguramente con envidia me crearon un ambiente distinto y dizque hosco contra los trabajadores, siendo yo trabajador.

Hoy, todavía hay gente que no entiende qué es el patrón y qué es el trabajador. El patrón, en mi caso, es un trabajador igual que cualquiera, sino que tiene un mando que le toca cumplir con él. Es como un alcalde. Un alcalde llega a una alcaldía, pero tiene que someterse a las leyes de la nación, a las leyes del municipio, a las leyes de la gobernación. No puede salir de ahí porque lo joden.

Algo así me pasó a mí, pero yo  hice claridad también ante el Partido. Yo he sido un luchador toda la vida a favor de mi clase social. Uno puede ocupar un alto cargo, pero debe ser diferente. Es decir, ser honesto, respetuoso y no utilizar el cargo para golpear a los obreros, a sus hermanos de clase. Eso hice yo, pero la desinformación decía cosas muy diferentes. Eso se clarificó.

-         ¿Qué cuadros comunistas recuerda usted en estos momentos?

De los comunistas veteranos conocí a Durán, que fue secretario  general del Partido; Gilberto Vieira, Villegas. Estuve en un curso de Puerto Brasil, Viotá, dictado principalmente por el camarada Gilberto Vieira y Teosio Varela.

-         ¿Qué es lo que más recuerda de ellos?

Su regia personalidad. Grandes intelectuales. Grandes políticos, muy consecuentes, diríase muy sufridos por sus posiciones políticas. Les tocó andar a pie o a lomo de mula o a caballo, porque en esa época no había medios de transportes como hoy.

-         ¿Dónde estaba usted y cómo recibió la muerte de Jorge Eliécer Gaitán?

Estaba en Nemocón (Cundinamarca), el 9 de abril de 1948. Habitaba la vereda Moguá. En esa época tenía 10 años. La noticia se regó como pólvora. Generó pánico en toda la región. Comenzó la persecución de lado del liberalismo y del lado del conservatismo. En Nemocón la mayoría era liberal, pero terminó siendo minoría porque el partido conservador fue el que manejó la situación.

-         ¿Su papá era activo dirigente conservador?

No, era simplemente simpatizante. A Nemocón llegó el cura Ruperto Aguilera León, era quien manejaba la situación política en el municipio. Reunía a la gente de su grupo conservador y durante la noche salían a perseguir a los partidarios del liberalismo. A darles en la mula. A perseguirlos. Unos eran golpeados, otros eran amenazados para que abandonaran la localidad, a otros les dañaron sus casas, como le digo: Durante la noche.

-          ¿Cuál ha sido su aporte al Partido Comunista Colombiano?

Bueno, realmente hice algunas cosas por el Partido: Ayudamos a organizar algunos organismos celulares en Apulo, apuntando a organizar el sindicato clasista. También desarrollamos trabajo político en las juntas de acción comunal, en la asociación de padres de familia.

En el municipio de Apulo fui concejal por la Alianza Nacional Popular (ANAPO), aunque fui bastante orientado por el Partido. Hice parte de la asociación de padres de familia. Trabajé en todas ellas honestamente. Nadie puede decir que haya quitado indebidamente un lápiz, mi actuación fue transparente. La principal característica de todos los comunistas de la época era la honestidad.

Trabajamos dentro de la legalidad y la transparencia. En el concejo no tenía sueldo. Se trabajaba a honoris causa. Se trabajó en bien del municipio y de la empresa y naturalmente, en bien de nuestra organización sindical.

Mi posición en el concejo fue siempre encaminada a defender el interés común de las comunidades. Fui secretario y presidente del concejo. Además, trabajé activamente en las comisiones.

-         ¿Cómo fueron sus relaciones con el movimiento insurgente, el movimiento guerrillero?

Las relaciones fueron de apoyo. El movimiento guerrillero existía en Apulo. Visitaba con mucha frecuencia las diversas organizaciones. De Marquetalia, El Guayabero y Riochiquito llegaban comisiones a pedir respaldo de las organizaciones. Nosotros fuimos prudentes y respetuosos de todas las formas de lucha del pueblo, entre ellas, la lucha armada. Sin embargo, nuestra tarea era fundamentalmente la lucha sindical y política. Ese era nuestros objetivos.

Naturalmente, la guerrilla despertó mucha simpatía en toda la región. Tuvo su cabal apoyo. Muchos simpatizantes se fueron para el movimiento guerrillero. A nosotros nos invitaron, pero nosotros teníamos claro la lucha sindical y política. Nuestra principal preocupación era la organización sindical.

La relación era de mutuo respeto, porque en realidad por distintos caminos, perseguíamos los mismos objetivos. Tenía que existía respeto y admiración mutua.

-         ¿Fue víctima de amenazas y de estigmatización?

Por parte del movimiento armado no fue tanto. Siempre estuve en el escenario de la lucha sindical y política. La dinámica del frente amplio y democrático, el movimiento revolucionario liberal (MRL), la ANAPO y demás fuerzas que estuvieran en contra del régimen y del gobierno de turno. Siempre las amenazas han venido del Estado, que lucha por todos los medios para que el pueblo no busque formas de superar la pobreza y la violencia.

-         ¿Qué lo animaba a hacer parte del Partido Comunista Colombiano?

La ideología. La lucha de clases. La lucha de clases se vive con intensidad, hoy estamos viviéndola con fuerza, después de tantos años, una situación favorable a los pueblos, tanto en el ámbito nacional como internacional. El Partido permite comprender la realidad histórica y política del país y de la humanidad en su proceso permanente de desarrollo. El Partido es ciencia. Siempre he creído en la ciencia. Eso me animaba a hacer parte del Partido.

¿Qué es la lucha de clases? Existe la clase de los desposeídos y las clases de los altos adinerados. Al no tener claro la lucha de clases, hay pobres que siéndolo defienden y respaldan la clase rica. Eso nos pasa a diario. Y ese apoyo, lo aprovecha la clase rica para hacerse más rica y la clase pobre, pues, más pobre. El Partido explica muy bien y lo más importante: Enseña cómo transformar esa cruda realidad para que haya un país justo para todos. ¿Entiende?

Recuerdo mucho a tantos camaradas caídos en Colombia por su honestidad y compromiso revolucionario. Camaradas que lucharon por el proletariado con ardor y decisión, lucharon por los campesinos, los indígenas, los obreros, los estudiantes, las mujeres y los niños. Por eso han caído.

Son tantos los camaradas asesinados desde la fundación del Partido Comunista Colombiano, que resulta casi imposible enumerarlos todos y de pronto cae uno en la injusticia de dejar de nombrar alguno de ellos. Hay que recordar a los que fueron dirigentes del partido, pero también los de la base, gente humilde y honesta que por abrazar las banderas del comunismo fueron vilmente asesinados por las hordas del estado y de los paramilitares.

-         ¿Qué es para usted el comunismo?

El comunismo es el sistema económico creado o descubierto por los grandes científicos, siguiendo las leyes reales, que garantiza bienestar para todos. Es el sistema que humaniza al ser humano para vivir en comunidad sin explotar, ni ser explotados, todos viviendo en comunión.

Hay que recordar a Carlos Marx y Federico Engels, los que lograron sistematizar el sistema socialista y comunista, que Lenin, desarrolló en Rusia. El socialismo es antes que el comunismo. O sea, hay países socialistas, no hay todavía países comunistas. Pero, caminamos hacia allá. Hemos pasado etapas: Esclavitud, Feudalista, Capitalista y vamos hacia el Socialismo y seguramente del Socialismo al Comunismo. Es un proceso en desarrollo permanente.

El comunismo – como le digo – todavía no lo conocemos en el mundo gobernando como tal. Sin embargo, sabemos que su fundamento es la colectividad de los medios y las relaciones de producción, buscando que las utilidades sean igualmente de todos y no de una minoría como sucede en el capitalismo.

-         ¿Cómo debe ser la persona que se declara comunista?

Un comunista ante todo debe ser ejemplar, honesto, justo, conciliador para resolver los problemas, las contradicciones en la lucha. Rechazar todo tipo de extremismo, porque es malo, dañino. El Comunista debe ser una persona trabajadora, emprendedora, vocación de capacitación, porque el comunismo es conocimiento y todos los días hay conocimientos nuevos.

-         ¿Le sembró duda la desintegración de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín?

Claro que sí. Eso fue un paso atrás. Pero en realidad, no cayó el Socialismo, cayó un modelo, una caricatura, que era manejado por personas que no eran ni socialistas, ni comunistas. Cayó la economía socialista y este poder es supremamente poderoso. El golpe fue duro. Pero, nos recuperamos y nos dimos cuenta rápidamente que el socialismo y el comunismo no pierde vigencia.

El capitalismo tomó la delantera. La represión era extrema. Mire usted la situación de los periodistas. Ellos tenían y tienen que decir lo que diga el patrón, de lo contrario son despedidos, amenazados e incluso, asesinados. Usted es periodista y sabe mejor.

Lo mismo sucede con el obrero. Él tiene que decir y hacer lo que diga el patrón a través de sus manuales y leyes. El que se salga de ahí la lleva.

-         ¿Qué hacer para que el comunista sea cada vez más comunista?

Estamos muy distantes de ser auténticamente comunistas en Colombia. Pensé que en estos 65 o 66 años que llevo militando, en la juventud y en el partido, se podía apreciar un desarrollo más fluido de concientización del comunista. Hay muchos factores reales que lo han impedido, como la represión, la poca formación ideológica en las bases, el poco compromiso hasta ético de algunos cuadros y la poca capacidad para estar estudiando permanentemente.

Hay personas que se declaran comunistas, pero en la primera dificultad o que el régimen le pinte una moneda se pasan a su bando y se vuelven hasta enfermos anticomunistas. El capital los trabaja, los convence y los coopta muchas veces fácilmente. Dirigentes obreros, por ejemplo, los Garzón.

Entonces, para ser más comunistas hay que estar constantemente teorizando y practicando, diciendo y haciendo, con honestidad, con espíritu unitario y sin ningún vicio de oportunismo. Diría que el verdadero comunista es como una utopía, una referencia en el horizonte que debemos hacer esfuerzos a diario para llegar allí.

Creo que la principal causa de todos estos reveses es el económico. Este es el elemento concreto y los elementos subjetivos como la falta de formación ideológica, ética y el enfermizo individualismo. Hay compañeros que se declaran comunistas y son más egoístas que los mismos capitalistas.

El capitalismo es insaciable. El que tiene quiere tener más al precio que sea. Y muchas veces asumimos posturas similares. El comunismo es un sistema nuevo, como le digo: Humano. Es diferente. Por eso, no se asimila de la noche a la mañana.

-         ¿Qué piensa de las personas que se creen comunistas pero no han estudiado la esencia del comunismo, ni sus fundadores como Marx, Engels y Lenin, por ejemplo?

Mire usted: Pienso que mientras en esas personas exista el deseo de saber no hay problema. ¿Por qué? Porque nadie nació aprendido. Todos los días el ser humano se está haciendo. Lo grave es cuando no hay preocupación por estudiar, aprender y practicar, sigue con los mismos vicios del capitalismo como la mentira, la trampa y la corrupción y, sin embargo, quiere ordenar y mandar.

Esa conducta en esos compañeros yo la llamo: “Fiebre”. “Fiebre” que le da mucho, especialmente a los intelectuales, a los profesionales, que al escalar algún cargo se les olvida el comunismo, hasta ahí llegan.

-         A sus 80 años de vida, ¿Se siente todavía comunista?

Sí. Sí. Yo he sido, prácticamente, toda mi vida comunista; me he considerado militante y lo sigo siendo. Estuve en las organizaciones de masas: La asociación de padres de familia, junta de acción comunal, comunero. Siempre he llevado mi ideología con honestidad y justeza. Siempre he sido comunista. Mal haría ahora renunciar o hacerme a un lado.

-         ¿Cómo analiza usted los principios leninistas de organización?

Los principios leninistas se demuestran en la práctica, haciéndolos realidad en el ejercicio permanente de la lucha política. El centralismo democrático, la crítica y la autocrítica, la planificación y la evaluación permanente de las actividades nos permiten cambiar sustancialmente. Pero, repito, se debe saber, pero sobre todo: Practicar. Claro. No se logra en su totalidad de la noche a la mañana, es todo un proceso complejo y duro. No es fácil, por ejemplo, erradicar de nosotros el personalismo. Eso de yo, yo, yo, a toda hora perjudica. Siempre hay que decir: “Nosotros”.

-         ¿Hay crisis en la aplicación de estos principios en el caso particular de Colombia?

Sí. Creo que falta educación y concientización. Muchos ingresan al Partido sin la formación ideal y como le dije anteriormente, ese no es problema; el problema es que no se preocupa por estudiar y practicar lo estudiado. Sin embargo, llega así a los cuadros de dirección y termina actuando como cualquier liberal, lo que le diga su cabeza y no más.

-         Según su criterio, ¿Qué significa ser militante comunista?

Militante es aquel que cumple a cabalidad su misión comunista, respetando los estatutos, el programa y la línea política. Actúa por convicción, o sea, por conciencia de clase y vive preocupado por superarse individual y colectivamente. Implica estar metido dentro de las masas aprendiendo primero y enseñando.

-         ¿Cómo analiza la situación general del país?

Es una situación grave, supremamente grave. Ya por lo menos debería existir una izquierda moderada en el poder, pero no es así. El poder es ocupado por la extrema derecha mafiosa y corrupta que le rinde culto a la violencia y a la explotación.

Sin embargo, soy optimista. Creo que se avecina una situación mejor para el pueblo colombiano. Esto necesariamente tiene que cambiar. El pueblo aún no simpatizante ni comunista, viene entendiendo la situación a través de los golpes diarios que le propina el gobierno con sus medidas antipopulares.

El pueblo votó por el gobierno de Santos exclusivamente por la paz. Este que hay en el poder viene mostrando la agresividad más violenta contra el pueblo. Los mismos que votaron confiados y convencidos se están desencantando. Es clara la persecución que hay contra el sector agrario, pero también indígena, los obreros, la salud, la educación. La complejidad es extrema.

Mire la cantidad de asesinatos de líderes del pueblo que se viene sucediendo en todo el país. Es decir, la violencia para el pueblo sigue, no hay paz por parte del gobierno y del estado colombiano.

Seguramente, está pronto que la izquierda dirija el país hacia un rumbo más amplio y generoso para todos y todas. El proceso avanza. Hay que ayudar en esto para que más temprano sea una realidad.

En este momento surge Gustavo Petro. No es comunista, es progresista. Puede ser una solución momentánea. Para esto, se necesita mucho trabajo, mucha organización y mucha acción.

A Petro hay que cuidarlo mucho, debe cuidarse mucho. Puede ser asesinado. Ejemplos tenemos en cantidades: Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Osa, Pizarro León Gómez, José Antequera, etc.

-         Carlos Arturo Lozano no hablaba propiamente de izquierda, sino de muchas izquierdas. ¿Está de acuerdo con esta opinión?

Estoy de acuerdo. En Colombia hay muchas izquierdas. Se distorsiona mucho el movimiento revolucionario. Se dificulta la unidad, sobre todo, crear un bloque capaz de ser opción de poder. Todos dicen jalar para el mismo lado, pero cada uno por su lado. Eso disminuye la fuerza ostensiblemente.

Muchas veces no se ponen de acuerdo por simples ambiciones personales o puntos ideológicos distintos.

-         ¿Cree usted que en la izquierda colombiana hay corrupción también?

No me consta. Pero lo que sí sé es que hay oportunismo y mucho personalismo, sobre todo en las direcciones.

-         Camarada Castiblanco Gómez, quiero una opinión corta de algunos personajes:

Álvaro Uribe Vélez: Es el gran dios, el gran salvador de la extrema derecha, del gran capital, que lo sostiene allí a pesar de los diversos crímenes de lesa humanidad. Se burla de la justicia, porque es el representante de la clase dominante en Colombia, el consentido de los Estados Unidos.

Laureano Gómez: La extrema derecha de la época. Muy asesino.

Donald Trump: El fiel representante del gran capital de los Estados Unidos. El imperialismo yanqui bajo su liderazgo visible.

Fidel Castro Ruz: El gran líder, el gran tipo, el gran hombre, el que evolucionó, revolucionó y transformó a su país y el pensamiento político en América. Pensamiento todavía no entendido por muchos pueblos del mundo. Sufrió cientos de atentados, pero el pueblo y su disciplina lo impidieron. Murió tranquilamente en su lecho. Su pensamiento está vigente y brilla en todo el mundo.

Manuel Marulanda Vélez: Otro muy parecido a Fidel. Creó su propio método de lucha revolucionaria, el movimiento guerrillero, saliendo victorioso. Murió en su lecho rodeado de sus camaradas. Murió de viejo. Su lucha sigue teniendo vigencia. Inmenso luchador revolucionario. Pasa a la historia como gran político y uno de los mejores estrategas militares en el contexto internacional.

Raúl Rojas González: Uno de los grandes luchadores revolucionarios en el departamento de Tolima. Su lucha y abnegación es increíble, impresionante. Aguantando muchas veces hambre, se ha mantenido como gran luchador revolucionario en el Tolima.

Luis Ricardo Castiblanco Gómez: El que se jodió harto en la vida, hoy pensionado, gozando la pensión, con la firme convicción de ser comunista hasta que muera. Un hombre optimista. El futuro es Socialista. No hay vuelta de hoja. Esto cambia. Los cambios son irreversibles. Esclavismo, feudalismo, capitalismo…ahora sigue socialismo y comunismo. Lo del nombre es lo de menos.

-         Finalmente, ¿Cuál es el mensaje a la juventud comunista, a los comunistas y revolucionarios del país, del continente y del mundo?

Un mensaje de aprecio y admiración, que sigan estudiando y luchando por los cambios que tanto necesita el país. No hay que claudicar. Superar los errores y las dificultades. Avanzar. La juventud es el rostro de la esperanza, del presente y del futuro.

El proceso de paz de la Habana, firmado en Bogotá, hay que defenderlo y exigir su implementación en su totalidad. No hay que desfallecer. La juventud es  parte fundamental en esta lucha. Hay que valorar el gran aporte que hizo el movimiento guerrillero. El acuerdo no es una dádiva del gobierno oligarca, es una conquista de la guerrilla para todo el pueblo. Eso hay que tenerlo clarito.

El proceso vive un momento difícil. Así uno entiende la decisión de algunos dirigentes de esconderse, si no lo hacen, los asesinan o los extraditan. El gobierno nacional no está cumpliendo el pacto firmado. La oligarquía es vengativa y tiene serviles, desafortunadamente, muchos de ellos, son puro pueblo.

Me parece que fue una decisión acertada de la guerrilla. Lo que sucede es que el pueblo no conoce el acuerdo. Incluso, muchos que posan de izquierda.

-         Según su criterio camarada, ¿Qué le queda por hacer?

Los años que me restan, seguramente pocos, aspiro dedicarlos a la lucha revolucionaria, seguir militando en el Partido Comunista, seguir apoyando el proceso revolucionario en Colombia desde Ibagué, seguir batallando. El comunista debe morir con las botas puestas, en pie. De la muerte, pienso, que hasta ahí llega la vida de todos, hasta ahí llega la lucha de cada uno. Surgirán otros y quizás con más decisión de lucha mejor que nosotros y con muchas más posibilidades de victoria.

No será la lucha fácil, tampoco lo fue ayer, cuando tantos comunistas fueron a parar a la Gorgona por sus ideales, lo único claro es que la victoria del socialismo llegará. Y ese triunfo será fruto también de nuestro modesto aporte.

Así es que mi mensaje de todo corazón es hacia la concreción de la unidad más amplia, férrea y consecuente. Unidad alrededor de un programa común y alrededor de unas reglas claras y precisas, que permita a cada fuerza crecer pero unidamente, no aisladamente. La unidad es símbolo de victoria, la desunión es signo de derrota. Hay que despojarnos honestamente de las ambiciones personales, buscando el interés común.

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