sábado, 5 de septiembre de 2020

Fortalecer lucha ideológica y política

 


Por Nelson Lombana Silva

 Un ex trabajador de la Caja Agraria me reenvía un vídeo en el que dos “gamines” comentan la infamia del presidente Iván Duque Márquez de “prestarle” a Avianca, empresa de transporte aérea en quiebra hace rato de origen panameña y española, 370 millones de dólares.

Le comento que ya lo vi todo. Ofuscado, me contesta: “Son unos hijos de puta”. Me sorprende el término de grueso calibre que utiliza porque es una persona culta, decente. No es dado a pronunciar esas palabrotas castizas. Como sé que no es agua, no es pez, aprovecho para decirle: “Por eso, tenemos que unirnos para tumbar a esos hps y como nos da miedo empuñar las armas, hay que utilizar el voto, mi estimado amigo”.

Sin pensarlo me contesta: “No creo en política, Nelson. Todos son unos hijos de putas hambrientos de poder para robar”. Entonces, yo le contestó un poco alterado: “Mientras usted siga pensando así, esos hps seguirán cagados de la risa, haciendo lo que vienen haciendo, mi estimado amigo”. “No creo ni en mí mismo”, subraya. Entonces, le contesto: “Esa postura es la que aprovechan esos hps”. Arremete, mi amigo: “No creo en Derecha ni Izquierda. Esa cultura del robo y el saqueo está en nuestra sociedad”, dice y agrega: “Todos queremos hacernos ricos de la noche a la mañana, sin ningún esfuerzo”.

“Mientras el pueblo siga pensando como piensa usted, la tragedia seguirá su curso. La corrupción seguirá adelante. Esa postura claudicante señala que no se puede hacer nada, que estamos condenados eternamente. Desconoce usted de cabo a rabo la historia y los procesos que se dieron, se están dando y se darán, mi amigo. Ojo con eso”, le contestó.

Su respuesta resulta más desconcertante: “Mire como está Venezuela, uno de los países más ricos en petróleo, y estos hijueputas se creen dueños del pueblo, dueños de un país. Es increíble: Saqueando y ellos sí dándose el lujo, aviones, trajes, bienes en el exterior de lo que han robado, que le pertenece al pueblo”.


 Le contestó indignado por el grado de extremo analfabetismo político de un trabajador que estuvo hasta sindicalizado: “Usted repite maquinalmente el discurso de los medios de comunicación al pie de la letra. No sabe ni remotamente que ese es el discurso que quieren esos hps que nos explotan, que digamos. Si usted mira la realidad venezolana desde otra óptica crítica y analítica con criterio propio, distinta a lo que suelen decir: RCN, Caracol, El Tiempo, El Espectador, la Revista Semana, etc, pensaría totalmente diferente. Es decir, ese discurso no es suyo, es el discurso de la clase dominante que lo pone a repetirlo maquinalmente”.

No soporta el debate. Escribe un mensaje y lo borra inmediatamente. Yo me despido y lo invito fraternalmente a seguir debatiendo. Comprendo una vez más que la tarea de alfabetizar políticamente y crear conciencia de clase no es tarea fácil. Mi amigo citado aquí fue sindicalista. Tiene alguna formación académica. Es decir, no es ningún caído del zarzo. Sin embargo, piensa así.

Uno podría decir: Si así piensa un hombre de ciudad, con estudio, obrero terriblemente explotado, incluso, fue liquidado por la Caja Agraria, echado mejor dicho, ¿Qué podría pensar la persona iletrada, analfabeta, alienada, atemorizada y engañada?

Quiero con esto significar la necesidad de fortalecer la lucha ideológica y política al interior de las masas. Es una labor que debe ser permanente. No se puede dar tregua y menos caer en el pesimismo. Mi amigo citado detesta la corrupción, pero no se atreve a actuar, cree que con solo decirles hps es suficiente. Esto se ve a diario. Todavía el pueblo considera que una cosa es la lucha política y otra la lucha económica o ética. Que no existe relación. Entonces, durante los cuatro años condena la postura de la clase dominante por corrupta e incapaz, pero llega el debate electoral y corre a elegirla. Esa contradicción hay que resolverla, intensificando la lucha ideológica y política. Mientras el pueblo no piense por sí mismo, con cabeza propia, será bastante difícil el cambio. Por eso, hay que persistir e insistir. Manos a la obra. A debatir de tú a tú con las masas. No es recetando desde el cómodo escritorio como se educa, es yendo a la barricada y compartiendo con el pueblo codo a codo como se educa consciente y efectivamente. O sea, teorizando y practicando. Ese es el camino correcto, el camino marxista y leninista. No hay otro.

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