jueves, 17 de septiembre de 2020

A la calle…Todos y Todas


 Por Nelson Lombana Silva

La demencial política de terror por parte del gobierno nacional colombiano no para, aumenta en la medida en que su debilidad política se hace más notoria. Realmente, el presidente Iván Duque Márquez, es un cadáver político rodeado de lo más corrupto y descompuesto que hay en el país concentrado en el partido Centro Democrático.

No hay que hacer grandes elucubraciones para decir que la sede presidencial ya no es la Casa de Nariño, sino la hacienda El Ubérrimo, propiedad del narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez. Todas las decisiones al parecer son tomadas desde allí, siendo Duque Márquez un mísero peón del terrorista propietario de ésta.

No son especulaciones. Los hechos hablan por sí solos: 54 masacres en lo que va de 2020, el cruel asesinato del abogado Javier Ordóñez por parte de la Policía Nacional, la masacre de Bogotá a manos de la Policía Nacional, arrojando un saldo trágico de catorce personas asesinadas, 254 heridas, 58 de ellas con arma de fuego.

Los crímenes de la Policía Nacional no son de ahora. Un corto relato histórico devela la racha de asesinatos cometidos contra ciudadanos indefensos y jóvenes. Recuerdo el asesinato del estudiante del colegio Carlos Blanco Nassar del municipio de Anzoátegui (Tolima), Luis Alfonso Vargas, justo cuando se preparaba a graduarse. El 21 de noviembre, el infame asesinato del adolescente Dilan Cruz.

Esta institución, puesta al servicio de la clase dominante, está tomada por la corrupción y la violencia. No hay banda criminal en Colombia que no cuente con Policías, activos o retirados. Generalmente, están involucrados en atracos, chantajes, tráfico de estupefacientes, violaciones, torturas, estafas, amenazas, desapariciones, secuestros, etc.

Sin embargo, el presidente de la república hace caso omiso al llamado del pueblo en general a una reforma estructural y de fondo de esta desprestigiada institución. El Esmad – por ejemplo – debe desaparecer, por cuanto se ha convertido en un nido de criminales y asesinos. Matan y desaparecen a sus mismos hermanos de clase, en defensa exclusiva del capital de la gran oligarquía liberal – conservadora y los tentáculos imperialistas de los Estados Unidos.

El pueblo está indignado. Se compadece con el dolor de padres, hermanos, hermanas y demás familiares de los jóvenes cobardemente sacrificados. El video del abogado Javier Ordóñez, siendo villanamente torturado y asesinado por la Policía Nacional, hiere lo más profundo del alma y la conciencia humana. Si nos produce dolor, rabia e indignación, a quienes no tenemos ningún parentesco sanguíneo con este mártir, que será de su madre, su padre, su esposa, sus hijos, sus hermanos, sus hermanas, sus tíos, sus sobrinos, etc.

Miente el gobierno nacional cuando dice que son simples “frutas podridas”, miente el “ministrico” de defensa cuando trata de sindicar a la insurgencia armada, miente cuando dice que hay investigación exhaustiva, miente cuando dice que habrá sanciones ejemplares. Todos sabemos que destituirán a polizontes de base, pero no a los que programaron y ordenaron la monstruosa masacre. Ellos, seguirán en las alturas conspirando contra el pueblo humilde y desamparado.

Por ello, hay

que radicalizar la protesta nacional, la movilización callejera y la unidad del pueblo en la dinámica de tumbar este régimen y levantar de sus cenizas uno con verdadero rostro humano. Hay que darle una sola oportunidad a la izquierda, Colombia se merece esa oportunidad. Derrotando el miedo, sí podemos hallar una segunda y definitiva independencia. Manos a la obra. Hay que participar de la protesta nacional programada para el 21 de septiembre. La gran caravana nacional debe ser masiva, pacífica y contundente. Hay que hacer temblar este oprobioso régimen capitalista.

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