Por Edison Peralta González
Compatriotas de los estratos bajos de nuestra población 0, 1, 2 y 3: Triunfó la muerte, la desidia, la indolencia, el saqueo, la corrupción, el despilfarro, el odio contra los hijos de pueblo.
Los señores del Congreso, esos malandrines que hacen mayoría en los altares de la patria elegidos torpemente, gracias a la ignorancia y la miseria de los desheredados de este país de sátrapas y verdugos, han decidido que el tirano Ministro de Defensa Carlos Holmes Trujillo siga al frente de su cargo para atropellar líderes sociales, estudiantes, trabajadores, campesinos e indígenas que desfilan por las avenidas, trochas y carreteras en busca de una pronta solución a sus míseras desgracias. De la manguala contra el pueblo se destacan 32 congresistas del centro demoniaco; 30 sinvergüenzas del partido de U; 21 votos cavernarios del partido conservador; un voto de los Cristianos fascistas de la biblia - Mira; la mitad de los señores liberales que presumen serlo y traicionan a sus hermanos de clase, y 1 voto de la tal Justa Libres.
Es la caverna como en la época de la Inquisición y los fascistas legislando y aprobando leyes para castigar a quienes se atreven a levantar la mano contra esclavistas, banqueros, terratenientes y explotadores del pueblo. Ahí está la ley y los fusiles y los aviones y las tanquetas y el Esmad y los coroneles y los áulicos del Congreso, dispuestos a defender la patria de Santander, el traidor, de los intrusos que pretenden apoderarse de los bienes de estos vándalos de la supuesta democracia, armados de figuras celestiales para sumir a nuestro pueblo a la más humillante explotación como en ninguna otra época de nuestra historia.
Qué hacer, amigos míos, darnos golpes de pecho, gritar, llorar, silbar, reír ante tal despropósito? No. Aún nos queda la calle, que es nuestra, los caminos heridos de nuestras veredas, las trochas abiertas por nuestros campesinos e indígenas, el alma armada de utopías de estudiantes y trabajadores sin trabajo, sin paz, sin luz ni patria. El sueño de los muertos que nos indican el camino que debemos recorrer, los fantasmas de los héroes de todas las épocas y todas las edades y todas las mingas, el dolor que consume el agónico espinazo y nuestro estómago vació.
Vamos a derrotar la muerte atrincherada en las caballerizas de los sátrapas. Vamos a desfilar por montoneras para elegir a nuestros líderes sociales, que no podrán matar a todos, elegir concejales y diputados y congresistas campesinos, obreros, estudiantes, ambientalistas, defensores de derechos humanos, hijos del pueblo. Vamos a crear nuestros acuerdos, nuestras leyes, elegir a los nuestros y rebajar el sueldo a todos los sátrapas, vamos a aumentar el salario a los de abajo y a legislar en favor de nuestra pobreza y nuestros sueños. Vamos a encarcelar a los corruptos y reformar las leyes que hacen daño a la vida y al futuro de nuestros hijos y nietos. Vamos a defender la paz sin fusiles y sin dioses. Ya otros lo han hecho y han perdido y algunos traicionado la razón de los de abajo. No es tiempo de fantasías ultramontanas que entorpecen la utopía de los condenados de la tierra y nos sumerge en la esclavitud, desplazamientos y la muerte. Y para ello, debemos estudiar, descubrir las razones de la miseria y la ignominia, vamos a buscar y rebuscar en los papeles, en la oralidad, en Internet, decir a nuestros hijos y hermanos y sobrinos y vecinos que esta patria también les corresponde, que la vida será eternamente superada por la vida y el hombre eternamente superado por el hombre, como lo percibiera un día Gonzalo Arango. No vendas tu voto por dinero, ni mercados, ni drogas, ni míseros contratos que contribuyan a traicionar a tus hermanos, los pobres que no tienen paz, ni pan, ni techo. No justifiques tu inacción por falta de caudillos que te enreden, lee, estudia, deja de ver televisión basura, no comas cuento de las falacias de los medios que te hacen olvidar del hambre que corroe tus entrañas. Es hora de reunirte con los tuyos, no comulgues con los dioses del deshonor, la esclavitud y la miseria. Vamos a reunirnos en convites como lo hicieron un día nuestros abuelos. Vamos a luchar por nuestros sueños.
Manizales, octubre de 2020.
Los señores del Congreso, esos malandrines que hacen mayoría en los altares de la patria elegidos torpemente, gracias a la ignorancia y la miseria de los desheredados de este país de sátrapas y verdugos, han decidido que el tirano Ministro de Defensa Carlos Holmes Trujillo siga al frente de su cargo para atropellar líderes sociales, estudiantes, trabajadores, campesinos e indígenas que desfilan por las avenidas, trochas y carreteras en busca de una pronta solución a sus míseras desgracias. De la manguala contra el pueblo se destacan 32 congresistas del centro demoniaco; 30 sinvergüenzas del partido de U; 21 votos cavernarios del partido conservador; un voto de los Cristianos fascistas de la biblia - Mira; la mitad de los señores liberales que presumen serlo y traicionan a sus hermanos de clase, y 1 voto de la tal Justa Libres.
Es la caverna como en la época de la Inquisición y los fascistas legislando y aprobando leyes para castigar a quienes se atreven a levantar la mano contra esclavistas, banqueros, terratenientes y explotadores del pueblo. Ahí está la ley y los fusiles y los aviones y las tanquetas y el Esmad y los coroneles y los áulicos del Congreso, dispuestos a defender la patria de Santander, el traidor, de los intrusos que pretenden apoderarse de los bienes de estos vándalos de la supuesta democracia, armados de figuras celestiales para sumir a nuestro pueblo a la más humillante explotación como en ninguna otra época de nuestra historia.
Qué hacer, amigos míos, darnos golpes de pecho, gritar, llorar, silbar, reír ante tal despropósito? No. Aún nos queda la calle, que es nuestra, los caminos heridos de nuestras veredas, las trochas abiertas por nuestros campesinos e indígenas, el alma armada de utopías de estudiantes y trabajadores sin trabajo, sin paz, sin luz ni patria. El sueño de los muertos que nos indican el camino que debemos recorrer, los fantasmas de los héroes de todas las épocas y todas las edades y todas las mingas, el dolor que consume el agónico espinazo y nuestro estómago vació.
Vamos a derrotar la muerte atrincherada en las caballerizas de los sátrapas. Vamos a desfilar por montoneras para elegir a nuestros líderes sociales, que no podrán matar a todos, elegir concejales y diputados y congresistas campesinos, obreros, estudiantes, ambientalistas, defensores de derechos humanos, hijos del pueblo. Vamos a crear nuestros acuerdos, nuestras leyes, elegir a los nuestros y rebajar el sueldo a todos los sátrapas, vamos a aumentar el salario a los de abajo y a legislar en favor de nuestra pobreza y nuestros sueños. Vamos a encarcelar a los corruptos y reformar las leyes que hacen daño a la vida y al futuro de nuestros hijos y nietos. Vamos a defender la paz sin fusiles y sin dioses. Ya otros lo han hecho y han perdido y algunos traicionado la razón de los de abajo. No es tiempo de fantasías ultramontanas que entorpecen la utopía de los condenados de la tierra y nos sumerge en la esclavitud, desplazamientos y la muerte. Y para ello, debemos estudiar, descubrir las razones de la miseria y la ignominia, vamos a buscar y rebuscar en los papeles, en la oralidad, en Internet, decir a nuestros hijos y hermanos y sobrinos y vecinos que esta patria también les corresponde, que la vida será eternamente superada por la vida y el hombre eternamente superado por el hombre, como lo percibiera un día Gonzalo Arango. No vendas tu voto por dinero, ni mercados, ni drogas, ni míseros contratos que contribuyan a traicionar a tus hermanos, los pobres que no tienen paz, ni pan, ni techo. No justifiques tu inacción por falta de caudillos que te enreden, lee, estudia, deja de ver televisión basura, no comas cuento de las falacias de los medios que te hacen olvidar del hambre que corroe tus entrañas. Es hora de reunirte con los tuyos, no comulgues con los dioses del deshonor, la esclavitud y la miseria. Vamos a reunirnos en convites como lo hicieron un día nuestros abuelos. Vamos a luchar por nuestros sueños.
Manizales, octubre de 2020.
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