viernes, 11 de febrero de 2022

Gracias a la ley 100, las EPS hacen su agosto


Por Nelson Lombana Silva

A la sombra de la ley 100 de 1993, obra del ex presidente Álvaro Uribe Vélez, las EPS hacen su agosto sin remordimiento alguno. Hace veinte días, tenía malestar estomacal, por lo que solicité consulta médica. La cita me la concedió la Nueva Eps, pasado este tiempo. Ya había superado el malestar, por lo que casi no recuerdo por qué había solicitado la consulta.


Claro, para llegar al consultorio del médico, me había tocado cancelar el copago, la suma de $14.700 pesos. “Lo voy a recetar y le voy a formular un tratamiento para el hígado, pero esto último es particular”, me dijo el médico.  

Me dirigí a la farmacia a reclamar los medicamentos. Lo primero que me dijo la persona que me atendió es que pagara el copago, nuevamente $14.700. “Este medicamento – dijo – lo reclama en la farmacia de la 30”. Me trasladé allí. Primero una fila bajo un sol quemante y después una larga espera en un salón rectangular. Cuando me tocó el turno, la joven que me atendió, se incorporó fue a la estantería y regresó con la noticia que el medicamento no había en el momento. Sin inmutarse me dijo: “El medicamento se agotó pague el copago, $14.700 y la otra semana se lo haremos llegar”.

Monté en cólera. Tanta espera, tanto cobro y sin el medicamento. “Señorita es un irrespeto decir que no está el medicamento pero que pague”, le dije y me marché. Me di cuenta de la trampa de la Nueva EPS: Tener dos farmacias para hacer pagar al paciente (cliente) doble copago.

Me trasladé al centro de la ciudad y pregunté en la primera farmacia que encontré por el valor del medicamento. “Vale – dijo la empleada –  $5600 pesos”.   Quedé perplejo, como diría García Márquez: “Verde de encabronamiento”.

Comprobé una vez más que la salud en Colombia es un negocio gracias a la ley 100 de 1993, un negocio que maneja con entera libertad las EPS.

Esta ley debe desaparecer para que la salud en Colombia vuelva a ser un derecho y no un privilegio. El pueblo debe rebelarse contra tanta injusticia y asumir una posición clara y consecuente. Hacer un pacto histórico de unidad para pensar que la infame ley obedece a decisiones políticas tomadas en el congreso de la república.

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