miércoles, 27 de enero de 2021

La muerte del ministro de guerra


 Por Nelson Lombana Silva

Nuestras firmes convicciones ideológicas y políticas, nos impiden alegrarnos con la muerte de un ser humano. El único que sí ha expresado su complacencia ha sido el matarife y narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez. “Bien muerto”, dijo públicamente en alguna oportunidad al referirse a un ser humano cruelmente asesinado.

La esencia del socialismo es el humanismo y, éste se va materializando en la práctica asumiendo valores como la tolerancia, el respeto por la diversidad y pluralidad, la lucha por la vida y por la esperanza. No en vano dijo el senador Gustavo Petro en un reciente debate desarrollado en el parlamento: “En Colombia nadie sobra”, en respuesta a un vulgar senador uribista, que dijo que en Colombia Petro sobraba y la Colombia Humana.

Por eso, la muerte del ministro colombiano de guerra, Carlos Holmes Trujillo García, no es motivo de alegría de ninguna manera. Tampoco se puede acoger la tesis de que todo muerto es bueno. Hay que decir la verdad y llamar las cosas por su nombre. Como quien dice: “Al pan, pan y al vino, vino”.

En ese sentido, hay que decir que fue un ministro criminal. Se ensañó contra el pueblo humilde, no persiguió la mafia y se puso de pies y manos al servicio de Estados Unidos para agredir a la hermana república bolivariana de Venezuela.

Ocultó deliberadamente el vil asesinato de 28 niños guerrilleros por parte del ejército nacional, en el departamento de Caquetá. Sin pudor ordenó el bombardeo de una manera desproporcionada violando gravemente el Derecho Internacional Humanitario, que habla, precisamente, de la proporcionalidad.

No movió un solo dedo para indagar y castigar ejemplarmente las continuas violaciones de niñas y niños por parte de las fuerzas militares, donde la niña indígena embera es apenas un doloroso ejemplo de decenas y decenas. Todo se manejó casi que con la absoluto impunidad.

Siendo ministro, solo el año pasado, se presentaron más de noventa masacres, según señala Indepaz, más de trescientos líderes populares, sindicales y campesinos, asesinados, algunos por las mismas huestes militares y otros al parecer mediante el binomio militar-paramilitar. Van más de 250 ex combatientes farianos asesinados.  Sigue en la impunidad el horrendo crimen del joven grafitero, Dylan Cruz, a manos del sanguinario Esmad. De igual manera, el infame asesinato del abogado Javier Ordóñez a manos de la Policía Nacional y los diez muertos, en su mayoría jóvenes, en Bogotá, donde está directamente comprometida la policía nacional.

Por estas duras realidades, descritas a manera de ejemplo, se concluye que el ministro fue un incapaz de proteger la vida y honra de los colombianos y colombianas. Un confeso encubridor y un enemigo declarado del pueblo, la vida, la paz, la democracia y la esperanza.  Su procelosa vida impactó negativamente al conglomerado colombiano, porque lo llenó de impunidad, terror y violencia. Carlos Holmes Trujillo García fue un declarado enemigo de los países vecinos, especialmente de la república bolivariana de Venezuela, de Cuba, Nicaragua, Bolivia, etc.

Fue un mal elemento. De todas maneras, lamentamos su fallecimiento y exigimos al presidente Iván Duque Márquez menos carreta, menos corrupción y trato serio con la pandemia de la Covid – 19. Es urgente las vacunas de calidad para todos y todas.

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