sábado, 30 de enero de 2021

Colombia, único país sin vacunas todavía


 Por Nelson Lombana Silva

Según el senador de la república, Gustavo Bolívar, Colombia es el único país latinoamericano que no ha iniciado el ciclo de vacunación contra el virus del coronavirus. Países más pequeños y con sus economías más frágiles, lo están haciendo hace rato. Eso demuestra el grado de ineptitud del gobierno de Iván Duque Márquez. Su poco interés por salvar vidas humanas de la entraña popular, se coloca en evidencia. Pueda que ahora que falleció su ministro estrella, tome cartas en el asunto.

Efectivamente, podría decirse que este gobierno resulta extremadamente inepto. Sin embargo, se podría pensar que su decisión no obedece exclusivamente a su ineptitud, sino a una macabra estrategia política y un marcado interés de que el sector bancario siga amasando fortuna con el dolor del pueblo colombiano.

El año anterior, este sector al parecer obtuvo ganancias por más de 21 billones de pesos y los grandes consorcios nacionales e internacionales se consolidaron, mientras miles y miles de microempresas quebraron porque no hubo solidaridad por parte del gobierno nacional. Es la cruda y criminal dinámica del capitalismo.

Lo evidente es que el gobierno nacional y el Centro Democrático, han utilizado la pandemia como sombrilla protectora, ante la inconformidad generalizada de las masas populares, campesinas e indígenas. La estrategia de inmovilidad al parecer les ha dado enormes réditos, por eso, persiste en la torva y salvaje medida de demorar la vacunación. Además, que al parecer busca un leonino contrato, pues se ha venido denunciando que la vacuna que cuesta tres y cuatro dólares en países vecinos, el señor Duque y su patota, quieren cobrarla a 21 dólar la unidad.

Así las cosas, el tema de la pandemia además de tomar un carácter grave de salubridad, asume también un carácter político. La vacuna no ha llegado al país, básicamente por una decisión política, con intereses mezquinos y criminales muy fáciles de percibir. El gobierno colombiano sabe que el descontento nacional es generalizado. Ya escuchamos hasta bases uribistas criticando el gobierno y a su mismo mentor, el matarife o narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez. El pueblo está a punto de desbordarse. No aguanta más mentira, demagogia y criminalidad impuesta por este régimen neoliberal, corrupto y miserable.

El desempleo alcanza cifras inverosímiles, la corrupción alcanza todas las dependencias del Estado y la violencia contra el pueblo se acentúa en todo el país. Ayer, se presentó otra masacre de tres campesinos en Santander y el grado de impunidad en Colombia, es cada día más grande.

El gobierno nacional y el Centro Democrático, lanzan cortinas de humo para intentar desviar la atención del pueblo y de una manera cobarde y peligrosa colocar en tela de juicio la dignidad de países hermanos como la hermana república bolivariana de Venezuela y Cuba, por ejemplo. Por estos días, se ha dicho que dizque Cuba estaría interesada en influir en las elecciones colombianas de 2022. Semejante exabrupto y canallada lo difunde en la desprestigiada revista Semana, órgano informativo del criminal ex presidente Uribe y su patota.

En relación con la república bolivariana de Venezuela, Duque por orden expresa de su jefe, no ha dudado en prestar el territorio nacional, para agredir desde aquí a ese hermano país, país que tanto le ha apostado a la paz en Colombia y tiene en su seno a más de seis millones de colombianos y colombianas, en su gran mayoría que tuvieron que salir, huyéndole al terrorismo de Estado, a la pobreza y a las hordas del paramilitarismo. “Así paga el diablo quien bien le sirve”, dice el dicho popular.

Un gobierno espurio, capaz de cohonestar con la mafia y jugársela en su momento con el mayor terrorista internacional, Donald Trump, no puede extrañarse la lentitud en la adquisición de las vacunas, ni su marcada relación con cálculo politiquero. Cálculo que busca continuar con la inmovilidad del pueblo para que no exija en las calles lo que realmente le corresponde.

Ante esta cruda realidad hay que actuar con decisión y coraje. Asumir una postura crítica y orgánica. Decir y hacer. Se hace necesario la unidad de la izquierda y los sectores democráticos. No hay otro camino posible.

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