lunes, 23 de noviembre de 2020

Estrategia violenta de la burguesía colombiana

 

                                             Protestas en Colombia por las masacres. / EFE

Por Nelson Lombana Silva

La burguesía colombiana desarrolla su estrategia violenta de cara al debate electoral que se avecina, aspecto que realmente no es nuevo, quizás en esta oportunidad lo hace con más sevicia pensando que el enano se le ha crecido y teme perder su poder histórico sostenido a sangre y fuego.



El cuadro es desolador. Las masacres se han disparado como nunca en Colombia y la causa no es propiamente el cuento manido del narcotráfico. Al contrario. Es el sofisma de distracción, porque en realidad la causa fundamental de la violencia en Colombia tiene que ver con el modelo capitalista neoliberal, cuya supervivencia depende en grado sumo del terrorismo de estado.

Lánguidamente, el presidente Iván Duque Márquez, sale a responsabilizar a su antecesor, siendo de alguna manera la otra cara de la misma moneda. Un jueguito estúpido de palabras para evadir el bulto de su inmensa responsabilidad. No más mentiras. Lo que está en plena ejecución es el terrorismo de estado.

Las cifras son escalofriantes: Hasta la fecha y durante este año, son 76 masacres de campesinos, entre ellos, sindicalistas, líderes populares, campesinos, desmovilizados de las Farc - Ep e indígenas para un total de 310 víctimas inocentes.

La matanza es nacional: En Antioquia, 18 masacres; en Cauca, 12; en Nariño, 9; Norte de Santander, 6. Sin embargo, el torpe ministrico de defensa sale a decir que son hechos aislados, problemas de enaguas y retaliaciones entre los mismos farianos desmovilizados.

El pueblo debe saber: Es el plan estratégico del Centro Democrático, el Partido que gobierna a las anchas el país con la complicidad de Estados Unidos. Busca por todos los medios sembrar y dimensionar el terrorismo de estado. Esto del terror siempre lo ha utilizado Álvaro Uribe Vélez y hasta ahora le ha dado réditos. El pueblo, pueblo va a las urnas atemorizado, alienado y engañado.

Eso explica por qué las distintas estructuras del paramilitarismo, desde las distintas brigadas del país, se vienen actualizando y reorganizando de una manera casi pública y descarada con la indiferencia y en algunos casos seguramente con el aval del gobierno nacional.

Por estos días, un docente de Risaralda fue ultimado y uno más, Bayron Revelo Insuasty, en Tumaco, quien además era dirigente sindical y pertenecía a la Colombia Humana – Unión Patriótica. Como siempre los esbirros del régimen declaran investigaciones exhaustivas, una mentira más que el pueblo sabe de memoria.

Hay que entender entonces que esta violencia que estamos viviendo hace parte de la estrategia de la gran burguesía de cara al próximo debate electoral. Con esta política terrorista de estado, las pocas familias que han venido manejando el país hace más de doscientos años, unas veces con el rótulo azul y en otras con el rojo, se empecinan en seguir gobernando en contra del querer popular y sobre montañas de crímenes horripilantes.

Esta política de terrorismo de estado, aupada con la mentira, los falsos positivos y el desprestigio exacerbado de la oposición, hacen parte de esa gran estrategia criminal y antidemocrática que cocina a todo vapor la clase dominante en Colombia.

Ante esta cruda y dolorosa realidad, el pueblo debe prepararse para librar una gran batalla. En este duro combate la neutralidad no sirve, hay que tomar posición definida y consecuente. En ese contexto, el llamado es a hacer un gran frente democrático, capaz de detener el galope tormentoso del fascismo a la colombiana. La unidad es el camino. No hay otra alternativa. Un programa claro y unas reglas concretas, deben concitar la más grande convergencia nacional. La bandera de la paz no se puede doblegar ante estos ampones que gobiernan a este lacerado país. El destino del pueblo colombiano no puede ser la muerte, debe ser la vida, la paz y convivencia en el marco de la diferencia y pluralidad. Hay que hacer esfuerzos por llegar al barrio y a la vereda con el mensaje de la vida y de la esperanza que encarna la izquierda colombiana.

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