sábado, 10 de octubre de 2020

Por un partido fuerte, revolucionario y unitario


 Por Nelosi

(Intervención de Nelson Lombana Silva en el espacio: “Sábados con Paco”, Ibagué (Tolima), 10 de octubre de 2020)

Compañeros y compañeras:

Es importante comenzar este conversatorio, echando una mirada suscita al escenario internacional, no solo por el fenómeno en sí de la globalización, sino por la fuerte dependencia de Colombia a los dictámenes imperialistas de Estados Unidos.

El poder imperial que históricamente ha ejercido este imperio, resulta monstruoso y en vez de ceder, por el contrario, se ha venido exacerbando en una forma cada vez más abierta, descarada y violenta.

Es tal la dependencia en estos momentos, que pareciera que el destino de la humanidad estuviera circunscrito a las elecciones presidenciales que efectuará Estados Unidos el 3 de noviembre. Igualmente, es tan violenta la dependencia de Colombia al Tío Sam, que la actual burguesía colombiana liderada por el inepto y criminal presidente Iván Duque Márquez, ha roto la tradición de toda la vida de respetar la decisión interna del imperio. En esta oportunidad, se ha puesto abiertamente en favor del gran gánster, Donald Trump. Eso seguramente tendrá sus implicaciones a corto, mediano y largo plazo.

Desde luego, que no es accidental o casual dicha posición. Podríamos decir que hay una característica especial que identifica a estas dos naciones: Ambas están gobernadas por las extremas derechas, por lo más descompuesto, carcomidas por la corrupción, el narcotráfico y la brutal explotación del hombre por el hombre. Esa dolorosa postura contra sus pueblos, los une.

No es gratuito que los Estados Unidos insista constantemente y de distintas maneras, en proteger al narcotraficante colombiano número 82, dicho por la misma CIA, Álvaro Uribe Vélez. El recorrido permanente por nuestro territorio del secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, ordenándole desde la misma Casa de Nariño qué debe hacer Iván Duque Márquez.

La situación internacional, sobre todo hemisférica, se hace más compleja con el plan en marcha de Estados Unidos de invadir militarmente a la hermana República Bolivariana de Venezuela; intensificar el brutal bloqueo integral contra la heroica república de Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, entre otros países hermanos de la región.

En el marco de estos leoninos planes imperialistas, altamente agresivos, resulta vergonzoso y más que vergonzoso, peligroso, la utilización de Colombia como playa de agresión hacia nuestros hermanos pueblos latinoamericanos.  

Por obra y gracia de la pusilanimidad y sumisión de la oligarquía colombiana a Estados Unidos, nuestro sagrado suelo patrio, está convertido en un verdadero polvorín con el único propósito de agredir las hermanas repúblicas, que poco a poco, se han ido independizando con dignidad de la égida imperialista norteamericana. Al decir, un polvorín, no es una exageración, es una terrible realidad: Más de nueve bases militares gringas en Colombia, el arribo recientemente de asesores militares de ese país, más soldados gringos, base naval, buques con armamento sofisticado patrullando en nuestro mar territorial, es lo que sucede en Colombia, mientras millones de compatriotas alejados de su realidad, totalmente incomunicados y cruelmente amaestrados por los medios de comunicación, religiones y pensum académico, duermen apaciblemente sobre toneladas de dinamita.

Hay que decirlo con franqueza: Una agresión militar contra la hermana República Bolivariana de Venezuela, es una agresión militar contra Colombia. Las repercusiones son incalculables y apocalípticas. Colombia sería sacudida por las bombas, los misiles y demás armamento mal llamado inteligente. Un dicho elemental así nos lo dice: “El que va a dar, también va a recibir”. El hermano pueblo venezolano no está solo y hasta los poemas de Pablo Neruda o del camarada Edison Peralta, saldrán en masa a rechazar la guerra de rapiña de Estados Unidos con la complicidad cobarde de la oligarquía colombiana.

Nuestra postura, queridos compañeros y compañeras, camaradas: Será de indignación, de rechazo y de acción conjunta. No podemos cruzarnos de brazos y menos pensar que el pleito es problema de los dirigentes de las alturas. Es también nuestro problema. Por eso, hoy tenemos que lanzar un llamado nacional e internacional, desde Ibagué, en defensa de la paz y la libre autodeterminación de los pueblos. Tenemos que convocar a todos los pueblos del mundo a impulsar el respeto por la Soberanía Nacional y la Paz Mundial. En medio de la tormenta, los Comunistas debemos seguir con la bandera de la paz muy en alto.

Ahora miremos también sucintamente la situación nacional. Un gobierno elegido con trampa, fusionando hábilmente, el narcotráfico, el terrorismo de Estado y desde luego, la Registraduría Nacional del Estado Civil. Quien escruta, elige, la sentencia del Padre Camilo Torres Restrepo, no pierde vigencia, actualidad.

Iván Duque Márquez, que salió a la luz pública casi que de la noche a la mañana como candidato de bolsillo de Álvaro Uribe Vélez y del sector mafioso de la gran oligarquía que gobierna hoy, pues se ha dedicado a cumplirle cabalmente a ese sector mafioso. Todo su accionar lo ha dedicado a proteger el gran padre de la mafia propietario de la hacienda el Ubérrimo.

Por eso, no es exagerado decir que hoy Colombia no se maneja desde la Casa de Nariño, sino desde esta hacienda. Y todos sabemos que el proyecto uribista, se inspira en la violencia, basado en dos elementos claros: El narcotráfico y el paramilitarismo. Todo esto con el respaldo irrestricto hasta ahora de Estados Unidos.

En ese obedecer permanente, el presidente ventrílocuo, se ha dedicado a hacer trizas el acuerdo de paz de la Habana, suscrito entre la entonces FARC – EP y el Estado Colombiano. Además, echar por la borda los diálogos con ELN y demás fuerzas insurgentes armadas que hoy existen en Colombia.

En su afán de cumplir, no duda en violar la Constitución Nacional, incrementar las ejecuciones extrajudiciales, mal llamados falsos positivos y utilizar la fuerza bruta militar – paramilitar y policial para reprimir la protesta social nacional. Impulsa el Plan Colombia II y dispone de toda la logística nacional a cumplirle a Estados Unidos en su empeño de invadir militarmente a la hermana República Bolivariana de Venezuela.

El cuadro desolador del país se agiganta con la pandemia del Covid – 19 y la intensificación del neoliberalismo, modelo ya caduco y rechazado por muchos países, pero que Estados Unidos se empecina en colocarlo a sus países dominados como la última panacea civilizatoria.

Cientos de personas siguen muriendo en las puertas de los hospitales y clínicas, la ley 100 de 1993, sigue haciendo estragos descomunales y tragedias aterradoras se suceden a diario en todo el país, al extremo que ya como que no nos conmovemos.

La educación sigue navegando no solo en la mediocridad, sino también en la descapitalización y en pocos estudiantes. La política del gobierno nacional no es facilitar el ingreso de los jóvenes a las aulas de clase, sino en fortalecer el ICETEX de una manera burda y descarada. Su propósito es amarrar al estudiante con una deuda onerosa para que no proteste, sea dócil y sumiso. No cesa en su empeño de privatizar el Sena.

El campesino sigue abandonado, lo mismo el indígena, el afro y el rom. Los campos se han ido paramilitarizando y militarizando, con el único propósito de garantizar la presencia allí, de las multinacionales y transnacionales, quienes tienen la misión de robarse los recursos naturales y dejar vastas regiones convertidas en desiertos seriamente contaminados. Esta política de la destrucción ambiental se incrementa, mientras tanto el gobierno va al seno de las Naciones Unidas a mentir y a despotricar contra la hermana República Bolivariana de Venezuela.

Ciertamente, su gobierno es de terror. Más de 65 masacres en los últimos meses, más de 300 líderes sindicales, campesinos e indígenas asesinados, más de 251 ex combatientes farianos, asesinados, mujeres, hombres, niños y adolescentes que a diario caen unas veces por las balas asesinas del Estado, en otras por las balas asesinas del paramilitarismo, en otras por las políticas antidemocráticas que generan hambre, abandono y soledad. Esto, compañeros y compañeras, no es un invento del Partido Comunista Colombiano, Local Ibagué, es una terrible realidad que usted palpa a cada paso que da.

¿Qué hacer? Decir y hacer

El diagnóstico resumido presentado hasta aquí, lamentablemente es cierto e irrefutable, lo padecemos dolorosamente. Pero, no podemos quedarnos con el solo diagnóstico, es necesario avanzar en el planteamiento del problema y, sobre todo, auscultar soluciones. Nosotros somos las víctimas y mal haríamos en esperar que las soluciones vinieran de los victimarios, en esta caso la oligarquía liberal – conservadora.

Los comunistas tenemos claro que el único que puede poner fin a ese reinado de violencia, miseria y explotación que hay en Colombia, es el pueblo, nadie más. Lo único que tiene que hacer el pueblo es politizarse, organizarse, unirse y actuar. El pueblo unido jamás será vencido, es la consigna que no pierde vigencia.

Por eso, el primer deber del Comunista consiste en prodigarse a fondo en el tema de la Unidad. La unidad es táctica y estrategia, diría en su momento el carismático guerrillero argentino, Ernesto Che Guevara.

La unidad es el estandarte que ha venido ventilando el Partido Comunista Colombiano desde su fundación. En eso ha sido reiterativo y consecuente.

La burguesía nos tiene divididos en Partidos y en religiones. Los medios de comunicación en su papel alienante, alimentan en grado sumo el individualismo, en “sálvese quien pueda”. A toda esa marrullería la respuesta del Partido Comunista es el llamado a organizar una Alianza  política y social cultural, étnica, de mujeres y género, de carácter antifascista.

Propone solución democrática y popular de la terrible crisis que estremece las entrañas del pueblo colombiano, aumentada con la pandemia del Covid – 19. En ese sentido, llama una vez más a la movilización, a la lucha callejera, en defensa del pueblo, muy especialmente de los pequeños y mediano empresarios que hoy se hunden en la quiebra, mientras Iván Duque Márquez, acaricia la posibilidad de prestarle (¿Regalarle?), 370 millones de dólares a una empresa de transporte aéreo que no es colombiana y tiene su centro de acción en un denominado “paraíso fiscal”.

También los comunistas proponemos la más férrea cruzada por la defensa del acuerdo de la Habana, por un diálogo directo con ELN y demás fuerzas insurgentes armadas que hoy hay en Colombia. Todo apuntado a la defensa del más elemental derecho del ser humano: La vida. También del sistema integral de verdad, justicia, reparación y compromiso de no repetición y, garantías plenas y democráticas a la oposición, en el marco de ese acuerdo discutido en Cuba y firmado en Bogotá, entre la entonces FARC – EP y el Estado Colombiano.

La apuesta estratégica de los comunistas que está en discusión por supuesto, es la unidad hacia la construcción de un Nuevo Poder Popular, desde los territorios y que sea soporte de los Cambios que necesita Colombia.

Así, compañeros y compañeras, el método es la unidad de acción con la combinación de la acción de masas, la movilización y la acción permanente. Nada de quedarnos sentados o sentadas esperando ver pasar el cadáver de la gran oligarquía colombiana, nuestro compromiso revolucionario es actuar permanente en la trinchera que nos depare las circunstancias y el momento histórico. La perspectiva que tenemos enfrente son las elecciones de 2022 y el papel histórico que debe jugar la Unión Patriótica – Colombia Humana. Es deber de los comunistas prodigarse a fondo en esta actividad, promocionando candidatos unitarios, destrabando procesos unitarios y avanzando con decisión y coraje. Todos y todas, caben en este duro, pero emocionante proceso.

Debemos reinventar  la presencia comunista en las movilizaciones para que se haga más visible por su cantidad y calidad. En cada movilización debemos rechazar consecuentemente la presencia de tropas extranjeras en Colombia, pactos por las alturas contra la soberanía nacional como el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), supresión de la doctrina del enemigo interno, la iniciativa de guerra antidrogas. Por el contrario, exigir la seguridad humana, el respeto a los Derechos Humanos y las libertades ciudadanas.

Debemos estar atentos a las distintas acciones que se vienen proponiendo en el país por parte de organizaciones sindicales, populares, indígenas y campesinas, no simplemente con una declaración pública, sino con la participación activa de los comunistas desde los barrios y las veredas de la ciudad musical de Colombia, Ibagué. Hay que crear allí comités, definiendo claramente las propias reivindicaciones de dichas comunidades para colocarlas en contexto con las reivindicaciones regionales y nacionales. Construir desde la base es nuestro deber. Así lo enseña el marxismo y el leninismo.

Compañeros y compañeras, una forma concreta de pasar de la teoría a la práctica, es participando activa y creativamente de las discusiones que se vienen dando en la escena nacional alrededor de las tesis del 23 Congreso Nacional del Partido Comunista Colombiano. Conocerlas, analizarlas, agregarles, quitarles y/o respaldarlas es un deber de todo comunista y por su intermedio del pueblo colombiano.

La discusión de estas tesis se debe adelantar de cara al pueblo, tener amplio espíritu crítico y autocrítico y asumir posiciones radicales cuando haya lugar para que el Partido Comunista Colombiano, siga siendo el Partido de la vida y de la esperanza para millones y millones de colombianos y colombianas que caminan hoy en la desesperanza en campos y ciudades. Un partido desburocratizado, militante y unitario, fraternal y solidario, será el camino que debemos seguir con el estudio juicioso de las tesis del 23 Congreso. El Partido Comunista Colombiano debe fortalecerse desde las regiones, pues Colombia es un país de regiones. La descentralización es una necesidad histórica que debemos materializar en la práctica.

Muchas gracias

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