domingo, 30 de junio de 2019

Un Comunista de principios

Por Nelson Lombana Silva

La muerte física del camarada Nelson Raúl Fajardo Marulanda, acaecida en Bogotá, genera incertidumbre en el proletariado colombiano por su decidida y leal lucha al lado del pueblo desamparado y humillado constantemente por esta rancia oligarquía colombiana. Murió erguido bajo el flamear de la bandera roja y los principios fundamentales que orientan a los comunistas. No vaciló.


Realmente no tuve la fortuna de ser su amigo personal. En cambio sí fui camarada miembro del comité central del Partido Comunista Colombiano como en dos o tres períodos consecutivos. Siempre lo miré con respeto y admiración. Serio y aplomado en sus conceptos se preocupaba por desarrollar creativamente los principios que guían el Comunismo, sobre todo en temas relacionados con la economía, la educación y la organización.

Tuve la oportunidad de entrevistarlo en varias oportunidades, entrevistas que utilicé como material de estudio en el regional Tolima. Sus visitas a este regional dejaron muchas enseñanzas porque sus exposiciones fueron muy centradas, organizadas y pedagógicas. El diálogo con el camarada Fajardo Marulanda, realmente fue muy escaso, pero eso sí muy productivos. Los textos que escribió los adquirí en su mayoría, desarrollando así un poquito más el universo complejo de la economía.

Un camarada culto, respetuoso y tímido. No hablaba por hablar. Era crítico y propositivo, profesor universitario. Indudablemente, aportó teoría y práctica en el desarrollo de las tesis del Partido Comunista. Me atrevería a decir que fue un comunista hormonal, un comunista clásico, que desde un principio entendió que la lucha comunista, la lucha de clases, tiene dos elementos centrales y vitales: Teoría y Práctica.

Cuando me autografió uno de sus libros sobre economía tuvimos la oportunidad de conversar sobre el tema, confesándole que era un área del conocimiento que poco me gustaba y por lo tanto, la veía compleja. Se ofuscó. Dijo que era cuestión de concentración y organización su comprensión. Pero, se ofuscó más cuando le dije que algunas columnas publicadas en el semanario VOZ La verdad del pueblo, no las comprendía y menos les hallaba el mensaje. “Hay que aprender a leer economía, camarada”, me dijo.

Sus conferencias, charlas e intervenciones en los congresos y en los plenos nacionales, los escuchaba con mucha atención, porque de cada intervención suya sacaba enseñanzas científicas y políticas muy importantes. Siempre me saludó con una deferencia especial. Hubo oportunidades en que me invitaba a un tinto, al calor del cual, intercambiamos opiniones y posturas políticas. Tengo la sensación que no era un conversador prolífero, pero sí muy centrado en sus opiniones. Fue, indudablemente, un convencido del comunismo, de la lucha del proletariado y de la importancia de la revolución socialista.

Agradecer su profundo espíritu revolucionario, su decisión inexorable a pesar de las amenazas en su contra y del cruel asesinato de su hermano por hombres amaestrados y financiados por el estado capitalista. Se mantuvo, como los grandes, en la vanguardia revolucionaria. Su mejor homenaje: Estudiar sus textos y sacar de ellos lo mejor para seguir adelante. Un estudio crítico, analítico y propositivo, sobre todo por la juventud que tiene la misión histórica de mantener en alto estos ideales y esta bandera impoluta y promisoria. La historia no es de saltos cortados, es de continuidad caracterizada por tres momentos: Pasado, presente, futuro. Ningún momento se puede desligar del otro.

“Tocayo”, como le solía decir cuando ya había un poquito de confianza, e incluso, él mismo me decía así: Gracias por su formidable accionar, éste no será estéril y se multiplicará en toda Colombia y por qué no en América Latina. Simplemente se nos ha adelantado. “Hasta la Victoria, Siempre” o como diría el comandante Fidel Castro: “Patria o muerte, venceremos”.

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