domingo, 9 de diciembre de 2018

Gobernador llegó al cañón Combeima con las manos vacías

Por Nelson Lombana Silva

La publicitada visita del gobernador Oscar Barreto Quiroga al cañón del Combeima el pasado 7 de diciembre en horas de la tarde, terminó siendo un verdadero “paquete chileno”, sin sonrojarse llegó con las manos vacías haciendo promesas como si estuviera en campaña, cuando su lúgubre administración comienza a ser iluminada con el sol de los venados.


Es absurdo, diríase burlesco, llegar un mandatario a la comunidad a estas alturas a hacer promesas, ofrecimientos y anuncios con el único propósito de ilusionar y crear falsas expectativas. Que lo haga en campaña o en los primeros meses de mandato, vaya y venga.

Afortunadamente, la comunidad no comió cuenta. No salió. Enconchó a mascullar la administración departamental que se esfuma sin pena y sin gloria. Se mantuvo al margen. Uno que otro mirón y pare de contar.

El locutor de la emisora de la gobernación se rasgaba la garganta afirmando irresponsablemente que el desfile automotor superaba los 600, cuando en realidad no alcanzaba los cien y la mayoría hacía parte del cuerpo de seguridad del agresivo y violento gobernador.

Los empleados y contratistas fueron al parecer obligados a asistir. “No quería asistir, pero toca estar en la jugada”, dijo una funcionaria frunciendo el ceño al preguntar hasta qué horas había servicio de busetas.

Un habitante del corregimiento de Villa Restrepo hizo una radiografía cáustica del evento al otro día. “Qué necesidad tiene el gobernador de traer sus empleados a malgastar dinero acá. Hágalo allá en su gobernación. Vinieron y comieron lechona, dejaron el parque convertido en un muladar y se fueron. No hay razón”, dijo. 

“Son cosas absurdas – agregó – yo subía en el trancón más verraco y vi a unos empleados entregando unas cachuchitas de papá Noel, me dio por pedir una y la niña me dijo que no, que era para la comunidad residenciada a la vera de la carretera”. Agregó: “Lo más triste que vi fue que llegó esa funcionaria a una casa y preguntó por el número de niños. La señora le dijo que eran cuatro. La funcionaria le entregó un gorrito diciendo: Se lo rotan”.

Dijo que la promocionada degustación de aguardiente fue una verdadera engañifa, porque a los pocos asistentes solo les ofrecieron un traguito en copa diminuta. “Al ratico – dijo – no había ninguna degustación y sí venta de licor”.

¿Qué dijo? Lo mismo que dicen los candidatos en campaña: Anuncios y más anuncios.

Hay un proyecto de pavimentar la principal arteria vial del cañón. No ha comenzado en forma y sin embargo hay lujosos pasacalles que dicen: “Cumplimos”. El afán politiquero de este mandatario de extrema derecha es inmenso. Lo único cierto es que adquirió un bien en la zona y al parecer viene construyendo un verdadero bunquer, una casona de descanso.

Este gobernador ha sido amigo de la megaminería a cielo abierto y del militarismo a ultranza, avezado barón electoral. No tiene obras qué mostrar, pero se las inventa y cacarea tanto como la gallina al colocar el huevo.

Infortunadamente, la comunidad no sabe completamente que toda esa fanfarria que suele montar a diario es por cuenta del pueblo, pero quien la explota políticamente es el mandatario derechista. Nunca un mandatario saca de su bolsillo. Son los onerosos impuestos que a diario pagamos todos y todas, menos los grandes oligarcas en Colombia.


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