viernes, 11 de julio de 2014

Nuevo rostro sede comunista en Tolima comienza a materializarse

Por Nelson Lombana Silva



Ayer el sol no despuntó radiante. Tampoco amago de lluvia. Fue un día “toldado” fresco que permitió avanzar en la actividad de refaccionar la casa departamental de los comunistas del Tolima. Una vez más puntuales. Es más: El mismo libreto. La diferencia es que en esta oportunidad, Claudia, la recepcionista del señor gobernador, anunció que el mandatario estaba atendiendo, pero que tocaba tener paciencia.



“Tengo el antídoto para las esperas extenuantes”, le dije a la funcionaria de ojos zarcos y mirada transparente. Saqué del maletín el libro intitulado: “El único camino” de Dolores Ibárruri, la pasionaria. “¿Cuántos libros se lee don Nelson en la semana?”, me preguntó con cierta ingenuidad y curiosidad a su vez. “Depende del tamaño del libro, el contenido y la disponibilidad de tiempo”, le contesté al acomodarme en uno de los asientos en la sala de espera.


La gente se fue arremolinando, todas con el mismo propósito: Hablar con el mandatario departamental. Entre conversaciones difusas y baladíes,  concentré la atención en la lectura del libro. Es una lectura apasionante. Dolores Ibárruri es una comunista del país Vasco que escribió su vida con letras de oro macizo. Un ejemplo inmortal de lo que debe ser un comunista. Eso es comunismo. “Conocí la literatura marxista y este conocimiento fue para mí como una ventana abierta en mi conciencia hacia la vida”[i], señala sin ambages.


Fue una lectora incorregible. Dice: “En mí afán de saber, no dejé un libro de la biblioteca  de la Casa del Pueblo de Somorrostro sin leer”.[ii] ¿Cómo fue su encuentro con el pensamiento marxista – leninista? “Leí a Marx y a Engels, quienes me reconciliaron con la literatura socialista revolucionaria. Y después de haberme aprendido casi de memoria el Manifiesto Comunista, me atreví con un resumen de El Capital hecho por un francés, que si no era una maravilla  en la selección de las partes más importante de la gran obra científica marxista, me bastaba entonces para comprender, aunque fuese de forma rudimentaria, dónde estaba la causa de nuestra miseria y el origen de la fortuna de nuestros explotadores”.[iii]


¿Teorizó solamente? No. Fue teoría y práctica. En eso fue consecuente y diáfana. Al lado de su marido y sin él por la cruda represión se mantuvo firme, clara políticamente. Avancé en esta oportunidad hasta la página 184 de un libro que tiene 585. Encontró en la lucha revolucionaria el único camino posible para alcanzar la libertad y la justicia. “Sé que el camino de la lucha por el Socialismo, que he emprendido, es el único camino que existe para nosotros”.[iv]


Otro pasaje conmovedor de su lucha consecuente, no de simple y mentirosa carreta de los que suelen hablar por hablar: “A veces debía llevar conmigo a las reuniones a mis hijos pequeños, porque no tenía con quien dejarlos. A veces los hacia dormir y salía silenciosamente de casa para que no se diesen cuenta de mi ausencia”.[v]


Tenía autoridad para ser crítica y autocrítica. Su vida era acción, movimiento. Por eso pasó de la simple aldea minera a la dirección del Partido Comunista. Caramba: contra el querer de los que dicen que los periodistas no hacemos nada, pues Dolores Ibárruri, al igual que Marx, Engels, Lenin, etc, también hizo sus pinitos de periodismo comprometido, al hacer parte de la redacción de “Mundo Obrero”, diario central del Partido Comunista de España.


Durante la segunda vez que fue a la cárcel. El carcelero le reclamaba así: “Hasta que usted no ha venido aquí, la cárcel era silenciosa, las mujeres humildes, disciplinadas. Hoy es un hervidero de protestas, de malestar”.[vi] Así las cosas, Dolores Ibárruri no se dejó amedrentar por los barrotes de la prisión, por el contrario, aprovechó el crudo escenario en las peores condiciones para educar y crear conciencia revolucionaria, comunista. No iba de carreta. No era “pantallera”. Era revolucionaria.


Hacia las 11:30 de la mañana me interrumpió Claudia para decirme: “El gobernador no lo puede atender, dijo que sabe para qué lo necesita y que venga el lunes a primera hora. Que lo disculpe”. Como dice la canción: “Después de un desengaño qué importa uno más”. No me incomodó el desaire en esta oportunidad. Dije para mis adentros: “De pronto el lunes volveré a tener tiempo “obligado” para seguir leyendo este u otro libro”.


Entonces volví a la sede comunista. Los mismos camaradas trabajando a todo vapor. Un entusiasmo desbordante. Una esperanza de cumplir con lo presupuestado, pero sobre todo con la conciencia revolucionaria. Danilo, entraba y salía admirando la labor de los compañeros. El menú del día sazonado nuevamente por el compañero Gilberto era un mondongo apetitoso. Una vez me puse el traje de fatiga, nos acomodamos a comer. Al terminar, una rica tertulia política. Ya no era el fútbol, era la política con el tema de que el Partido se desarrolle en el Tolima. Ni una sola crítica destructiva, arrumes de propuestas para avanzar y la retahíla nuestra: “El Comunismo es teoría y práctica”. “Hay que hacer una inauguración con rumba incluida y venta de cerveza para recolectar fondos y comprar silletería”, dijo Gilberto. “Me inclino por una celebración sobria y política con la presencia de dirigentes nacionales del Partido, una copa de vino y de pronto una urna para que los asistentes depositen voluntariamente”, dijo Eduardo. “Con cien compañeros que logremos organizar y convencer que done cada uno diez mil pesos, se puede comprar la silletería”, dijeron Miguel y Botache. Nosotros opinamos: “Al término de la obra hay que reunirnos como organismo para evaluar y proyectar. Hay que encontrar la esencia de la actividad más allá del hecho mismo de pintar la sede. Cuál es el hecho político. Qué buscamos”.


No demoró en aparecer la compañera Ruth. Sonriente. Un saludo corto y a trabajar. Toda la tarde estuvo activa. Pero además, gestionó recursos para comprar un tarro de estuco y hoy la alimentación. También participó de la tertulia sobre la comunicación que debe fluir al interior del Partido. La necesidad de la comunicación de doble vía para saber con exactitud qué hace la base y qué hace la respectiva dirección. Pero sobre todo, cómo se puede coordinar las respectivas dinámicas en la dirección de hacer del Partido un Partido de masas con capacidad de liderazgo, unidad, solidaridad y combatividad. Más tarde cruzó por allí los camaradas Ricardo Castiblanco y Edison Peralta González, quien nos alegró con este maravilloso poema de su propia autoría:


Elegía – 2



Estas voces enlutadas que discurren

Por los bordes globalizados

Del odio y la avaricia

Esta agonía

Que regurgita la ruindez

De un dios que nos oprime

Esta frialdad ignara

Que carcome los espacios enredados

De los Soles

Las Estrellas y el terror

Estos áulicos idiotizados de la pluma

Que envilecen la cultura

Y arrastran el cuerpo de Cristo

En las tribunas

Esta distopía que oscurece

Los sueños libertarios de Abya Yala

Estas calles vacías

Este olor

A harapos y desdichas

Estas lágrimas henchidas

Que resbalan

Por las células rasantes

De mi rostro

Ésta amarga derrota

Que traspasa los caminos

Y me azota

Esta lucha eterna

Atada a los sueños

Y los dioses

Estos grillos

Que laceran la esperanza

Estos gritos lastimeros

De las horas y los miedos

De los desplazados de la tierra

Estas ignotas distancias

Adormiladas en las furias

Acorralan la justicia

Y alienan las orillas

Sangrantes de la savia

Estos tétricos silencios

Pendidos de mi piel

Que me persiguen

Este afán de buscarte

Entre las hendiduras

Perdidas de tu ausencia

Esta paz que se acerca

Y que reboza la estupidez

Y las casacas

Estos ríos de sangre que caminan

Por los cauces dolidos

De las arenas y las hojas

Este afán dislocado de los huesos

Que revienta en estallidos de miserias

Y masacres

Este amor a patria y a verduras

Estas balas que atrofian mi cerebro

Y a canceran la luz que se aproxima

Este afán de encontrarte

En la espesura de las ciudades y la selva

Este olor a ti que me enloquece

Y que me ahoga

Este afán de libertad que me tortura…

Este afán…



[i] Dolores Ibárruri. El único camino. Editorial Progreso  Moscú, 1976. Página consultada 93.

[ii] Ibíd. Página consultada 94.

[iii] Ibíd. Página consultada 94.

[iv] Ibíd. Página consultada 118.

[v] Ibíd. Página consultada 126.

[vi] Ibíd. Página consultada 182.



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