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Edgar Duarte Farfán, vendedor ambulante en la ciudad musical de Colombia, Ibagué. Foto Nelosi |
Por Nelson Lombana Silva
Edgar Duarte Farfán es un vendedor ambulante de la ciudad de Ibagué, natural del municipio de Líbano (Tolima), nacido el 9 de noviembre de 1954. Vivió su infancia en medio de la cruda violencia que inventó la gran oligarquía liberal – conservadora con el único propósito de tener al pueblo desunido y matándose entre sí, mientras ella explotaba a las anchas las arcas del Estado, unas veces con el sello azul y en otras con el sello rojo.
De niño tenía que dormir en los cafetales, sus padres le tapaban la boca para que no llorara y los delatara ante los violentos armados dirigidos por los partidos tradicionales. Su padre tuvo que huir de la región y separándose de su esposa, lo llevó consigo, siendo golpeado por personas que no eran de su familia, aguantar hambre, frío, desnudez y humillaciones. Todo eso padeció de niño Edgar Duarte Farfán.
Se levantó sin Dios y sin Ley. Hecho hombre, aprendió la ley del más fuerte, la ley del Talión: Ojo por ojo y diente por diente. Tuvo problemas con la justicia, teniendo que huir de la región. Fue a parar al departamento del Caquetá. Odiaba la guerrilla y al Partido Comunista, consideraba que eran plagas dañinas como decían los militantes de los partidos tradicionales, repitiendo maquinalmente el discurso de sus jefes.
Sin embargo, se encontró con militantes comunistas y sindicalistas, quienes poco a poco le fueron dando pistas de la otra versión. El nuevo discurso impactó en él, hasta llegar a vincularse al Partido Comunista a través de una célula en una comuna de la ciudad de Florencia.
Posteriormente, regresó a su pueblo natal, El Líbano (Tolima), de donde fue desplazado por las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), radicándose en Ibagué, gracias a la solidaridad de su hermano que vino a conocer treinta años después. Se radicó y comenzó a trabajar con la soya, el yacón y el noni. A pesar de la dureza para subsistir se mantiene, pendiente del proceso que se viene dando con el Pacto Histórico y la presidencia de Gustavo Petro. Siempre sale a las manifestaciones que programan las centrales obreras.
El crudo y directo relato que hace de su vida es el siguiente:
“Mi infancia fue muy dura. Fue la época de la violencia partidista entre el partido conservador y el partido liberal, los dos partidos tradicionales, responsables de la violencia en nuestro país. Son los partidos de la gran oligarquía, los dueños del país que han dominado al pueblo a sus anchas, pueblo que vive de milagro sorteando toda clase de vicisitudes. En ese ambiente agresivo fue mi infancia, pasando grandes necesidades como frío y hambre.
Fue muy dura, repito. Nos tocaba dormir en los cafetales, mi padre me tapaba la boca para que no llorara, muchas veces por el frío o el hambre. Se trataba de que la chusma no nos oyera, que estaba a los alrededores. Fue una infancia muy dura. Cuando me sacaron del caserío San Fernando, corregimiento del municipio de Líbano, Tolima, lo hicieron en el anca de una mula, tapado con una mulera para que yo no mirara la cantidad de muertos que había en el camino.
Esta región fue violenta, una violencia muy brava. Tenía más o menos seis años, cuando me llevaron a la Sierra (Cundinamarca), donde un familiar de mi papá, a él le tocó irse para allí para evitar la muerte a manos de los bandoleros. Se separó de mí mamá y me llevó. Una irresponsabilidad porque uno al lado del papá sufre más que al lado de la mamá, así uno sufra con la mamá, pero, no se sufre igual que con el papá, porque él tiene que irse a trabajar y uno pequeño queda en manos de personas violentas y agresivas que no les interesa nada. Eso fue muy duro, insisto.
Tuve que sufrir fuete de personas que ni siquiera eran de mi familia. Pasar desnudez, hambre, múltiples necesidades. Debí ser una persona mala, pero mi Dios no me tuvo para eso. Sí, la infancia fue muy dura para mí. No pude tener acceso a la educación, no pude tener estudio porque no tuve apoyo y también no puse empeño cuando tuve mis conocimientos para haber sido otra persona.
Mi juventud
Durante mi juventud no tuve disciplina responsable, fui producto del medio, resultado de la dura infancia. No tuve una disciplina en casa, el ambiente era de irresponsabilidad. Fui irresponsable conmigo mismo. No me interesaba mi vida, estaba siempre de una parte para otra, me interesaba más las malas amistades que no las buenas. Una persona me intentaba dar un consejo, yo le respondía con agresividad y le pedía que no se metiera en mi vida, que no fuera sapo.
Era la enseñanza que había recibido de las malas amistades. No tuve quien me enderezara de pequeño. A la edad de veinte años, tuve inconvenientes grandes con la justicia, tuve que huir. Pero, con los años, también me superé, tomé conciencia de mis actos y responsabilidad con la sociedad y conmigo mismo. Hoy en día, soy una persona “cristiana”, pero, no superada en todo.
Las primeras ideas de izquierda
A través del paso inexorable de los años, teniendo treinta y tres años, fui a dar al departamento de Caquetá, donde me encontré con distintas expresiones de izquierda como el Partido Comunista, comencé a asistir a reuniones en la ciudad de Florencia, muchas de ellas dictadas por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). Era enemigo de la guerrilla y del Partido Comunista. Consideraba que era lo más malo que había sobre la tierra, era lo que me habían enseñado. Pero, al tener ese nuevo conocimiento, me comencé a dar cuenta que estaba equivocado, porque la realidad era otra muy diferente.
Siempre me decían gentes de los partidos tradicionales, liberal y conservador, que a los comunistas y a la guerrilla tenía que aborrecerlos porque eran gentes malas, que esas gentes están acabando con el mundo.
Tiempo después comencé a darme que cuenta que los que realmente han venido dañando al país son los dirigentes liberales y conservadores. Comencé a conocer el Partido Comunista, es un partido socialista que lucha por el bien común para todos sin privilegios. Los partidos, liberal y conservador, no han sido socialistas, han sido “socialistas” de sus bolsillos, de la explotación y de la miserable violencia de pobres contra pobres.
Los cuadros del Partido Comunista eran muy diferentes a los cuadros de hoy, no hay punto de comparación. Eran cuadros con más mística, más disciplina y solidaridad. Hoy en día, cualquiera dice que es de izquierda e inmediatamente le creemos. No hay vigilancia revolucionaria de ninguna naturaleza, no hay orden, hay montonera.
Fui militante, hoy simpatizante
Fui militante activo del Partido Comunista en Caquetá, hoy me considero simpatizante. En Florencia, en una comuna, hice parte de una célula. No recuerdo el nombre del organismo celular, ha pasado mucho tiempo. Miembros de ésta eran: Martín, Graciela Bonilla, ya murió. Era importante porque se estudiaba bastante y se comprendía la dinámica política del país.
Por qué llegué a Ibagué
Llegué a la ciudad de Ibagué (Tolima), porque aquí vivía una hermana llamada Mery. Además, es la tierra de uno. Yo recorría muchas regiones y llegaba a pasar alguna temporada en esta ciudad. Con mi hermana no nos conocíamos. Pasaron más de treinta años para poder encontrarnos y reconocer nuestra hermandad. Al conocerla, siempre llegaba donde ella.
Habitando nuevamente el municipio de Líbano (Tolima), las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), me amenazaron de muerte, teniendo que salir de allí. La llamé. Me dijo: “Mijo, si está en esa situación véngase que cualquier agua de panela compartimos”. Era de edad y ya casi nadie me ocupaba. Yo le conté toda la historia sin omitir detalles ni inventar, ella se solidarizó conmigo.
Tenía algún conocimiento sobre la parte laboral, porque un compañero me había ilustrado. Tenía conocimiento sobre la soya. Ella me dijo que me viniera y me pusiera a trabajar con eso o con cualquier otra cosa. A mí me simpatizó el tema de la soya, me dediqué a eso, le pedí a Dios que me ayudara en su elaboración. Hace quince años estamos con esta actividad y viviendo en Ibagué.
Produzco derivados de la soya, el yacón y el noni, también aprendí de estos productos y con eso me defiendo. La estadía en Ibagué ha sido dura, porque el desempleo es inmenso, las administraciones no se han preocupado por generar empleo, más bien se inclinan por el bolsillo de ellos. Yo recorro la ciudad permanentemente ofreciendo mis productos en el carrito, me doy cuenta que la ciudad en los últimos quince años ha empeorado, está muy decaída: No hay empleo, no hay posibilidad para trabajar en el centro de la ciudad con el cuento del espacio público.
Acerca del Pacto Histórico y el presidente Petro
El gobierno del doctor Gustavo Petro Urrego es de calidad y de esperanza. He sido simpatizante de él desde que se lanzó al Congreso y comencé a escucharlo en la televisión. Todo lo que decía en la televisión y en los discursos, en los debates, es cierto y ha salido a la luz pública a pesar de la parcialidad de los medios de comunicación que lo prefieren mudo para que no diga la verdad y el pueblo no se quite la venda de sus ojos.
Es un luchador honesto a favor de las masas populares, se ha jugado la vida por nosotros en todo momento, se preocupa por la clase baja, le está poniendo cuidado a las necesidades del pueblo. Es pueblo. Ha tenido los mismos sufrimientos que nosotros como pueblo hemos tenido. Es un tipo que está haciendo un buen gobierno, a pesar de la presión asfixiante de la gran oligarquía que se ha unido para impedir que cumpla con la propuesta formulada en campaña. La tenaza de los dos partidos tradicionales, mascotas de la gran oligarquía y los monopolios, tratan por todos los medios de que fracase y no cumpla. Amangualado con otros partidos de garaje, le están haciendo la vida imposible. Sin embargo, ha sido un gobierno muy excelente. El que no reconozca eso, es porque es una persona que no tiene ni conocimiento, ni conciencia social y política. No cree ni en ella misma”.
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