Por Nelson Lombana Silva
El genuino internacionalismo proletario debe sentirse con fuerza en el Paro Nacional programado para el 28 de abril. Hay suficientes razones para pensar así. Una de ellas es la inminente agresión militar que se cocina contra la hermana república bolivariana de Venezuela, desde territorio colombiano con la anuencia directa del Centro Democrático y el blandengue presidente Iván Duque Márquez, por parte del imperialismo norteamericano.
Esas mentes calenturientas que animan la brutal invasión al parecer no dimensionan en lo más mínimo las catastróficas consecuencias que un hecho de esta naturaleza generaría no solo en los dos territorios, sin en toda América Latina. Las guerras han dejado de ser juegos de niños en un espacio delimitado que solo afecta a los ejércitos en conflicto. La guerra de cuarta generación ya no delimita un espacio, ni los dos ejércitos en conflicto. Resulta ilimitado y compromete a todo mundo, chicos, grandes, aliviados, enfermos, lisiados, hombres y mujeres.
En esa loca carrera guerrerista, los medios masivos adictos a la oligarquía, juegan papel preponderante, porque sutilmente van metiendo al pueblo al conflicto de una manera subliminal. Crea en el pueblo analfabeta odio visceral a punta de mentiras. Además, genera falso nacionalismo (chauvinismo), terminando por apoyar el objetivo estratégico trazado por los Estados Unidos. Alguien comentaba: “Yo estoy de acuerdo con el gobierno venezolano, pero en una confrontación bélica no dudaría en colocarme de lado de Colombia así no me guste el gobierno actual”.
Se hecha por la borda la historia, la tradición y el pensamiento del libertador Simón Bolívar. Se olvida también que en la hermana república hay más de seis millones de colombianos y colombianas. La desinformación y la publicidad mediática nos ciega, nos hacen zombis mecánicos que actuamos a simples impulsos programados por los interesados en crear ese clímax, en defensa de sus intereses de clase.
La invasión a Venezuela está en marcha hace rato. Son numerosas las escaramuzas que se han generado contra este pueblo hermano desde Colombia. Un pueblo hermano que se prodigó a fondo para que los diálogos con la guerrilla de las Farc – Ep llegaran a un acuerdo. Así paga el diablo quien bien le sirve.
El pueblo colombiano no puede ser cómplice de esta brutal aventura belicista que nos quieren embarcar los Estados Unidos utilizando la postura genuflexa del gobierno colombiano. Por eso, el 28 de abril, hay que salir masivamente a rechazar la invasión militarista a este país desde Colombia, demandar el cumplimiento del principio de la libre autodeterminación de los pueblos y abogar por unas relaciones diplomáticas fraternales y de respeto mutuo.
Esta área importante del mundo hace rato fue declarada territorio de paz. Tenemos el sagrado deber de defender esta iniciativa y cerrarle el paso a los carroñeros de la guerra. No más violencia imperialista en nuestro país. Sobre todo, cuando sabemos que quienes arman estas guerras de rapiña no van a la trinchera, no colocan su pecho. Son los hijos del pueblo los que van a matarse mutuamente sin saber exactamente por qué y tras de qué.
Este tema no es secundario. Hay que entenderlo así. Por eso, hay que salir a la calle el 28 de abril con decisión y coraje exigiendo la libre autodeterminación de los pueblos, el internacionalismo proletario.
Esas mentes calenturientas que animan la brutal invasión al parecer no dimensionan en lo más mínimo las catastróficas consecuencias que un hecho de esta naturaleza generaría no solo en los dos territorios, sin en toda América Latina. Las guerras han dejado de ser juegos de niños en un espacio delimitado que solo afecta a los ejércitos en conflicto. La guerra de cuarta generación ya no delimita un espacio, ni los dos ejércitos en conflicto. Resulta ilimitado y compromete a todo mundo, chicos, grandes, aliviados, enfermos, lisiados, hombres y mujeres.
En esa loca carrera guerrerista, los medios masivos adictos a la oligarquía, juegan papel preponderante, porque sutilmente van metiendo al pueblo al conflicto de una manera subliminal. Crea en el pueblo analfabeta odio visceral a punta de mentiras. Además, genera falso nacionalismo (chauvinismo), terminando por apoyar el objetivo estratégico trazado por los Estados Unidos. Alguien comentaba: “Yo estoy de acuerdo con el gobierno venezolano, pero en una confrontación bélica no dudaría en colocarme de lado de Colombia así no me guste el gobierno actual”.
Se hecha por la borda la historia, la tradición y el pensamiento del libertador Simón Bolívar. Se olvida también que en la hermana república hay más de seis millones de colombianos y colombianas. La desinformación y la publicidad mediática nos ciega, nos hacen zombis mecánicos que actuamos a simples impulsos programados por los interesados en crear ese clímax, en defensa de sus intereses de clase.
La invasión a Venezuela está en marcha hace rato. Son numerosas las escaramuzas que se han generado contra este pueblo hermano desde Colombia. Un pueblo hermano que se prodigó a fondo para que los diálogos con la guerrilla de las Farc – Ep llegaran a un acuerdo. Así paga el diablo quien bien le sirve.
El pueblo colombiano no puede ser cómplice de esta brutal aventura belicista que nos quieren embarcar los Estados Unidos utilizando la postura genuflexa del gobierno colombiano. Por eso, el 28 de abril, hay que salir masivamente a rechazar la invasión militarista a este país desde Colombia, demandar el cumplimiento del principio de la libre autodeterminación de los pueblos y abogar por unas relaciones diplomáticas fraternales y de respeto mutuo.
Esta área importante del mundo hace rato fue declarada territorio de paz. Tenemos el sagrado deber de defender esta iniciativa y cerrarle el paso a los carroñeros de la guerra. No más violencia imperialista en nuestro país. Sobre todo, cuando sabemos que quienes arman estas guerras de rapiña no van a la trinchera, no colocan su pecho. Son los hijos del pueblo los que van a matarse mutuamente sin saber exactamente por qué y tras de qué.
Este tema no es secundario. Hay que entenderlo así. Por eso, hay que salir a la calle el 28 de abril con decisión y coraje exigiendo la libre autodeterminación de los pueblos, el internacionalismo proletario.
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