Mientras el arlequín presidente colombiano, Iván Duque Márquez, deslumbra a un puñado de analfabetas políticos con el cuento del arribo al país de unas cuantas vacunas, vacunas que a propósito vienen siendo seriamente cuestionadas su eficacia en Europa y cuyo precio se desconoce, entre bambalinas y cortinas de humo, el inepto presidente cocina una reforma pensional monstruosa contra los trabajadores que tienen alguna posibilidad de adquirir la pensión de jubilación o la han adquirido después de verdaderos y duros sacrificios.
Una criminal iniciativa que cuenta con el respaldo de la ANIF, FEDESARROLLO y la OCDE. Es decir, los entes propios de la gran oligarquía colombiana, con el único propósito de aumentar ellos sus gordas ganancias, en detrimento una vez más de la clase trabajadora. Una infamia que hay que rechazar con la lucha callejera en la más amplia unidad nacional y el rechazo absoluto a los senadores y candidatos presidenciales del establecimiento. No se puede desligar la lucha sindical reivindicativa de la lucha política. Resultaría un craso error.
Algunos lineamientos sencillamente causan escozor: Pagar la pensión por debajo del salario mínimo. La pensión de supervivencia, o sea, la que le queda a la familia, esposa o hijos, sea apenas del 50 por ciento y no como se paga actualmente, del 100 por ciento. Además, igualar la pensión de 65 años, hombre o mujer, o que suba a 62 años la mujer y el hombre a 67.
No recibir afiliaciones en Colpensiones a partir de la fecha y, las grandes pensiones, las maneje los fondos privados. Que la pensión sea sobre el IPC. Es decir, reducir el incremento pensional a la mínima expresión. Y como si esto fuera poco, propone el señor Iván Duque Márquez, limitar el disfrute de la pensión. Es decir, si usted logra pensionarse a los 65 años, fijar un tiempo máximo de disfrute.
Mientras esto se cocina en los despachos del gobierno nacional y los gremios económicos, se lanzan cortinas de humo, como el cinematográfico recibimiento de las vacunas contra el Covid - 19 de dudosa eficacia, el alargamiento del período presidencial en dos años más y otras series de tontadas que solo buscan distraer a la opinión pública de lo que realmente afecta al pueblo y se viene implementando a toda máquina.
El pueblo tiene la obligación de salirle al paso a todas estas fechorías y asumir una postura de lucha y resistencia con todo el corazón y la conciencia de clase. La bandera de la unidad debe flamear en lo más alto del mástil con claridad y sin ambigüedades, porque no se trata de la unidad por la unidad, se trata de la unidad más amplia, sin estigmatizaciones, señalamientos, o pensando exclusivamente en una simple coyuntura electoral. Pensar así sería catastrófico. Es hora de la batalla, el sonido de la trompeta es claro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario