Por Nelson Lombana Silva
Se realizó el funeral del camarada Rafael Aguja Sanabria, durante una mañana opaca y lúgubre, el día inmediatamente anterior en la ciudad de Ibagué (Tolima). Se fue un grande del Derecho Penal en Colombia, un hombre humano demasiado humano como diría Federico Nietzsche. Como los grandes, se fue sin hacer ruido, sin aspaviento. Se marchó con dignidad, dejando un inmenso legado revolucionario no solo a los estudiantes de Derecho, sino al pueblo en general, que amó tanto y arriesgó su vida por sus derechos conculcados por esta rancia y criminal oligarquía.
Yo comencé a admirar su talento y coraje sin conocerlo. Escuchaba en la radio, sus sesudas y bien hiladas intervenciones en la plaza pública predicando abiertamente la lucha revolucionaria y las tesis del Partido Comunista. Arremetía contra la oligarquía y la dictadura liberal en cabeza del ex senador Alberto Santofimio Botero, el conservador Guillermo Angulo Gómez, Jaime Pava Navarro, Maximiliano Neira Lamus, la gran fauna de la burguesía colombiana en este departamento.
Era una persona supremamente inteligente. Al término de unas elecciones con resultados adversos, el periodista le pregunta: “¿Se siente derrotado?”. La respuesta del doctor Rafael Aguja Sanabria, fue clara y contundente: “No me siento derrotado. Que se sientan derrotados los que votaron por los candidatos del continuismo, porque ellos mañana mismo comenzaran a cocinar impuestos contra sus bolsillos. Así pagan a sus electores. Nosotros, por el contrario, mañana mismo volveremos a recorrer el departamento a continuar la lucha política e ideológica”.
A pesar de su retiro del Partido, siempre lo llevó en su corazón y en su actividad cotidiana. Un comportamiento excelente. Siempre compraba el periódico, la revista taller, los bonos y las rifas del Partido para su sostenimiento. Yo estuve presente en alguna oportunidad en su cátedra que dictaba en una universidad de la ciudad y pude constatar su afán de hacer profesionales pensantes, analíticos y críticos. A menudo planteaba el debate, comentando la realidad del momento.
Fue un abanderado de la paz y de la justicia. Se prodigó a fondo, recorriendo caminos, trochas y carreteras del departamento bajo el sol o la lluvia. Era una persona de carácter y reciedumbre. Enfrentó con decisión la criminal política de la “seguridad democrática” del matarife y narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez. Sus posiciones políticas y jurídicas levantaban polvareda.
En su blog escribía constantemente. Fijaba posiciones claras y concretas. Era un hombre sencillo, un indígena orgullo de su ancestro. “Hay mucho que aprenderle al doctor Rafael Aguja Sanabria”, dijo el camarada Raúl Rojas González, al deplorar públicamente su fallecimiento. Hombres como Rafa, realmente no mueren porque sus ideas siguen transitando esos parajes difíciles por donde un día transitó. A sus hijas, familiares y amigos, una vez más nuestra solidaridad.
Se realizó el funeral del camarada Rafael Aguja Sanabria, durante una mañana opaca y lúgubre, el día inmediatamente anterior en la ciudad de Ibagué (Tolima). Se fue un grande del Derecho Penal en Colombia, un hombre humano demasiado humano como diría Federico Nietzsche. Como los grandes, se fue sin hacer ruido, sin aspaviento. Se marchó con dignidad, dejando un inmenso legado revolucionario no solo a los estudiantes de Derecho, sino al pueblo en general, que amó tanto y arriesgó su vida por sus derechos conculcados por esta rancia y criminal oligarquía.
Yo comencé a admirar su talento y coraje sin conocerlo. Escuchaba en la radio, sus sesudas y bien hiladas intervenciones en la plaza pública predicando abiertamente la lucha revolucionaria y las tesis del Partido Comunista. Arremetía contra la oligarquía y la dictadura liberal en cabeza del ex senador Alberto Santofimio Botero, el conservador Guillermo Angulo Gómez, Jaime Pava Navarro, Maximiliano Neira Lamus, la gran fauna de la burguesía colombiana en este departamento.
Era una persona supremamente inteligente. Al término de unas elecciones con resultados adversos, el periodista le pregunta: “¿Se siente derrotado?”. La respuesta del doctor Rafael Aguja Sanabria, fue clara y contundente: “No me siento derrotado. Que se sientan derrotados los que votaron por los candidatos del continuismo, porque ellos mañana mismo comenzaran a cocinar impuestos contra sus bolsillos. Así pagan a sus electores. Nosotros, por el contrario, mañana mismo volveremos a recorrer el departamento a continuar la lucha política e ideológica”.
A pesar de su retiro del Partido, siempre lo llevó en su corazón y en su actividad cotidiana. Un comportamiento excelente. Siempre compraba el periódico, la revista taller, los bonos y las rifas del Partido para su sostenimiento. Yo estuve presente en alguna oportunidad en su cátedra que dictaba en una universidad de la ciudad y pude constatar su afán de hacer profesionales pensantes, analíticos y críticos. A menudo planteaba el debate, comentando la realidad del momento.
Fue un abanderado de la paz y de la justicia. Se prodigó a fondo, recorriendo caminos, trochas y carreteras del departamento bajo el sol o la lluvia. Era una persona de carácter y reciedumbre. Enfrentó con decisión la criminal política de la “seguridad democrática” del matarife y narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez. Sus posiciones políticas y jurídicas levantaban polvareda.
En su blog escribía constantemente. Fijaba posiciones claras y concretas. Era un hombre sencillo, un indígena orgullo de su ancestro. “Hay mucho que aprenderle al doctor Rafael Aguja Sanabria”, dijo el camarada Raúl Rojas González, al deplorar públicamente su fallecimiento. Hombres como Rafa, realmente no mueren porque sus ideas siguen transitando esos parajes difíciles por donde un día transitó. A sus hijas, familiares y amigos, una vez más nuestra solidaridad.
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