“Caminar entre el pueblo”. Foto JCP. |
Por Nelson Lombana Silva
El corregimiento de Villa Restrepo, tiene nuevo sacerdote. Se llama: Hugo Yesid Barragán Orozco. En sus primeras declaraciones señaló que permanecerá en la parroquia y caminará entre el pueblo. Es decir, mantendrá en contacto directo con la comunidad religiosa de esta parte viva de la ciudad musical de Colombia Ibagué. Su apostolado lo desarrollará por todo este hermoso cañón del Combeima.
Se mostró interesado en conocer las instalaciones de la biblioteca Cañón del Combeima y trabajar en equipo en la tarea de fomentar la lectura y las distintas actividades culturales y artísticas. “Es urgente motivar a las nuevas generaciones en el uso de los libros”, dijo.
Agregó: “Quiero ir a conocer la biblioteca. Me parece que hoy más que nunca, es urgente motivar a las nuevas generaciones al uso de los libros, de los textos, a la consulta, a la inquietud, casi que a la picardía intelectual”. Subrayó: “Soy poseedor de libros: Ese es mi tesoro. Me parece también que podemos canalizar la parroquia para motivar la lectura, actividades culturales y artísticas. Eso sería muy bueno”.
Es nacido en el corregimiento de Santa Helena de Chilí, municipio de Roncesvalles (Tolima). Allí, estudió su bachillerato. Estudió en el seminario de Ibagué (Tolima) y de Garzón (Huila). Estuvo en misión eclesial en Cuba y estudiando en Italia. Sencillo y humano, está dispuesto a compartir con las comunidades de la exuberante región.
La entrevista completa concedida por el sacerdote, Hugo Yesid Barragán Orozco, es la siguiente:
- Padre, bienvenido al corregimiento de Villa Restrepo, que tenga una plácida y fructífera estadía…
Gracias Nelson. Ya he saboreado esa bienvenida. Me he ido incorporando a los quehaceres religiosos en cumplimiento de las normas establecidas. Tenemos la dicha de tener la iglesia abierta para las celebraciones. Hoy sábado, tenemos la misa a las dos de la tarde y también en los caseríos adyacentes. Empezamos nuestro pastoreo. Bienvenido usted también y la comunidad que usted lidera en su trabajo de bibliotecario.
- ¿Qué expectativas tiene usted en esta comunidad de Villa Restrepo y el Cañón del Combeima?
Como las comunidades, desde siempre, que el Señor recorrió a Galilea, son muy parecidas. El señor Jesús evangelizaba en torno a un lago de Galilea, nosotros estamos como a la rivera del río, y siempre vamos descubriendo comunidades que tienen una sed de Dios, se trata de anunciar la buena nueva, la noticia del señor Jesucristo, que instauró el reino de Dios con presencia en el mundo; dar un mensaje siempre de gozo, de paz, de alegría; también de consuelo, porque es como una tarea que el mismo profeta Isaías decía: “Consolad, consolad, a mi pueblo”. Tenemos ese empeño de estar cercanos a las gentes, por las situaciones que hemos vivido de dolor, de enfermedad, de muerte, son muchas personas que han fallecidos y los hogares se encuentran de luto.
Es estar aquí. Es estar disponibles también para los servicios que se requieran a nivel de los sacramentos y encarnarse uno también en la realidad del pueblo, en sus afanes, en sus gozos.
- ¿El Padre va a permanecer en Villa Restrepo?
Desde el nueve de enero ya estoy viviendo aquí. Eventualmente, voy a Ibagué a las tareas que me tocan allá, pero siempre buscando la casita aquí. Esta es mi casa. Me estoy organizando. Tiene usted aquí su casa, a la orden.
- Padre, ¿Cómo se podría sincronizar un trabajo en conjunto entre la biblioteca El Cañón del Combeima y la Iglesia?
Quiero ir a conocer la biblioteca El Cañón del Combeima. Me parece que hoy más que nunca, es urgente motivar a las nuevas generaciones al uso de los libros, de los textos, a la consulta, a la inquietud, casi que a la picardía intelectual. Eso se ha venido perdiendo. Se ha ido sustituyendo por los medios modernos electrónicos, del menor esfuerzo, de la búsqueda rápida y sin mucha crítica. Soy poseedor de libros. Ese es mi tesoro. Me parece que también podemos canalizar la parroquia para motivar la lectura, actividades culturales y artísticas. Eso sería muy bueno.
- ¿Quién es el padre Hugo Yesid Barragán Orozco?
Soy de Santa Helena, municipio de Roncesvalles (Tolima). Es una región muy parecida a este cañón. Allá, se llama el cañón de Chilí. Soy de ese corregimiento. Allá, estudié hasta el año noveno de bachillerato, saliendo al seminario de Ibagué. Soy el segundo de dos hijos. Somos dos no más.
Hace siete años murió mi mamá, mi papá está alrededor de los 79 años. El seminario mismo lo realicé en Ibagué, en Garzón (Huila) y luego, regresé a Ibagué a estudiar la teología, terminando los estudios allí.
El primer servicio de párroco lo hice en Santa Helena, curiosamente donde nací. Luego, se prestó un servicio eclesial por solicitud del cardenal de la Habana (Cuba), ya que Monseñor Jaime Ortega Lamino, solicitaba ayuda para evangelizar a Cuba.
Para los que no tienen idea, Cuba es una nación comunista desde el año 1959. El régimen que opera allá, es un régimen socialista – militar; el Papa Juan Pablo II, iba a evangelizar en esa isla en el 98. Yo me ofrecí para ir en el año 95 con otro sacerdote. Permanecí hasta la llegada del Papa en el 98. Después pedí permiso para permanecer hasta el año 2002 y de 2002 a 2007, estudié en Italia. Posteriormente, regresé a Cuba entre 2007 – 2012. En el 2012, me reincorporé nuevamente a la Diócesis, prestando mi ministerio en Cajamarca (Tolima).
Allí, fueron siete años. Alrededor del 2019 y 2020, estuve en la parroquia Nuestra Señora de Fátima en el barrio Ambalá de Ibagué. El 21 de enero de 2021, comenzamos en Villa Restrepo, en la parroquia San Pío X.
- Padre, un verdadero peregrinaje…
Sí. Ha sido bonito, más que todo, he estado en los pueblos, en los campos. “La montaña me llama”, les decía en Ibagué. “Vuelvo a la montaña”.
- Padre, ¿Qué experiencias sacó usted en su paso por Cuba?
Son innumerables. Allá, lo cotidiano se convierte como en la lucha y en la brega de cada día. No le pasa uno cosas extraordinarias, porque el sistema está bien hecho que hace que las personas puedan estar en un sometimiento. Esa parte es difícil para uno, porque no hay como la libertad que se tiene en una nación democrática o libre.
Allá, no cambian los gobiernos como cambian aquí en Colombia con todo lo bueno y malo que tienen. Allá, no cambian. Se mantiene siempre el sistema comunista. Cuando hay un nuevo partido, una oposición, ellos la eliminan. No hay oposición.
Eso en uno, que tiene como un talante de libertad, de iniciativa, pues allá, cuesta mucho. Evangelizar también, porque todo está bajo un registro de asociaciones del gobierno. Ellos tienen en cada municipio una especie de ministerio de religión. Una persona que atiende los servicios religiosos y atiende al Pastor, al Saltero, al brujo… todos esos servicios deben pasar por esa oficina. La iglesia católica ha consolidado su autonomía, no le rinde cuentas a ninguno, solo al Papa, al Obispo. Un poco hay ese roce entre el sistema y la vida eclesial. Para todo debe pedirse permiso. Cualquier manifestación de caridad. Eso bloquea mucho la iniciativa.
Sin embargo, llevar la Palabra, el consuelo, la caridad, se puede hacer. Ellos como que le tienen mucho miedo a la masa, a que una experiencia crezca, pero grupitos pequeños son tolerados. También la supervivencia, saber que uno come a diario casi siempre fríjoles y arroz. Y si no hay eso, se sufre mucho, tanto que una coca cola se convierte en motivo de celebración, un gran evento de poder compartir un vaso de un refresco. Se toma es agua con un producto de la caña de azúcar, llamado: Sirope.
Bueno, eso es una lección para uno que de pronto ha sido educado en un ambiente donde todo lo tiene, no le falta nada. Para mí, ha sido una escuela. Yo voy allá cada tres años a ver los feligreses.
- ¿Solamente estuvo en la Habana?
La Habana es la arquidiócesis que nos llamó, en la que yo presté el servicio. De ahí, me desplazaba a los pueblos. A otras diócesis no fuimos, pero las conozco, son como 14 diócesis como en Colombia, pero yo pertenecía a la arquidiócesis de la Habana. Cuba es grande. Uno le parece que es pequeña, pero no, tiene alrededor de once millones de habitantes. Para uno recorrerla de oriente a occidente, fácilmente gasta unas 18 horas en un bus.
- Finalmente, padre, ¿Qué espera usted de la comunidad de Villa Restrepo y qué debería esperar la comunidad de usted?
Eso está muy bien que usted lo diga así, como algo recíproco, porque un sacerdote se hace con la misma comunidad y la comunidad se va construyendo con la guía del Pastor, del Sacerdote.
No tenemos que inventar nada, porque ya el evangelio está hecho y vivido por nuestro Señor. Me parece que es muy importante el cumplimiento de las obras de misericordia, sobre todo, en estos últimos tiempos, necesitamos como dar una mirada más al corazón.
Hemos perdido mucho la compasión y hay mucha indiferencia. Tenemos que darle a la parroquia ese sentido de cercanía al pueblo de Dios, y que el pueblo de Dios, tome y beba de la fuente que los sacramentos, los mandamientos. Se debe tener la iglesia abierta, caminar entre el pueblo. Y que el pueblo, digamos, sea sensible al Sacerdote. Creo que no es necesario poner barreras o que lo tengan que poner a uno en altares, no. Sin embargo, uno representa la presencia de Dios. Veo que la gente también lo acoge a uno así. Ha sido unos diítas llenos de signos, de acogía de los mayores, también de los niños. Creo que hay un campo de acción muy bonito para ser muy fecundo.
Se mostró interesado en conocer las instalaciones de la biblioteca Cañón del Combeima y trabajar en equipo en la tarea de fomentar la lectura y las distintas actividades culturales y artísticas. “Es urgente motivar a las nuevas generaciones en el uso de los libros”, dijo.
Agregó: “Quiero ir a conocer la biblioteca. Me parece que hoy más que nunca, es urgente motivar a las nuevas generaciones al uso de los libros, de los textos, a la consulta, a la inquietud, casi que a la picardía intelectual”. Subrayó: “Soy poseedor de libros: Ese es mi tesoro. Me parece también que podemos canalizar la parroquia para motivar la lectura, actividades culturales y artísticas. Eso sería muy bueno”.
Es nacido en el corregimiento de Santa Helena de Chilí, municipio de Roncesvalles (Tolima). Allí, estudió su bachillerato. Estudió en el seminario de Ibagué (Tolima) y de Garzón (Huila). Estuvo en misión eclesial en Cuba y estudiando en Italia. Sencillo y humano, está dispuesto a compartir con las comunidades de la exuberante región.
La entrevista completa concedida por el sacerdote, Hugo Yesid Barragán Orozco, es la siguiente:
- Padre, bienvenido al corregimiento de Villa Restrepo, que tenga una plácida y fructífera estadía…
Gracias Nelson. Ya he saboreado esa bienvenida. Me he ido incorporando a los quehaceres religiosos en cumplimiento de las normas establecidas. Tenemos la dicha de tener la iglesia abierta para las celebraciones. Hoy sábado, tenemos la misa a las dos de la tarde y también en los caseríos adyacentes. Empezamos nuestro pastoreo. Bienvenido usted también y la comunidad que usted lidera en su trabajo de bibliotecario.
- ¿Qué expectativas tiene usted en esta comunidad de Villa Restrepo y el Cañón del Combeima?
Como las comunidades, desde siempre, que el Señor recorrió a Galilea, son muy parecidas. El señor Jesús evangelizaba en torno a un lago de Galilea, nosotros estamos como a la rivera del río, y siempre vamos descubriendo comunidades que tienen una sed de Dios, se trata de anunciar la buena nueva, la noticia del señor Jesucristo, que instauró el reino de Dios con presencia en el mundo; dar un mensaje siempre de gozo, de paz, de alegría; también de consuelo, porque es como una tarea que el mismo profeta Isaías decía: “Consolad, consolad, a mi pueblo”. Tenemos ese empeño de estar cercanos a las gentes, por las situaciones que hemos vivido de dolor, de enfermedad, de muerte, son muchas personas que han fallecidos y los hogares se encuentran de luto.
Es estar aquí. Es estar disponibles también para los servicios que se requieran a nivel de los sacramentos y encarnarse uno también en la realidad del pueblo, en sus afanes, en sus gozos.
- ¿El Padre va a permanecer en Villa Restrepo?
Desde el nueve de enero ya estoy viviendo aquí. Eventualmente, voy a Ibagué a las tareas que me tocan allá, pero siempre buscando la casita aquí. Esta es mi casa. Me estoy organizando. Tiene usted aquí su casa, a la orden.
- Padre, ¿Cómo se podría sincronizar un trabajo en conjunto entre la biblioteca El Cañón del Combeima y la Iglesia?
Quiero ir a conocer la biblioteca El Cañón del Combeima. Me parece que hoy más que nunca, es urgente motivar a las nuevas generaciones al uso de los libros, de los textos, a la consulta, a la inquietud, casi que a la picardía intelectual. Eso se ha venido perdiendo. Se ha ido sustituyendo por los medios modernos electrónicos, del menor esfuerzo, de la búsqueda rápida y sin mucha crítica. Soy poseedor de libros. Ese es mi tesoro. Me parece que también podemos canalizar la parroquia para motivar la lectura, actividades culturales y artísticas. Eso sería muy bueno.
- ¿Quién es el padre Hugo Yesid Barragán Orozco?
Soy de Santa Helena, municipio de Roncesvalles (Tolima). Es una región muy parecida a este cañón. Allá, se llama el cañón de Chilí. Soy de ese corregimiento. Allá, estudié hasta el año noveno de bachillerato, saliendo al seminario de Ibagué. Soy el segundo de dos hijos. Somos dos no más.
Hace siete años murió mi mamá, mi papá está alrededor de los 79 años. El seminario mismo lo realicé en Ibagué, en Garzón (Huila) y luego, regresé a Ibagué a estudiar la teología, terminando los estudios allí.
El primer servicio de párroco lo hice en Santa Helena, curiosamente donde nací. Luego, se prestó un servicio eclesial por solicitud del cardenal de la Habana (Cuba), ya que Monseñor Jaime Ortega Lamino, solicitaba ayuda para evangelizar a Cuba.
Para los que no tienen idea, Cuba es una nación comunista desde el año 1959. El régimen que opera allá, es un régimen socialista – militar; el Papa Juan Pablo II, iba a evangelizar en esa isla en el 98. Yo me ofrecí para ir en el año 95 con otro sacerdote. Permanecí hasta la llegada del Papa en el 98. Después pedí permiso para permanecer hasta el año 2002 y de 2002 a 2007, estudié en Italia. Posteriormente, regresé a Cuba entre 2007 – 2012. En el 2012, me reincorporé nuevamente a la Diócesis, prestando mi ministerio en Cajamarca (Tolima).
Allí, fueron siete años. Alrededor del 2019 y 2020, estuve en la parroquia Nuestra Señora de Fátima en el barrio Ambalá de Ibagué. El 21 de enero de 2021, comenzamos en Villa Restrepo, en la parroquia San Pío X.
- Padre, un verdadero peregrinaje…
Sí. Ha sido bonito, más que todo, he estado en los pueblos, en los campos. “La montaña me llama”, les decía en Ibagué. “Vuelvo a la montaña”.
- Padre, ¿Qué experiencias sacó usted en su paso por Cuba?
Son innumerables. Allá, lo cotidiano se convierte como en la lucha y en la brega de cada día. No le pasa uno cosas extraordinarias, porque el sistema está bien hecho que hace que las personas puedan estar en un sometimiento. Esa parte es difícil para uno, porque no hay como la libertad que se tiene en una nación democrática o libre.
Allá, no cambian los gobiernos como cambian aquí en Colombia con todo lo bueno y malo que tienen. Allá, no cambian. Se mantiene siempre el sistema comunista. Cuando hay un nuevo partido, una oposición, ellos la eliminan. No hay oposición.
Eso en uno, que tiene como un talante de libertad, de iniciativa, pues allá, cuesta mucho. Evangelizar también, porque todo está bajo un registro de asociaciones del gobierno. Ellos tienen en cada municipio una especie de ministerio de religión. Una persona que atiende los servicios religiosos y atiende al Pastor, al Saltero, al brujo… todos esos servicios deben pasar por esa oficina. La iglesia católica ha consolidado su autonomía, no le rinde cuentas a ninguno, solo al Papa, al Obispo. Un poco hay ese roce entre el sistema y la vida eclesial. Para todo debe pedirse permiso. Cualquier manifestación de caridad. Eso bloquea mucho la iniciativa.
Sin embargo, llevar la Palabra, el consuelo, la caridad, se puede hacer. Ellos como que le tienen mucho miedo a la masa, a que una experiencia crezca, pero grupitos pequeños son tolerados. También la supervivencia, saber que uno come a diario casi siempre fríjoles y arroz. Y si no hay eso, se sufre mucho, tanto que una coca cola se convierte en motivo de celebración, un gran evento de poder compartir un vaso de un refresco. Se toma es agua con un producto de la caña de azúcar, llamado: Sirope.
Bueno, eso es una lección para uno que de pronto ha sido educado en un ambiente donde todo lo tiene, no le falta nada. Para mí, ha sido una escuela. Yo voy allá cada tres años a ver los feligreses.
- ¿Solamente estuvo en la Habana?
La Habana es la arquidiócesis que nos llamó, en la que yo presté el servicio. De ahí, me desplazaba a los pueblos. A otras diócesis no fuimos, pero las conozco, son como 14 diócesis como en Colombia, pero yo pertenecía a la arquidiócesis de la Habana. Cuba es grande. Uno le parece que es pequeña, pero no, tiene alrededor de once millones de habitantes. Para uno recorrerla de oriente a occidente, fácilmente gasta unas 18 horas en un bus.
- Finalmente, padre, ¿Qué espera usted de la comunidad de Villa Restrepo y qué debería esperar la comunidad de usted?
Eso está muy bien que usted lo diga así, como algo recíproco, porque un sacerdote se hace con la misma comunidad y la comunidad se va construyendo con la guía del Pastor, del Sacerdote.
No tenemos que inventar nada, porque ya el evangelio está hecho y vivido por nuestro Señor. Me parece que es muy importante el cumplimiento de las obras de misericordia, sobre todo, en estos últimos tiempos, necesitamos como dar una mirada más al corazón.
Hemos perdido mucho la compasión y hay mucha indiferencia. Tenemos que darle a la parroquia ese sentido de cercanía al pueblo de Dios, y que el pueblo de Dios, tome y beba de la fuente que los sacramentos, los mandamientos. Se debe tener la iglesia abierta, caminar entre el pueblo. Y que el pueblo, digamos, sea sensible al Sacerdote. Creo que no es necesario poner barreras o que lo tengan que poner a uno en altares, no. Sin embargo, uno representa la presencia de Dios. Veo que la gente también lo acoge a uno así. Ha sido unos diítas llenos de signos, de acogía de los mayores, también de los niños. Creo que hay un campo de acción muy bonito para ser muy fecundo.
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