Foto: Investing |
Por Nelson Lombana Silva
La pandemia de la Covid – 19, ha desbordado la avaricia más descomunal en la burguesía colombiana, especialmente en la cúpula del denominado: Centro Democrático. De distinta manera, le han sacado la mejor partida a esta tragedia que todos los días enluta hogares colombianos.
El inepto presidente Iván Duque Márquez, manipulado al máximo por este neofascista partido, no solo desarrolla una política errática para detener el masivo contagio, sino que se empecina en sacarle los mejores dividendos a esta pandemia.
Mientras sostiene hipócritamente que está trabajando incansablemente por el pueblo colombiano, los hechos demuestran claramente que labora en defensa de la gran oligarquía y su descompuesto partido Centro Democrático. Éste no es más que un nido de ratas y vampiros chupasangre, que no han perdido oportunidad para desangrar el presupuesto nacional y las escuálidas arcas del pueblo.
Durante la repartida de mercados – por ejemplo – permitió que los vividores de siempre cuadruplicaran los valores de los alimentos de la canasta familiar. Un atún que costaba $6000 pesos, lo pusieron a costar $24.000 y más pesos. Una libra de arroz que cuesta $3000 pesos la pusieron a costar $8000 y más pesos, y, así sucesivamente.
En cambio, sí estuvo presto a auxiliar al sector bancario. Se puso al frente y batalló incansablemente. Brindó todas las garantías para que los patronos masacraran a cientos y cientos de trabajadores, que prácticamente de la noche a la mañana quedaron sin trabajo, sin liquidación y sin posibilidades de existir dignamente con sus respectivas familias.
De igual manera, usando el poder mediático, trata de inmovilizar al pueblo en su totalidad. No es gratuito que la gran prensa adicta a la oligarquía colombiana, dedique sus espacios exclusivamente para hablar babosadas de la pandemia y en vez de educar, orientar, impulse el miedo, el terror y la necesidad de que el pueblo se paralice totalmente.
Ahora que se habla de la vacunación comienza a vislumbrarse otro machetazo al presupuesto nacional. Al parecer se cocina un atraco descomunal. Una vacuna que cuesta cuatro dólares en cualquier país latinoamericano, en Colombia costaría 21. Por eso, el gobierno habla de confidencialidad. Es decir, que se haga el negocio por debajo de cuerda y el país nacional no lo sepa.
Realmente todo esto resulta monstruoso. No resulta fácil de comprender y asimilar, sobre todo en una sociedad analfabeta política, acosada por el terrorismo de estado y la necesidad económica. Solo un dulce es suficiente para convencer a una masa amorfa y desorientada.
En eso se apoya el uribismo. Le saca la mejor partida. Todavía Uribe hace política con programitas que estimulan la miseria, el conformismo y la mediocridad, tales como: Familia en acción, familia guardabosques, etc. Las diversas sectas religiosas lo siguen apoyando porque ordenó quitarles los impuestos a todos estos negocios. El poder económico estimula su apoyo desde los púlpitos.
El pueblo está en el deber de sobreponerse a esta inmovilidad y pronunciarse con decisión y coraje. La izquierda debe unirse para ser poder. Basta ya de tanto grupismo y mezquindad. Hay que hacer un frente amplio, incluyente y democrático, con programa y normas claras para todos y todas. No hacerlo así, es seguir simplemente dejando constancias históricas. Y, mientras la izquierda cumple con esta limitada tarea incrustada en su propia capilla, el presidente Iván Duque Márquez y el Centro Democrático, nos ponen a pagar vacunas a 21 dólares. Solo la unidad nos salva de esta ignominia.
El inepto presidente Iván Duque Márquez, manipulado al máximo por este neofascista partido, no solo desarrolla una política errática para detener el masivo contagio, sino que se empecina en sacarle los mejores dividendos a esta pandemia.
Mientras sostiene hipócritamente que está trabajando incansablemente por el pueblo colombiano, los hechos demuestran claramente que labora en defensa de la gran oligarquía y su descompuesto partido Centro Democrático. Éste no es más que un nido de ratas y vampiros chupasangre, que no han perdido oportunidad para desangrar el presupuesto nacional y las escuálidas arcas del pueblo.
Durante la repartida de mercados – por ejemplo – permitió que los vividores de siempre cuadruplicaran los valores de los alimentos de la canasta familiar. Un atún que costaba $6000 pesos, lo pusieron a costar $24.000 y más pesos. Una libra de arroz que cuesta $3000 pesos la pusieron a costar $8000 y más pesos, y, así sucesivamente.
En cambio, sí estuvo presto a auxiliar al sector bancario. Se puso al frente y batalló incansablemente. Brindó todas las garantías para que los patronos masacraran a cientos y cientos de trabajadores, que prácticamente de la noche a la mañana quedaron sin trabajo, sin liquidación y sin posibilidades de existir dignamente con sus respectivas familias.
De igual manera, usando el poder mediático, trata de inmovilizar al pueblo en su totalidad. No es gratuito que la gran prensa adicta a la oligarquía colombiana, dedique sus espacios exclusivamente para hablar babosadas de la pandemia y en vez de educar, orientar, impulse el miedo, el terror y la necesidad de que el pueblo se paralice totalmente.
Ahora que se habla de la vacunación comienza a vislumbrarse otro machetazo al presupuesto nacional. Al parecer se cocina un atraco descomunal. Una vacuna que cuesta cuatro dólares en cualquier país latinoamericano, en Colombia costaría 21. Por eso, el gobierno habla de confidencialidad. Es decir, que se haga el negocio por debajo de cuerda y el país nacional no lo sepa.
Realmente todo esto resulta monstruoso. No resulta fácil de comprender y asimilar, sobre todo en una sociedad analfabeta política, acosada por el terrorismo de estado y la necesidad económica. Solo un dulce es suficiente para convencer a una masa amorfa y desorientada.
En eso se apoya el uribismo. Le saca la mejor partida. Todavía Uribe hace política con programitas que estimulan la miseria, el conformismo y la mediocridad, tales como: Familia en acción, familia guardabosques, etc. Las diversas sectas religiosas lo siguen apoyando porque ordenó quitarles los impuestos a todos estos negocios. El poder económico estimula su apoyo desde los púlpitos.
El pueblo está en el deber de sobreponerse a esta inmovilidad y pronunciarse con decisión y coraje. La izquierda debe unirse para ser poder. Basta ya de tanto grupismo y mezquindad. Hay que hacer un frente amplio, incluyente y democrático, con programa y normas claras para todos y todas. No hacerlo así, es seguir simplemente dejando constancias históricas. Y, mientras la izquierda cumple con esta limitada tarea incrustada en su propia capilla, el presidente Iván Duque Márquez y el Centro Democrático, nos ponen a pagar vacunas a 21 dólares. Solo la unidad nos salva de esta ignominia.
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