La unidad de las izquierdas en Colombia no es tarea fácil. Sin embargo, es inevitable si se quiere ser opción de poder. Las condiciones objetivas y subjetivas así lo ameritan.
De un lado, tenemos un sistema criminal y depredador de la naturaleza enlodado hasta los tuétanos de corrupción y entreguismo a los Estados Unidos; del otro lado, unas izquierdas forjadas en la lucha callejera y otras en oficinas, que por la simple ubicación de una coma genera discusión de padre y señor mío, a veces discusiones al parecer de nunca acabar.
Dentro de esa dinámica dialéctica se han venido desarrollando las izquierdas en Colombia. O sea, es una realidad imposible de ocultar, desconocer o tener en cuenta al momento de hablar de unidad.
Un paso acertado al momento de iniciar el espinoso camino unitario es reconociendo las realidades tales como son. Un método claro y sólido nos debe decir con claridad los objetivos y las metas. Si tenemos claro estos aspectos en el campo teórico, en la práctica y sobre todo, en la conciencia de clase, el proceso resulta relativamente más fácil.
En el Tolima, por ejemplo, se han hecho muchos esfuerzos unitarios y se han ganado posiciones, pero los acuerdos suscritos no se han cumplido, toda vez que hemos sido unitarios para llegar y personalistas para cumplir lo pactado. Ese grotesco proceder se debe proscribir en el siglo XXI.
Desde luego, no todo ha sido malo o negativo. Por lo tanto, se hace necesario extraer lo positivo de esas experiencias para fortalecer la unidad y en su contexto más general, las izquierdas en esta sección del país con el fin de ser opción de poder.
El aporte de los Comunistas a este duro, pero hermoso y emocionante proceso debe valorarse en grado sumo. El diálogo político argumentado y exento de personalismos y cálculos mezquinos, es la alameda por la cual hay que transitar hacia el puerto venturoso de la unidad con mentalidad de opción de poder.
No es descabellado hacer unidades de unidades, siempre teniendo como marco referencial un programa y unas reglas claras de juego. En ese sentido, resulta fundamental que el Partido Comunista, la Unión Patriótica, la Marcha Patriótica y las Farc, definan entre ellos unas propuestas claras en ambos sentidos e incluso, candidaturas unitarias.
Sería un paso para avanzar en proyectos unitarios más amplios y convergentes, teniendo en cuenta que el Tolima hace rato está tomado por la derecha y la extrema derecha. Hay candidatos del uribismo en el Tolima pidiendo y proponiendo reactivar las convivir, en otras palabras, legalizar el paramilitarismo que no se ha desmovilizado como se ha dicho con tanto aspaviento en toda Colombia.
Hay que enfrentar el divisionismo, el anarquismo, el personalismo con decisión y espíritu político. El interés colectivo debe prevalecer sobre el interés mezquino del personalismo. Agotar el diálogo y asumir posiciones claras no ambivalentes de dejar hacer y dejar pasar. En política no caben términos medios, por cuanto la política ante todo es fuerza y poder.
Debemos rodear a los cuadros políticos de las distintas expresiones de las izquierdas con la firme convicción que allí, no está el enemigo de clase, hay posiciones divergentes y puntos de vista que con la dinámica del trabajo colectivo seguramente se van suavizando y clarificando.
En todo el proceso no se puede perder el horizonte. El árbol no puede ser impedimento para ver el bosque, ni la soberbia para cerrar toda posibilidad de victoria. Cada cuadro político deberá entender que no está construyendo para sí, sino para el pueblo en general, para las presentes y futuras generaciones.
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