viernes, 14 de octubre de 2022

Odiar sin conocer, ¡Qué horror, Mony!



 Por Agamenón

 La cibernauta Mony V.L. escribe sin dilación alguna en las redes sociales: “Para mí, Gustavo Francisco Petro Urrego es el ser más despreciable de la humanidad. Lo detesto con toda la fuerza de mi ser”.


 

Conociendo las capacidades intelectuales, morales y éticas de esta compatriota de gira por otro país, cuyo gobierno es exactamente igual al presidente colombiano, no puede uno más que expresar sorpresa. Se nota un odio visceral, hacia una persona de la entraña del pueblo que, con el apoyo de casi 12 millones de compatriotas, llega al solio de los presidentes.

Una persona que no le ha hecho mal, ni siquiera han conversado o discutido sobre temas cardinales del orden personal y social. ¿Qué sabrá Petro de Mony o Mony de Petro? ¿Cómo puedo decir que es el ser más despreciable de la humanidad, sin conocerlo, sin tratarlo y sin Petro haber cumplido los cuatro años de gobierno?

Lo preocupante es que Mony no es la única que piensa y escribe así. Hay muchas personas que dicen cosas peores como esa señora que dice que con los comunistas no se habla, sino que se le da un tiro en la “mula” (cabeza) y al río o que la presidencia está tomada por simios para hacer referencia al racismo y a la vicepresidenta Francia Márquez.

Esa despistada señora y Mony, no piensan ni actúan así por convicción propia, simplemente repiten maquinalmente lo que el establecimiento quiere que digan. Eso se llama alienación.

La tarea no es estigmatizar a esas personas, ni señalarlas, ni condenarlas. Por el contrario. En el marco del mutuo respeto y admiración lo que hay que hacer es conversar, debatir y analizar el momento político que vive Colombia, sin herir susceptibilidades ni faltar al respeto.

Petro, Mony y esa señora a la cual hago referencia, hacen parte de la misma clase social. ¿Por qué, entonces, odiarnos entre hermanos?

En realidad, somos víctimas del discurso mediático. Una sobrina, muy querida, me dijo en cierta oportunidad: “Odio a Hugo Chávez?” Yo, le pregunté: “Mija: “¿Por qué odia a ese señor, si usted no a hablado con él, ni sabe su vida, ni ha ido a Venezuela a saber qué esta pasando allí?” Me miró asombrada, diciendo: “Siendo usted periodista, ¿No sabe quién es ese señor?” Le contesté: “No señora. Por eso le estoy preguntando”. “Ese señor es un dictador, un criminal, tiene a Venezuela aguantando hambre”.

“Y a usted, ¿Quién le dijo eso?” Sonrió. “Pues los medios de comunicación. ¿No ve?” También sonreí. “Mija, ¿Usted no se ha preguntado alguna vez de quién son los medios masivos de comunicación? Quiso contestarme, pero no pudo, divagó. “Esos medios masivos son propiedad de los ricos, por allí circula su ideología. Eso quiere decir, que usted está opinando tomando como base la versión de la oligarquía, o sea, la clase dominante y de lo que se trata es que usted indague, distintas fuentes para entonces sí poder emitir un concepto propio suyo. Usted lo que hace es repetir como lorita lo que dicen esos medios de incomunicación, como los llamó Eduardo Galeano”.

Esto mismo le está sucediendo a millones de seres humanos. Dicen, opinan, con base en el discurso de la clase dominante. Esa pandilla mediática dice entonces que Petro fue guerrillero, es “comunista”, va a privatizar, etc. y nosotros repetimos maquinalmente ese discurso sin analizarlo, ni siquiera cambiarle una coma.  

Gustavo Petro no es comunista, es un progresista que quiere aclimatar la democracia y la paz total en Colombia. Habla de paz total, mientras los anteriores gobiernos solo hablaron de guerra. Habla de una reforma tributaria para que al fin los ricos paguen impuestos, pues hasta ahora solo el pueblo estaba condenado a pagarlos y a qué precio. ¿Eso da para detestarlo con toda la fuerza de mi ser, como dice Mony? Restableció las relaciones diplomáticas con la hermana república bolivariana de Venezuela. ¿Eso es malo, pecaminoso? ¿Es malo el proyecto de reforma agraria, para que el campesino pueda cultivar la tierra y producir alimentos y fuentes de empleo? ¿Es malo enfrentar la corrupción, el narcotráfico y el paramilitarismo?

Mi estimada y respetada Mony, como la otra señora a la cual hago referencia: Sigamos conversando, echando lengua como decía el maestro Darío Echandía. Esto resulta mejor, que encubar odios, sectarismos, fanatismos, entre nosotros mismos. Una persona decente, culta y creyente, no odia, ni detesta a otra persona porque no piensa como piensa ella. ¿Qué hace? Debate, argumenta y propone.

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