sábado, 29 de octubre de 2022

Nueva EPS, ¡la más criminal!

 

Foto: Internet

Por Nelson Lombana Silva

Tengo la percepción de que todas las Empresas Prestadoras de Salud (EPS) en Colombia, son criminales, pero la más criminal de todas es la denominada Nueva EPS. En defensa del capital privado asesina pacientes a granel, sin sus dueños contraer un solo músculo de sus caras.


En el caso particular de Ibagué (Tolima), resulta deplorable su proceder delincuencial, sin que las autoridades, especialmente la Superintendencia de salud se de por enterada. El paciente está a merced de estas devoradoras prestadoras de salud, cuyo interés mayor es el dinero en contra de la vida del paciente.

Las filas para tener acceso a un miserable servicio son inhumanas y casi infinitas, a cualquier hora de la madrugada o del día. Solo solicitar el turno es ya un drama que hay que vivir con el celador sin consideración alguna en la mayoría de veces.

Lo único relativamente fácil es cancelar el copago. Siempre están las fauces abiertas para exprimir el bolsillo del paciente. Después, son esperas eternas en un hacinamiento de padre y señor mío.

La atención médica es un engaño. En realidad, el profesional interactúa es con el computador después de cortas y lacónicas preguntas.

Una sarta de fórmulas llenas de números y letras menudas y desteñidas, recibe el paciente en veloz carrera porque el siguiente paciente está listo para ingresar. No hay oportunidad para preguntar qué hacer con esas fórmulas. Entonces, el paciente regresa al celador, el cual se encuentra rodeado de angustiados pacientes. Generalmente, les responde a medias.

Luego, va a la farmacia. Hay que sacar turno. Espera prolongada. Ansiedad por todas partes. El cansancio en las personas que atienden es notable. Sin embargo, hacen esfuerzos por sonreír y compartir la angustia de los asistentes.

Cuando llega el turno, viene la desilusión. “¿Ya pidió la autorización?” Queda uno frío y busca una explicación lógica. La respuesta es cortante: “Con este número pida la autorización y después solicite el código”.

Sale el paciente desconcertado sin saber qué hacer. Vuelve al celador, quien dice lo mismo: “Debe llamar a ese número”. “He insistido y no contesta nadie”, “Hay que tener paciencia e insistir”, es la respuesta del celador.

Ahora, cuando entregan los medicamentos: Muchas veces no lo entregan completos. Sin embargo, hay que pagar el copago. “Después se lo hacemos llegar, pero conserve este recibo, de lo contrario, no se le podrá entregar el producto”.

Esto no es todo. En otras oportunidades le dicen al usuario: “En esta farmacia se le entrega una parte y la otra tiene que recorrer diez y más cuadras a reclamar el resto”. El paciente recorre el calvario. Qué sorpresa cuando allí, dice que hay que pagar nuevamente copago, después de una larga y tediosa fila.   

En cierta oportunidad fui a reclamar unas pastas. Me tocaba pagar nuevamente copago $14.500, oo pesos. Me opuse a ese atraco. Fui a la primera farmacia que encontré. Las pastas costaban solo $4.700, oo.

La Nueva EPS, no sé si ha propósito, tiene sectorizada las oficinas en Ibagué: Unas en la calle 42 con 5ª, otras en la calle 38 con 5ª, otra en la 28 con 5ª, otra en la 30 con 5ª y otra en la calle 12 con segunda. El usuario tiene que recorrer todas estas oficinas para una ayuda o una simple orientación.

¿Una urgencia? ¡Qué horror! Primero, hacinamiento y espera prolongada. Después la atención del médico. Casi siempre dice lo mismo: “No encontré gravedad como para hospitalizarlo, le voy a formular unas pastas y una cita prioritaria”. ¿Cita prioritaria? Es un decir. En realidad, son horas y horas eternas de espera.

¿Cita con el especialista? ¡Un milagro! Tengo una diabetes avanzada. Por estos días fui a consulta médica. El médico me envió a tomar una serie de exámenes. Se supone que es urgente. Para algunos de ellos, la respuesta hasta ahora es que no hay agenda. Esperar hasta el año entrante, si es que estamos con vida.

Por estos días, dije: “Todas las EPS en Colombia son criminales, pero la mayor es la Nueva EPS”. Algunos reaccionaron indignados, afirmando que era una exageración. Yo les contesté: “La ministra de salud dijo en las primeras de cambio que más de 1.400.000 muertes evitables se había producido en Colombia gracias al comportamiento de las EPS. ¿Eso no es un crimen?”

Hay que acabar con este sistema de salud en Colombia. La salud debe volver a ser un derecho y no un negocio maldito como está ocurriendo actualmente, gracias a la ley 100 de 1.993 del sanguinario ex presidente, Álvaro Uribe Vélez.

Hay que apoyar el gobierno nacional para que tome esa decisión rápidamente. No puede quedar en promesa. Hay que parar este crimen atroz que vienen cometiendo contra el pueblo colombiano.

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