jueves, 9 de mayo de 2019

La función básica del sindicalismo

Por Nelson Lombana Silva

El Sindicalismo es una forma de lucha que el pueblo trabajador tiene a su alcance para controvertir las ambiciones del patrón con su funesta explotación del hombre por el hombre. El obrero al sindicalizarse comienza muy lentamente a tomar conciencia de que la defensa de sus intereses de clase no depende de la generosidad del patrón, sino de la fuerza orgánica sindical para luchar por sus intereses de clase.


El afiliado comienza a entender que en el capitalismo hay dos clases sociales antagónicas desde el punto de vista político, económico y social. Unos pocos exageradamente ricos y una mayoría inmensamente pobres. El filósofo de Tréveris, Carlos Marx, llamó estas clases: Burguesía y Proletariado.

La burguesía es propietaria de los medios y las relaciones de producción, mientras que el Proletariado es la clase social trabajadora que vende su fuerza de trabajo al mejor postor para subsistir en condiciones infrahumanas.

La burguesía está apalancada en los aparatos ideológicos y represivos, impone su ideología a sangre y fuego, sobre montañas de crímenes horripilantes. Los aparatos ideológicos alienan, embrutecen, atontan y los represivos, reprimen brutalmente con sus leyes, cárceles, códigos, religiones, medios de comunicación, pensum académico, etc.

El Proletariado, por su parte, en medio de la adversidad y la perplejidad, poco a poco se va planteando el tema del poder, lo cual genera una lucha a muerte con la clase burguesa, la clase dominante. Eso lo llamó Carlos Marx: “Lucha de Clases”, cuya vigencia realmente no admite discusión.

Y, una forma de lucha concreta del Proletariado, es la lucha sindical. Un sindicato está integrado por lo más diversos colores e ideologías, cuyo desarrollo paulatino, con avances y retrocesos, va contribuyendo decididamente a la formación política del sindicalizado, encontrando la formación consciente de su clase social.

Nótese que el pueblo analfabeto y desorganizado aparentemente ama sus cadenas defendiendo a capa y espada su clase social enemiga. Así que siendo pobre e incluso, andrajoso, defiende con patas y manos más al patrón que a su hermano de clase.

Eso llevó a decir al filósofo Carlos Marx: “Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época. Es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante”.[i]

Eso explica por qué siendo pobre habla y piensa como rico. Al lado del analfabetismo político y el terrorismo de Estado, principalmente, el pueblo en la pobreza defiende la clase social responsable de esta infeliz realidad. Hambriento eructa gallina. Se complace al vivir en el mundo de la apariencia. Y muchos se endeudan para aparentar estar a la altura o nivel de los burgueses.

La lucha sindical tiene la gran misión de formar políticamente a sus trabajadores para que rompan con todos estos aparatos y asuma una postura de clase, un pensamiento crítico y analítico para no tragar entero.

Desafortunadamente, el sindicalismo está en crisis, pues ha sido permeado también por el Neoliberalismo. Abunda el sindicalismo conciliador que se contenta con poco y con nada. El sindicalismo débil por su profunda división interna, donde predomina ante todo el personalismo, el anarquismo e incluso, la corrupción. Ejemplos a granel. Por ejemplo, los Garzón en Colombia.

Pero, también está en crisis porque el sindicalismo clasista y consecuente con el pueblo, viene siendo asesinado, desplazado, amenazado y desaparecido en Colombia. Las cifras son alarmantes y el gobierno nacional ni siquiera se da por enterado.

El sindicalismo encarna la lucha reivindicativa, pero también la lucha política. Es decir, el sindicalismo consecuente no lucha únicamente por un mejor salario, sino que también lucha por el poder político.

Pero, claro, para esos ideales materializar en la práctica se necesitan sindicatos fuertes, organizados, politizados y consecuentes. Esto no se da de la noche a la mañana, es todo un proceso complejo con avances y retrocesos. Así como hay “sindicalistas de estómago”, hay sindicalistas revolucionarios. En esta dura lucha no se puede generalizar. Con estos hay que avanzar con decisión y coraje y con  aquellos, hay que  desenmascararlos ante los trabajadores y ante la historia sindical. ¿A cuál de ellos pertenece usted?

[i] LOMBANA SILVA, Nelson. Anzoátegui al filo de la esperanza. Impreso por Liftin Diseño gráfico y publicidad. Cantidad 1000 ejemplares. Primera edición 2017. Página consultada  Prólogo  tercera página.

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