jueves, 30 de mayo de 2019

El Hombre Nuevo…

Por Nelson Lombana Silva

Llueve. Los obreros calificados esperan que escampe. La densa neblina oscura cubre todo el cañón del Combeima. Los truenos se  escuchan uno tras de otro después del relámpago. Los cuatro obreros conversan animadamente. No hablan banalidades. Durante una hora, mientras llueve, como diría Fernando Soto Aparicio, los cuatro abordan el tema: “El Hombre Nuevo…”


Entre carcajadas cada uno expone su argumento, el cual considera la verdad revelada. Su contertulio, dispuesto a no dejarse echar tierra, refuta el argumento o lo complementa con sus propias palabras y experiencias. Al final suavizan la tertulia con un pocillo de café humeante, el que van degustando poco a poco.

Afranio, es alto y flaco, color canela; Alberto, obeso y barrigón, piel morena; Adriano, enano, redondo, piel cobriza y Anastasio, cari afilado, mirada triste y piel parda. Son amigos de trabajo. Son técnicos. Sus edades oscilan entre 25 y 50 años. Anastasio es quizás el más veterano y Afranio el más joven.

-         Afranio: Anoche leí un texto.
-         Alberto: ¿Un texto? ¿Sobre qué?
-         Adriano: Luego, ¿Usted sí lee?
-         Anastasio: Muy seguramente ya nos va a encarretar. 
-         Afranio: Nada de carreta. Es probando. Se trata de la biografía del Che Guevara. ¿Saben quién fue?
-         Alberto: Obvio, un guerrillero…
-         Adriano: De nacionalidad Argentino
-         Anastasio: El amigo de Fidel Castro Ruz, el hombre que hizo temblar a los ricos y tiene en jaque a Estados Unidos, el gran imperio.
-         Afranio: Se considera a este médico argentino, símbolo de heroísmo, lealtad, compromiso revolucionario y honradez.
-         Alberto: Este man enseñó con el ejemplo. Fue consecuente como nadie. Sencillo y valiente.
-         Adriano: Era asmático. También aventurero y suicida. Algunos dicen que peleaba en pie.
-         Anastasio: Sin embargo, tenía un corazón de niño. Amaba. Se indignaba ante el dolor ajeno. Radical en sus decisiones.
-         Afranio: Una anécdota: En la columna que comandaba en la Sierra Maestra (Cuba) corrió el rumor que él portaba la mejor ración. Al darse cuenta, en la primera explanación que halló, detuvo la marcha y formando el personal ordenó que uno a uno observara su ración. Todos se dieron cuenta que la ración era inferior en calidad y cantidad a la suya.

-         Alberto: Decía y hacía como solía decir José Martí, en el sentido de que la mejor manera de decir es hacer. La práctica.
-         Adriano: No era solamente parla…
-         Anastasio: Hacía coincidir la teoría con la práctica. Siendo ministro de economía en Cuba, convocó una rueda de prensa y decenas de periodistas llegaron a la granja. Un periodista se acerca a un obrero que cortaba caña sin parar bajo el sol abrazador del caribe y pregunta: ¿Sabe usted a qué hora llega el señor ministro? Ja…El ministro soy yo. El periodista no podía creer, pues estaba acostumbrado a ver a esos ministros allá por las nubes y bien perfumados.
-         Afranio: Ese hombre planteó la construcción del hombre nuevo…
-         Alberto: ¿Hombre Nuevo?
-         Adriano: No es fácil comprender el pensamiento del Che. Hay que leerlo con detenimiento. No es fácil.
-         Anastasio: ¿Cómo entender?
-         Afranio: La débil lectura exploratoria, que es la que hacemos a diario, no permite tener claridad sobre el pensamiento que quiere transmitir. Somos lectorcillos y no lectores, como diría Federico Nietzsche.
-         Alberto: Cierto. No estudiamos críticamente, vamos a las volandas, a medias y sin zapatos.
-         Adriano: Pero, algo se aprende.
-         Anastasio: Somos mediocres. Practicamos a diario el facilismo.

-         Afranio: ¿El Hombre Nuevo? ¿Qué entendí? Pongan bien cuidado. El Che propone un hombre humano, libre y dueño de su propio destino. ¿o, no?
-         Alberto: Hombre con mentalidad autónoma y soberana. Mentalidad crítica y autocrítica.
-         Adriano: Hombre con suficiente alimentación, vestuario, educación, trabajo, salud, recreación. Un hombre en comunión.
-         Anastasio: Un hombre sin los vicios del capitalismo, como la mentira, la hipocresía, la cleptomanía, la violencia, el egoísmo, el individualismo y el oportunismo.
-         Afranio: El problema es cómo se llega a ese estadium…

-         Alberto: Como decía mi padre con su propio lenguaje: “Ahí está la mama del chivo”.
-         Adriano: Es complicado. Resulta innegable. Sin embargo, se puede llegar a ese estadium si nos preocupamos por unir creativamente la teoría con la práctica. Si fortalecemos lo nuevo.
-         Anastasio: Ya lo dijo el pensador: “Nada se crea, nada se acaba, todo se transforma”. Todos los días nos estamos transformando y construyendo nuevos imaginarios.
-         Afranio: Vamos dejando los imaginarios capitalistas y vamos asumiendo los imaginarios Socialistas.
-         Alberto: En ese proceso la unidad teórica-práctica resulta fundamental, de lo contrario es una propuesta que se esfuma en el aire. Solo queda en la mente, en la intencionalidad. Se dice pero no se hace.
-         Adriano: Entonces, ¿Qué es el hombre Nuevo?

-         Anastasio: Prácticamente ya está definido. La pregunta sería: ¿Cómo se hace, se construye el Hombre Nuevo?
-         Afranio: La construcción del Hombre Nuevo, no se da de la noche a la mañana. Destruir vicios que son inherentes al sistema económico no resulta fácil. Así que pienso que es fruto del proceso.
-         Alberto: Pero, no cualquier tipo de proceso, es un proceso complejo, violento y prolongado.
-         Adriano: No es un proceso lineal, tiene avances y retrocesos, recovecos no muy fáciles de discernir.
-         Anastasio: El Hombre Nuevo se hace paso a paso, superando obstáculos y crudas contradicciones. ¿Acaso, es fácil superar el egoísmo, el personalismo y el individualismo? ¿Acaso, es fácil sentir el dolor ajeno como propio?
-         Afranio: La construcción del Hombre Nuevo implica hacer añicos las relaciones capitalistas e ir construyendo las relaciones socialistas. Eso implica colocar al Hombre en el centro, sacar de allí, el dinero. No es tarea sencilla. Ese cambio es violento.
-         Alberto: Al ser real y violento implica fuerza y la fuerza la da la unidad. Una sociedad desunida es débil y está a merced del gran capital, mientras que unida es fuerte e invencible.
-         Adriano: De esa contradicción sale el Hombre Nuevo.
-         Anastasio: Así es.

Ha dejado de llover. Por entre la neblina se filtra un rayito débil de sol pálido. Los contertulios miran a su alrededor y se incorporan. Alberto cancela el tinto. “Es hora de trabajar”, dice Afranio. Alberto, mira la joven que le da los vueltos. Es una mujer joven agraciada. Sus ojos color miel son tranquilos y apacibles. “Que vuelvan”, dice al entregar los vueltos. Alberto sonríe con picardía. “Volveremos”, dice. Adriano estira los brazos y se frota las manos. “Hay que recuperar el tiempo”, señala. Anastasio, sonríe. “No es el tiempo el que trabaja, es el hombre”, sentencia sin remordimiento. Vuelven al oficio con donaire y compromiso.

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