miércoles, 22 de mayo de 2019

La avalancha del río Combeima, hace 60 años

Fidencio Velasco Reina.Foto: Nelosi
Por Nelson Lombana Silva

Entrevista con Fidencio Velasco Reina.- El próximo 29 de junio de 2019, se cumplen 60 años de la avalancha del río Combeima que cobró casi 500 víctimas, entre niños, jóvenes, adultos, hombres y mujeres. Es quizá, la tragedia más grande que ha ocurrido hasta ahora en el imponente Cañón del Combeima, cañón vigilado por el nevado del Tolima.


Río Combeima. Foto Nelosi

Una avalancha anunciada, fruto de la incapacidad de la clase dominante de la época, pues al parecer se represó el río en el sitio El Silencio y los funcionarios no hicieron nada. La desgracia ocurrió ese doloroso 29 de junio de 1959, es decir, hace 60 años.

Fidencio Velasco Reina, nacido el 4 de junio de 1935, y natural de Puerres, departamento de Nariño, fue testigo de excepción de esta tragedia que enlutó la ciudad musical y Colombia entera. Era agente de policía en Villa Restrepo. El suceso ocurrió a la una de la mañana y se llevó entre otros, a 16 policías y el cuartel ubicado en el corregimiento de Juntas. Se salvaron dos, uno de ellos, perdió su arma de dotación.

“La autoridad no cayó en cuenta que esa laguna al destaparse iba a hacer tanto estrago”, señala el agente pensionado. Subraya: “A mi modo personal puedo decir que fue descuido”. Según indica Fidencio Velasco Reina, solo en Villa Restrepo con sus colegas de este puesto, recuperaron por lo menos 72 cadáveres, totalmente desmembrados. La tragedia llegó hasta el corregimiento de Chicoral y al parecer ésta cobró por lo menos 500 víctimas, víctimas que fueron sepultadas en fosas comunes en el cementerio San Bonifacio en avanzado estado de descomposición y sin identificar plenamente.

Presente en la biblioteca El Cañón del Combeima, Fidencio Velasco Reina, octogenario, decide relatarle a la página web: www.pacocol.org los dolorosos acontecimientos ocurridos hace 60 años, gracias a la irresponsabilidad de las principales autoridades del momento. La entrevista es la siguiente:

-         Usted fue policía en Villa Restrepo municipio de Ibagué (Tolima). ¿Cómo fue esa experiencia?

Yo estuve prestando servicio en 1959, en los últimos días del mes de mayo.

-         ¿Cuánto tiempo duró en este corregimiento ibaguereño?

Duré como tres meses. Fui comandante del puesto de policía de Villa Restrepo.

-         ¿Cuántos agentes comandaba?

Comandaba 18 agentes en ese tiempo.

-         Usted vivió en carne propia una avalancha impresionante del río Combeima. ¿Cómo fue esa experiencia?

La avalancha del río Combeima, la más fuerte que haya tenido este río, fue el 29 de junio de 1959, a la una de la mañana.

-         ¿Cómo se enteró usted de esta avalancha?

Porque nosotros sentimos el ruido, o sea, el estruendo cuando bajaba el río súper cargado de agua. Nos dimos cuenta con anticipación que estaba estancado en el sitio El Silencio, había una laguna. Se esperaba que en cualquier momento esa laguna se destrancara y se destrancó a la una de la mañana.

-         ¿Era tiempo invernal?

Era tiempo de invierno. En la corriente del río, como son estrechas las orillas del río, un derrumbe taponó todo formándose una laguna. La autoridad no cayó en cuenta que esa laguna al destaparse iba a hacer tanto estrago.

-         Enterado usted de la avalancha, ¿Qué ordenó?

Todavía no me habían nombrado de comandante, era simplemente agente raso, el comandante era un dragoneante de apellido Beltrán. Nos levantamos a darnos s cuenta qué pasaba, pero no podíamos ayudar en forma porque no teníamos ni fluido eléctrico, se había ido del todo, quedamos a oscuras.

La actividad nuestra fue hacia la madrugada comenzando a sacar muertos y heridos a la plaza principal de Villa Restrepo.

-         ¿Cuántos cuerpos ayudó usted a sacar de los escombros, aproximadamente? 

En Villa Restrepo sacamos más o menos 72 cadáveres. Entre esos cuerpos solo había uno completo, los demás estaban sin cabeza, sin piernas, sin brazos, totalmente desperfeccionados todos. El único cuerpo completo era la señora del cabo comandante de la policía de Juntas, que tenía 15 días de casada. Los demás cuerpos estaban fracturados, habían perdido extremidades.

-         ¿Todo el día tuvieron rescatando cuerpos?
Esa actividad la tuvimos casi un mes sacando muertos por donde iban apareciendo. De Juntas se trajo la avalancha 16 policías. Uno se salvó milagrosamente y lo rescatamos en la vereda Vega Larga, agente de apellido Rojas. El otro agente botó el fusil, pero también se salvó, no se estropeó, ni nada, porque se colgó de unas ramas y se libró. En ese tiempo la pérdida de fusil era delicado en la policía, entonces lo investigaron y le tocó pagarlo, pero no lo echaron de la policía. El policía se llamaba Ruiz Tito.

-         ¿Qué estragos hizo esta avalancha en el Cañón del Combeima?

En el corregimiento de Villa Restrepo no hubo estragos verdaderamente. El estrago más tremendo fue en Juntas, que se trajo el puesto de policía, con edificación y todo. Era un puesto hecho en material de dos plantas; donde estaba el puesto no quedó ni siquiera una piedra de la construcción. Se trajo los 16 policías con el comandante y la esposa del cabo.

De todos esos cadáveres no recuperamos ni uno completo. Al mes encontramos uno, pero reteque podrido en Vega Larga, no hubo necesidad de tratar de identificarlo, sino que pedimos un carro de bomberos y en un chinchorro vinieron y lo llevaron. Se sabía que era policía porque tenía el cinturón que estaba reteque gordo del agua enterrado y estaba uniformado, pero nadie lo identificó.

-         ¿Quiénes eran los cadáveres?

Había de todo, de todo, de todas las edades y de ambos sexos. Prácticamente no se conocía a nadie. Los que tenían la suerte de ser reconocidos, eran recogidos y llevados.

-         ¿Es responsabilidad de las autoridades de la época que conociendo del represamiento no hicieron nada oportunamente?

Sí, prácticamente, a mi modo personal puedo decir que fue descuido del ejército, que teniendo medios idóneos para desactivar la mortal trampa que significaba la laguna, no lo hizo. Era antes de que se terminara de llenar posiblemente se le podía mandar una bomba al obstáculo antes de que acumulara tanta agua y así evitar semejante tragedia.

-         ¿Recuerda las principales autoridades del momento?

No recuerdo exactamente quienes eran las autoridades responsables de esta tragedia. Realmente no recuerdo el nombre ni del gobernador, ni del alcalde. Lo único cierto es que sí hubo negligencia de las autoridades.

Al parecer era gobernador Rafael Parga Cortés, pero no tengo la certeza. En archivo tengo la felicitación que nos hizo el gobernador; personalmente llegó a Villa Restrepo y nos regaló a cada unidad de la policía una cobija de cuatro metros de larga. Nos felicitó personalmente y por escrito. Pero, no recuerdo con certeza quién era el mandatario departamental.

Cosa que sí me recuerdo mucho era que en Villa Restrepo había el sacerdote fijo, que era el padre Ramírez Sendoya, que era hermano del comandante nacional de la Policía. El hermano llamaba: Gil Ramírez Sendoya, era el comandante de Policía y el sacerdote era hermano carnal de él.

-         ¿Alguna anécdota con ese cura?

La anécdota con él fue que me nombró a mí distribuidor de las ayudas que daba el departamento y las naciones para los damnificados. A mí me responsabilizó de eso para que yo hiciera la entrega con recibo y debida identificación de la persona beneficiada. Se entregaba lo que era ropita, medicina. Esa fue la tarea que puso el sacerdote.

-         ¿Cómo era esta región del Cañón del Combeima hace 60 años?

Hace 60 años era una región muy tranquila y muy visitada por los turistas. En ese tiempo estaba como novedad los termales y la gente subía masivamente. En Juntas, por los menos, había dos  Rokolas, esas que cantaban metiéndoles monedas. Esas Rokolas se fueron en la avalancha; en Pastales, había tres. Era un suceso esos aparatos y para la gente representaba alegría, sobre todo en los días festivos. Villa Restrepo no había tanto bullicio de música porque no había Rokolas. Estas estaban ubicadas en Juntas y Pastales. Eran los centros más importantes del Cañón del Combeima en esa época.

-         ¿Qué lecciones le dejó esa avalancha?

Fue un hecho que me marcó. Eso hace que a mi edad tengo el suceso gravado: La fecha, la hora y los estragos que hizo. Eso barrió gente, mejor mató, a toda la gente que habitaba en la orilla del río Combeima, hasta la entrada al corregimiento de Chicoral. Allí hubo muertos y eran cargados para Ibagué.

-         ¿Cuántos muertos calcula usted hubo en esta avalancha?

Así a mi modo de entender, así por haber sido poquito, poquito, por ahí unos 500 muertos, de ambos sexos. Eso era una cantidad impresionante. Cuando bajé a Ibagué a una actividad, me di cuenta que todos esos muertos los llevaron al cementerio San Bonifacio, que lo estaban, prácticamente, estrenando. Era un potrero. El comandante de policía era mi mayor Henry García Bohórquez. Él ordenó que todos los muertos que llegaran del cañón del Combeima y pueblos vecinos del Combeima, fueran vaciados en el centro del cementerio y ordenaba hacer fosas comunes y los enterraban. Eso era impresionante la cantidad de muertos.

-         ¿Todos esos muertos fueron enterrados en el cementerio San Bonifacio?

La mayoría no lo dejaron ni siquiera identificar, porque eso era una pudrición la tremenda, y claro, fueron todos enterrados en este cementerio.







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