sábado, 3 de enero de 2015

Medios de comunicación, paz y desarrollo comunitario

Por Nelson Lombana Silva


Se abreve venturoso un año más, salpicado éste de expectativas, sueños y retos por un pueblo que va despertando poco a poco, sobreponiéndose al sopor de la violencia y la imposición de una clase oligárquica agresiva y violenta.



Pueblo maltratado por los aparatos ideológicos y represivos del régimen capitalista, que se niega a vivir en la indigencia y se muestra dispuesto a batallar por un país más justo y humano. Pueblo dispuesto a construir creativamente la unidad, con el fin estratégico de ser poder e invertir las reglas de juego que nos ha impuesto esta pérfida oligarquía.


El pueblo ya se plantea el tema del poder como real y concreto. Entiende que la democracia es el dominio de la mayoría sobre la minoría. Es decir, que el dominio de la minoría sobre la mayoría no es democracia sino tiranía. Así las cosas, la democracia en Colombia es apenas una caricatura mal hecha.


No en vano se plantea el pueblo colombiano el tema de la paz con justicia social. El sueño de discutir sin la fuerza de la violencia. El amplio escenario de la argumentación, o sea, la fuerza de la razón. Este podría ser el año de la paz. Va a depender, sin embargo, del pulso del pueblo y la oligarquía, exactamente de los enemigos de la paz dentro y fuera del gobierno, dentro y fuera del país.


Los buitres de la guerra, los que se lucran de la violencia, seguramente no cejarán en su pérfido empeño de hacer fracasar los diálogos de la Habana (Cuba) entre las Farc – Ep y el gobierno Santos. Ahí, tendrá que el pueblo asumir una posición activa y consecuente, una posición revolucionaria, para defender a capa y espada este proceso que ha generado tanta expectativa no solo en Colombia, sino a nivel internacional.


Basados en el realismo no se podría aún cantar victoria y decir que la paz como la entiende y necesita el pueblo está a la vuelta de la esquina. Sería generar falsas expectativas. Todavía no es irreversible. Hay de por medio gigantescos inamovibles que el gobierno se niega a asumir con criterio, decisión y coraje. ¿Qué gestos de paz ha hecho el gobierno nacional hasta ahora?


Se ha planteado que la paz que necesita el pueblo colombiano debe ser producto de cambios importantes en las costumbres políticas del país. No es simplemente el silenciamiento de los fusiles. Tiene relación con el modelo económico, con las causas que originaron el levantamiento popular en 1964: La tierra. ¿Será que puede haber paz concentrando la tierra cada vez en menos manos? ¿Será que puede haber paz extranjerizando la tierra, entregándosela a las multinacionales y transnacionales? ¿Será que puede haber paz al interior de una comunidad rural, sin vías adecuadas, escuelas, colegios, universidades, sin créditos blandos, sin hospitales y sin clínicas? 


Es más: ¿Podrá haber paz en un pueblo incomunicado y analfabeto político? ¿Un pueblo subyugado y dominado por los medios masivos de comunicación, quienes imponen salvajemente la uniformidad, mostrando la palabra única, la imagen única, el mensaje único, unos medios que manipulan e imponen su dictadura, que no es otra, que la dictadura de la clase dominante?


¿Qué perspectivas de desarrollo comunitario hay en Colombia? ¿Será que con la teoría neoliberal habrá posibilidades de desarrollo comunitario? ¿Qué entender por desarrollo comunitario?


Estos y muchos más interrogantes despuntan al comenzar el 2015. Como puede observarse no son interrogantes de poca monta. Todos tienen relación con la paz real que añoramos.


El gran desafío: La unidad


Un camino para concretar estos anhelos tantas veces frustrados por este régimen oligárquico sí es posible. Se puede. El camino es la unidad de las distintas expresiones democráticas que conforman el conjunto del pueblo colombiano. No hay otro camino posible y real. Una unidad amplia, generosa e incluyente que interprete fielmente los intereses de cada organización política, popular o sindical. Una unidad sin personalismo, sin sectarismo, sin grupismo; una unidad dialéctica no mecánica.


La iniciativa de un Frente Amplio por la Paz, la Soberanía Nacional y la Democracia, debe ser la cuota inicial de este proceso a materializar sin tantos rodeos y sin tantas discusiones cantinflescas que solo llevan a prolongar la dictadura de la clase dominante. Como dijera el comandante Fidel Castro a la Organización de Naciones Unidas (Onu): “Basta ya de palabras, acciones”. Toda discusión es útil y necesaria cuando tiene contenido, cuando carece de éste, es solo divagación estéril e inconsecuente con el momento histórico.


En todo este proceso de lucha ideológica y política, lucha de clases, la comunicación alternativa, de doble vía o dialógica es un elemento clave. No es algo simplemente accesorio. Es fundamental. No por simple casualidad la oligarquía decidió apoderarse de los medios masivos y hacerlo un verdadero y monstruoso monopolio. No en vano se amenaza abiertamente a los medios alternativos en Colombia y a sus periodistas.


La lucha entre el mensaje único y el mensaje alternativo, plural es a muerte. No es una simple amenaza de unos supuestos frustrados, es un plan estratégico de la oligarquía y el imperialismo. Así las cosas, no se puede mirar el tema de las amenazas a los medios y comunicadores alternativos como algo secundario y aislado de la lucha política e ideológica.


Por eso la respuesta debe ser contundente. Revolucionaria. Unitaria. Hay que convocar un encuentro nacional de medios alternativos y periodistas alternativos y consecuentes con su clase social a un gran debate nacional. El gobierno nacional debe asumir su responsabilidad y decir si es capaz de garantizar en Colombia la libertad de prensa y la vida de los comunicadores sociales. No se puede ir por las ramas. Se debería crear una organización nacional que aglutinara a los medios alternativos que hoy existen en Colombia. Se debe luchar por la masificación y la tecnificación de dichos medios. Se debe avanzar en la unidad, en la calidad y en la cantidad.


Por el momento, se continuará trabajando para hacer en el Tolima el I encuentro departamental de medios alternativos, teniendo en cuenta tres elementos claves: La paz con justicia social, el ambiente y la identidad regional. No basta con decir: Hay que hacer.


Pero también durante este año se realizará el debate electoral. Tampoco es algo accesorio. Es prioritario. La toma de comunas, corregimientos, concejos, asambleas, alcaldías y gobernaciones, por compañeros y compañeras de izquierda con amplitud y plena democracia, es un ejercicio concreto de maduración política en el proceso histórico de pasar de ser oposición a ser opción de poder.


Tenemos que encontrarnos las fuerzas que hacen parte de la izquierda e incluso, más allá de izquierda a deliberar y plantear propuestas de unidad, propuestas sin ventajismos, sin sectarismo y sin grupismo. Propuestas programáticas que tengan que ver con la paz, los diálogos de la Habana, el medio ambiente, la soberanía nacional, la democracia y la lucha contra la corrupción y el oportunismo.


Estos y muchos más son desafíos que hay que asumir con donaire y esperanza durante el 2015 y años venideros. La unidad es la clave para salir de este laberinto, de estos cien años de soledad a que nos ha sometido esta rancia oligarquía. Adelante.


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