sábado, 18 de octubre de 2014

Hija del guerrillero Ernesto Che Guevara visitó la universidad del Tolima

El amplio escenario resultó insuficiente para albergar a todos los asistentes. camarada Aleida Guevara March Foto Nelosi


 Por Nelson Lombana Silva

Constituyó un verdadero acontecimiento político la presencia de la hija del legendario, combativo y revolucionario guerrillero Ernesto Che Guevara, la camarada Aleida Guevara March en la universidad del Tolima de la ciudad de Ibagué, ayer después de las dos de la tarde, gracias al esfuerzo colectivo de la asociación colombiana de estudiantes universitarios, (Aceu), la editorial Ocean Sur y la dirección de proyección social de esta universidad.  




El amplio escenario resultó insuficiente para albergar a todos los asistentes; muchos de ellos quedaron por fuera. La expectativa por escuchar la vida y obra del heroico guerrillero argentino, nacionalizado cubano y caído en combate en las montañas de Bolivia, de viva voz de su hija que reivindica con conciencia de clase la gesta de un verdadero modelo de hombre revolucionario, generó entusiasmo desbordante al interior de los estudiantes universitarios, sindicalistas, comunistas y demás organizaciones políticas y democráticas de izquierda de esta sección del país. 


Una vez terminó su intervención y respondió algunos interrogantes del público, la camarada Aleida Guevara March autografió obras fundamentales de su padre que siguen iluminando la lucha del pueblo colombiano en busca de la segunda y definitiva independencia. Definitivamente, el pensamiento del Che sigue más vigente que nunca.


El Che no sabía mentir


Aleida narró hechos que demostraron que su padre no sabía mentir. Enfrentaba la verdad al precio más elevado, incluso hasta con su propia vida. En cierta oportunidad se reunió con el comandante Fidel Castro y le preguntó por alguna discusión que pudo haber tenido con el Che. Fidel le comentó una en especial. Cuando se disponían, por esos días, a abordar el Granma, la orientación era no decir la afiliación política a nadie. “¿Qué hizo su papá? No solamente dijo que era Comunista, sino que se puso a discutir con el esbirro de la cárcel sobre la personalidad de Stalin. Resumen: A todos nos dejaron libres, excepto a tu papá. Comunista y pro ruso, imagínese. Cuando Fidel va a reclamarle a mi papá lo dicho, se da cuenta que mi papá no sabía mentir”.


El comandante Fidel comprendió que no había que discutir, había que hacer todos los esfuerzos posibles por sacarlo de la cárcel. Ese gesto de Fidel marcó la unidad indisoluble entre Fidel y el Che. Dice Aleida: “Mi papá reconoce que Fidel podía haberse ido con su grupo de compañeros a liberar a Cuba, estaba todo preparado para partir y Fidel no se va, hasta que no logra que a mi papá lo suelten. Eso le dio a papi una sensación de que de verdad este jefe militar responde por cada uno de sus hombres. Entonces se puede morir por un hombre así”, es la conclusión del comandante Ernesto Che Guevara sobre la regia personalidad militar, revolucionaria y humana del comandante Fidel Castro Ruz.


Tú de qué te ríes


“Así comienza esa amistad entrañable. Imagínese que esa noche que estaba hablando con Fidel, llega un momento en que yo comienzo a sonreír. Fidel me dice: tú de qué te estás riendo. Tío – le digo – no te das cuenta que estás hablando de mi papá en presente, es como si papá fuera a entrar por esa puerta. Me miró muy serio y me dijo: No, tu papá está presente. Ya no hablamos más esa noche, pero para que se den cuenta hasta qué punto se pueden manipular situaciones cuando no conocemos la realidad, cuando no tenemos una información adecuada, por favor, no emitir criterios. Eso hace que nos podamos respetar más. Pida aclaración, pero no emitan juicios teniendo una desinformación tan grande como a la que somos sometidos todos los días, todos nosotros”.


Aprender a leer los medios de comunicación


“Solamente yo les recomiendo que piensen como Quino, el caricaturista argentino, el que hizo a Mafalda; ustedes saben que a Mafalda no le gustaba tomar sopa, de ninguna manera. Ella decía: Qué ligera que fuera la sopa. Si Fidel dijera que la sopa es buena no me obligara Fidel a tomar la sopa. Eso es sabio, es científico. Si nos hablan mal de una persona, nuestros medios de comunicación por lo general, quiere decir que esa persona le está haciendo daño a ella, por lo tanto es buena para nosotros”.


“Tenemos que aprender a leer entre líneas en ese sentido, porque no nos queda de otra. Desgraciadamente, nuestros medios de comunicación, aún los más importantes, se convierten a veces, tristemente, en papagayos, repetir noticias sin saber siquiera de dónde salieron, ni qué fidelidad tienen”.


“Eso nos confunde y eso por supuesto hace que tengamos más necesidad de cultura como pueblo, para que no nos engañen, para que no nos manipulen, para que no nos utilicen”.


“De esa libertad hablamos. De esa libertad con dignidad y soberanía, que es la que nosotros necesitamos para todos y cada uno de nuestros pueblos de nuestro continente. Decía el Che que el pueblo siempre tiene la última palabra, pretendemos que esa última palabra sea la victoria”, señaló.


Preguntas y respuestas


Tuvimos la oportunidad de formularle dos preguntas: Una tiene que ver con la relación de padre a hija. ¿En qué momento comienza Aleida a tomar conciencia de la regia personalidad revolucionaria de su padre? La segunda pregunta tiene relación con la vigencia del pensamiento del Che. ¿Cómo se puede materializar en la práctica la frase: “El Che vive”?


Estas son sus respuestas: Comenzó respondiendo la segunda pregunta destacando la necesidad de escuchar y orientar correctamente a la juventud. Nos lamentamos que la juventud está en crisis – dijo – pero no reconocemos que es producto de la realidad de los mayores.


“Quizás, si los escucháramos más tendríamos ideas mucho más brillantes para hacer el trabajo que tenemos que hacer. Porque tienen las neuronas mucho más frescas. Por lo tanto, pueden crear cosas que a nosotros ni soñar, ni pensar con ellas”.


“Entonces, escuchar más a los jóvenes, tenerlos más presentes e implicarlos más en los procesos revolucionarios. Si los procesos revolucionarios no tienen el apoyo de la juventud y de las mujeres, no funcionan, no funcionan. Eso se ha demostrado históricamente. Por lo tanto, uno de los primeros pasos es tratar con respeto a los jóvenes”.


“Segundo: Darnos cuenta lo que ellos están reflejando. El problema que ellos están reflejando, es porque nosotros no hemos sido capaces de educarlos, porque nosotros no hemos sido capaces de inculcarles los valores que necesitamos que tengan. Fíjese lo que decía el Che: Es más fácil hacerte seguir que no tener que empujar. Cuando un le pide a los jóvenes algo que ellos no lo entienden, no lo comprenden, no lo van a hacer, hasta que no seamos capaces de demostrarles con nuestro propio ejemplo de vida lo que queremos que haga, no lo harán”.


“Me explico: Yo les digo que se paren cinco minutos diariamente de cabeza, por ejemplo. La gente me va a decir: Pero está loca esa mujer. Cinco minutos de cabeza para qué. Otros dirán: Como es la hija del Che le vamos a hacer caso. Todas esas cosas pueden pasar”.


“Pero a los cinco minutos de hacerlo, dirán: ¡Qué voy a hacer eso, para qué! Yo les explico: Si están cinco minutos con la cabeza hacia abajo, el cuerpo hacia arriba, significa que el flujo sanguíneo va a aumentar todo lo se altere a nivel cerebral. Eso aumenta el flujo sanguíneo e impide que con el tiempo se vayan formando placas de alterofa, lo que hace que tenga más vida prolongada y que no tenga enfermedades como el alzhéimer o enfermedades de degeneración de las edades”.


“Cuando yo explico esto, va a ver mucha gente que se va a parar en la cabeza. Pero es porque entendieron por qué lo digo. Y le di una explicación lógica del por qué es necesario hacerlo. No los estoy obligando. Eso es muy importante que quede siempre en primer lugar: Mostrar con el ejemplo, lo que queremos que los jóvenes hagan. Si nosotros no somos capaces de demostrarlo, ellos nunca lo harán”.

 


Autografió obras fundamentales de su padre que siguen iluminando la lucha. Foto Nelosi

“La segunda pregunta. Yo tuve la desgracia de no poder compartir mucho con mi papá. Era muy pequeñita cuando mi papá sale para el Congo. Tenía cuatro años y medio. En esos cuatro años y medio de vida, mi papá recorrió el mundo, prácticamente, dos veces, llevando el mensaje de la Revolución Cubana. Trabajaba dieciséis horas diarias cuando estaba en Cuba, primero fue el ministro de la banca internacional, después el ministro de industria de un país eminentemente agrícola; imagínese el trabajo titánico que tuvo este hombre de formar industrias en un país que no tenía trabajadores, tenía campesinos sobre todo”.


“Es titánico el esfuerzo que hizo. Los primeros años de Revolución fueron muy duros de trabajo, pero siempre digo que tuve el privilegio de tener una madre espectacular. En primer lugar, que fue guerrillera al igual que él, en segundo lugar, que ella siendo una mujer feminista. Es decir, que defendió siempre los derechos de las mujeres, entendió que su esposo era más útil para la Revolución. Ella hizo todo lo posible para apoyarlo a él, para que pudiera trabajar tranquilo, libre, sin preocuparse y ella se ocupó más de nosotros en esa etapa de la vida”.


“Pero con algo muy hermoso: Mi papá siempre estaba presente. Es decir, yo no sentí la ausencia de mi papá realmente hasta que no fui casi una adolescente, porque ella me lo hacía presente todos los días sin ningún tipo de reclamos contra mi papá. Jamás. Mi papá era el bueno de la película. Ella era la mala. Ella era la que ponía disciplina, la que exigía disciplina, mi papá casi era una cosa divina. Y la verdad que lo era”.


“Desde el punto de vista de hombre completo, de compañero, de guerrillero, de comandante, de ministro, de hombre inteligente, era completo. Además, en cinco años, cuatro hijos. Así que buena puntería. En ese sentido, era un hombre completo. (Risas)”.


“Ella es la responsable de nuestra educación. Realmente, si hoy somos hombres y mujeres socialmente útiles es porque ella  estuvo siempre a nuestro lado. Déjeme decirle que ella se quería ir con él, ella quería salir con mi papá a Bolivia. Él no se lo permitió. Le dijo que la única persona que confiaba para educarnos y formarnos a nosotros era ella. Ella tiene que sacrificarse nuevamente y se queda con sus hijos”.


“Él le prometió que estaría dos años en la guerrilla y ella se reuniría con él. Desgraciadamente no fue así, quedó esa promesa en el aire. Pero todo el tiempo hizo que mi papá estuviera presente. Si yo aprendí a querer a mi papá fue a través del amor que ella sentía por él. Lo aprendí a querer de verdad con todos sus escritos, todas sus formas de decirles a los jóvenes las cosas. Desde muy pequeña me enseñaba a leer. Por ejemplo, este libro: “Notas de viaje”, cuando todavía no se pensaba publicar, yo tenía 16 años, cuando ella medió el manuscrito y me dijo: Lee esto. No me dijo de quién era el escrito. Inicialmente, me enamoré del muchacho. Estaba suspirando, hasta que me dije: espérate que ese tipo es tu papá. Me di cuenta que ese hombre maravilloso era mi papá. Pero era lindísimo de verdad. Una vez más me sentí muy orgullosa de ser su hija”.


“Ese tipo de cosas fue la que ella fue promocionando siempre. Es decir, conocerlo desde chiquito, desde pequeño, jovencito, cómo era, cómo fue evolucionando, las cosas que le gustaban, las cosas que él quería. Por ejemplo, una vez mi hermano Camilo una perreta que agarró siendo chiquito, rompió un libro. Mi papá se puso verde, pero verde (furioso), porque ni pegarle a un animal, ni romper nunca un libro. Eso es sagrado para el ser humano. Primero porque somos más grandes y más fuertes que los animales domésticos, por supuesto y no podemos hacerle daño por gusto a ningún tipo de animal y, segundo, los libros porque son la enseñanza, es donde está recogida la enseñanza de toda la humanidad. Entonces cómo dañar un libro que podría ser lo que te sirva para ser mejor en la vida. No dañar nunca un libro. Enseñanza pequeña que fuimos captando de los primeros momentos”.


“Pero de verdad yo pienso que si hoy somos útiles es porque ella nos enseñó. No permitió ningún privilegio. Ustedes saben que cuando un compañero falta, sus compañeros tratan no de dar ese amor que hace falta, porque ellos tienen su propia familia y sus propias preocupaciones. Pero intentan por todos los medios de que no te falten cosas básicas para la vida. A veces se les va un poco la mano y ya no son cosas básicas, sino regalitos. Mi mamá prohibió terminantemente todas esas cosas. Cuando los niños cubanos no tenían ropa, nosotros no tuvimos ropa”.


“Mis hermanos tuvieron sin calzoncillos durante semanas porque en Cuba no había, mi mamás les hacía la ropa interior de las blusas que iba quedando de la más vieja. Con eso les hacía la ropa interior a mis hermanos”.


“Yo estuve en una escuela, becada desde los once años de edad porque yo quise. Ella lo permitió. Fue en una escuela militar. Me dediqué con once añitos y fue una cosa dura para mí, después de darme cuenta que no era fácil la beca, pero mi mamá se opuso y me dijo: Usted fue la que la eligió, usted termina la beca. Fueron seis años bien duros, pero de buena formación. Por eso les digo que disparo bien, porque de jovencita me eduqué en ese sentido. También se lo debo a mi mamá, la resistencia de ella y el de no permitir ningún privilegio, ningún trato especial a los hijos del Che, éramos y somos, hombres y mujeres del pueblo cubano y como tal nos comportábamos”.


“Yo tengo dos misiones internacionalistas como médico, me fui a Nicaragua y de ahí me gradué en la UNAM porque los cubanos no tenían médicos suficientes en esa época y fuimos a estudiar medicina el último año y me gradué en esta universidad y de la Habana como médico. Después me fui a Angola, como médico pediatra dos años también, en plena guerra de Angola. Eso fue por ella, porque ella nos inculcó desde pequeño los principios y todo lo más hermoso de mi papá. No lo hizo un deber. Entonces, desde muy pequeños lo respetamos y lo admiramos como el hombre completo que es”.


“En ese sentido, le agradecemos mucho a ella, tener esa presencia. Hay veces que me dice que si no nos sentimos abandonados por mi papá, porque él decidió irse a pelear a otra parte del mundo y no se quedó con sus hijos. Pero debo decirlo: Mi papá no se fue a pelear a otro planeta, se fue a pelear por este, por un mundo mejor y si un mundo mejor es, entonces es también un mundo mejor para sus hijos seguramente. Así que estamos incluidos en ese sacrificio como niños, como personas que íbamos a crecer en un mundo mucho más libre para todos. Así que no le reprochamos absolutamente nada. Al contrario. Decimos quizás que reprochamos no haber tenido la edad suficiente para acompañarlo. Pero nada más”. (Aplausos)


Otra pregunta fue formulada por el camarada Gilberto Salinas Novoa, miembro de la dirección regional Tolima del Partido Comunista Colombiano, en relación con la ayuda en el proceso revolucionario en Colombia.


Contestó: “Las decisiones son de los pueblos. Nosotros hemos aprendido siempre a respetar lo que los pueblos dicen. Si el pueblo sostiene un movimiento revolucionario, nosotros lo estaremos apoyando hasta las últimas consecuencias. Si el pueblo quiere paz, nosotros estaremos apoyando la paz de ese pueblo. Ahora, siempre advertimos una cosa: Por favor, que la paz sea con dignidad siempre, porque si no, no vale la pena la paz”.


“En ese sentido, por supuesto que apoyamos lo que el pueblo colombiano decida y quiera hacer. Siempre mostrando nuestro ejemplo de vida, lo que hemos logrado no es porque seamos seres humanos diferentes, sino porque tenemos una sociedad diferente, que nos ha permitido florecer como seres humanos. Pero eso es una decisión de cada pueblo, cómo obtiene eso, qué está dispuesta a dar por obtenerlo. Eso solamente lo puede decir un pueblo”.


“Nosotros tenemos la obligación de apoyar ese pueblo hasta las últimas consecuencias y es lo que hacemos”, terminó respondiendo la pregunta del camarada Salinas Novoa la camarada médica, Aleida Guevara March.



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