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Por Nelson Lombana Silva
El mundo cristiano durante la presente semana conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús, un acontecimiento bíblico que relatan los evangelistas sin mucho de detalle. Se considera la semana mayor para los partidarios de esta religión.
Comienza con la procesión de los ramos que simboliza la entrada de Jesús a Jerusalén montado en un brioso pollino, la muchedumbre sale alborozada a su encuentro y lo recibe como rey, expresando su regocijo con ramos y alegría desbordante.
Tres días después, al parecer, esa misma muchedumbre, pide a gritos que sea crucificado y liberado Barrabás, símbolo del mal. Pilatos, salva responsabilidad y Jesús queda a merced del populacho analfabeta, quien presiona para que sea crucificado. De alguna manera, es la forma cobarde de la clase dominante salvar su responsabilidad de este crimen atroz y responsabilizar al pueblo. Lo mismo sucede hoy: La burguesía responsable de la violencia y de la destrucción de la Pachamama, responsabiliza al pueblo, al campesino porque corta un árbol por necesidad, por ejemplo, pero nunca dice nada de los miles y miles de árboles que tala a diario en la Amazonía para fortalecer sus arcas capitalistas.
El llamado fervoroso a la comunidad cristiana durante esta semana santa es más que rezar, reflexionar críticamente. Cuando el feligrés se limita a rezar y no a pensar críticamente, lo único que está haciendo es repetir maquinalmente, repitiendo como lorito, sin analizar seria y creativamente lo que está diciendo. Quizás piensa que no existe una relación íntegra entre la fe y su práctica de vida. Quien no dice que cree en Dios. Ese mismo que dice que Dios existe y que cree ciegamente en Él: Roba, miente, asesina, calumnia, engaña, explota, corrompe, etc. Cuántas religiones se han convertido en un simple negocio; cuántos pastores han estado al lado del verdugo, del explotador y han dedicado, todo su apostolado, a justificar la explotación del hombre por el hombre, en todas sus formas y manifestaciones, a impedir que el pueblo se una, se organice y luche por un mundo más justo y humano.
La oración es válida cuando está relacionada con hechos. Mientras esto no suceda la hipocresía es la reinante, no hay coherencia, es un embustero, que nada tiene que ver con la propuesta de Jesús. Jesús murió por cambiar la conciencia de la clase dominante que inspiraba su reinado en el odio, en la mentira, en la muerte y en la explotación. Era ojo por ojo y diente por diente. Jesús quiso imponer el lenguaje del amor, del perdón, del respeto por la diversidad y de la justicia social. Por eso, lo asesinaron en un madero, en medio de dos ladrones y de la más cruel tortura.
Hoy, se sigue matando a Jesús personificado en el estudiante, en el sindicalista, en el campesino, en la campesina, en la lideresa, en la negación de reformas estructurales que necesita el pueblo, como la salud, la pensión, la educación y la paz total. Hay un genocidio silencioso de las EPS, hay un crimen atroz en los congresistas que se niegan a que el pueblo humilde se pensione, tenga un pedazo de tierra para labrar, un techo donde vivir, una educación de calidad, alimento para todos y todas, una garantía real a la juventud y a la mujer.
En pleno siglo XXI se sigue crucificando al Hijo de Dios… Por eso, reiteramos el llamado a reflexionar más que simplemente rezar. Jesús es el primer revolucionario que tuvo la humanidad, el mismo que fue perseguido por la clase dominante de su época hasta ser torturado y crucificado cruelmente. Hoy la clase burgués sigue empecinada en seguir matando el mensaje claro de justicia y cambio que Jesús enarboló con grandeza, dignidad, al extremo de ser cruelmente asesinado en el madero.
El sionismo y las agresiones al pueblo palestino. Foto: La Palabra Abierta |
Que esta Semana Santa, nos sirva para reflexionar y pensar en un mundo justo y humano para todos y todas. Que la sed del Maestro, sea la sed del pueblo clamando justicia, paz, salud, educación, empleo…Así sea…
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