Por Agamenón
La victoria del Frente Amplio, en cabeza de Gustavo Petro y Francia Márquez, constituye un acontecimiento histórico, por cuanto por primera vez llega al Palacio de Nariño unos hijos del pueblo, tan humildes quizás como usted y yo.
Durante más de doscientos años, la constante era que llegaran los clásicos representantes de la oligarquía, al extremo que se hablaba de familias. Entre ese círculo tan cerrado y excluyente se rotaban la presidencia. Al pueblo nunca le había tocado.
El pueblo, mayoritariamente, venció el miedo, arma burguesa que históricamente ha utilizado dicha clase dominante para sostenerse en el poder ilegalmente. De igual manera, la mentira y la calumnia, que con tanto énfasis desarrolló casi de forma criminal los medios masivos de comunicación. El pueblo no se dejó manipular en esta oportunidad.
Indudablemente, se ha ganado la gran batalla, queda por ganar la guerra. “Lo que viene es un cambio de verdad, cambio real; en ello comprometemos la existencia, la vida misma”, dijo el electo presidente Gustavo Petro Urrego.
De esta manera, ratifica su propuesta de campaña. Pero, para que esto se cristalice de la mejor manera, nosotros como pueblo también tenemos que cambiar, asumir una postura activa y propositiva, elevar el nivel ideológico, político y orgánico, ayudar con nuestro comportamiento a erradicar el cáncer de la corrupción, la violencia, el sectarismo y todo aquello que vaya en contravía del interés general, colectivo.
No esperar sentado en la casa cómodamente ver pasar el cadáver de la corrupción o del analfabetismo político, y/o esperar en casa que todo llegue por inercia. Hay que actuar, estar dispuesto o dispuesta a la movilización y con nuestro ejemplo enseñar la “política del amor”, como lo dijo el presidente electo.
“No vamos a traicionar este electorado, que lo que le ha gritado al país, lo que le ha gritado, precisamente, a la historia, es que, a partir de hoy, Colombia cambia”, agregó.
Una vez más ratificó su compromiso con la paz, usando para ello el diálogo civilizado y decente. De igual manera, luchar por la vida, la esperanza y el medio ambiente.
El desarrollo del Frente Amplio, es el principal reto que asume no solo el gobierno, el Pacto Histórico, el pueblo colombiano, sino todos los que entendemos el cambio a partir de procesos, que no son lineales, sino complejos, contradictorios y a veces desconcertantes.
El pueblo está en el derecho y en el deber de cogobernar con sus aportes, sus propuestas y sus críticas fundadas en la objetividad y en el análisis juicioso. En eso hay que trabajar mucho.
Por su parte, las sencillas, pero emotivas palabras de la electa vicepresidenta, Francia Márquez, despierta esperanza en la mujer, en su liderazgo y en el aporte fundamental al cambio que está en marcha. Ya no es una utopía que una mujer llegue a la presidencia de la república.
“Después de 214 años, logramos un gobierno del pueblo, un gobierno popular”, señaló. “El gobierno de las manos callosas, el gobierno de la gente de a pie, el gobierno de los nadies y las nadies de Colombia”.
“Vamos a reconciliar esta nación, vamos por la paz de manera decidida, sin miedo, con amor y alegría; vamos por la dignidad, vamos por la justicia social, vamos las mujeres a erradicar el patriarcado de nuestro país; vamos por los derechos de la comunidad LGTBI, vamos por los derechos de nuestra madre tierra”, subrayó.
Por fin se hace justicia. Llega a este elevado cargo una mujer de color, con dignidad y con deseos fervientes de hacer realidad el cambio que tanto soñamos todos y todas. Hay que rodear a esta vicepresidenta, tener guardia permanente para que los saboteadores amargados no cumplan con sus mezquinos propósitos.
Colombia tiene nuevo presidente, se llama: Gustavo Petro y vicepresidenta: Francia Márquez. El sueño se hace realidad.
La victoria del Frente Amplio, en cabeza de Gustavo Petro y Francia Márquez, constituye un acontecimiento histórico, por cuanto por primera vez llega al Palacio de Nariño unos hijos del pueblo, tan humildes quizás como usted y yo.
Durante más de doscientos años, la constante era que llegaran los clásicos representantes de la oligarquía, al extremo que se hablaba de familias. Entre ese círculo tan cerrado y excluyente se rotaban la presidencia. Al pueblo nunca le había tocado.
El pueblo, mayoritariamente, venció el miedo, arma burguesa que históricamente ha utilizado dicha clase dominante para sostenerse en el poder ilegalmente. De igual manera, la mentira y la calumnia, que con tanto énfasis desarrolló casi de forma criminal los medios masivos de comunicación. El pueblo no se dejó manipular en esta oportunidad.
Indudablemente, se ha ganado la gran batalla, queda por ganar la guerra. “Lo que viene es un cambio de verdad, cambio real; en ello comprometemos la existencia, la vida misma”, dijo el electo presidente Gustavo Petro Urrego.
De esta manera, ratifica su propuesta de campaña. Pero, para que esto se cristalice de la mejor manera, nosotros como pueblo también tenemos que cambiar, asumir una postura activa y propositiva, elevar el nivel ideológico, político y orgánico, ayudar con nuestro comportamiento a erradicar el cáncer de la corrupción, la violencia, el sectarismo y todo aquello que vaya en contravía del interés general, colectivo.
No esperar sentado en la casa cómodamente ver pasar el cadáver de la corrupción o del analfabetismo político, y/o esperar en casa que todo llegue por inercia. Hay que actuar, estar dispuesto o dispuesta a la movilización y con nuestro ejemplo enseñar la “política del amor”, como lo dijo el presidente electo.
“No vamos a traicionar este electorado, que lo que le ha gritado al país, lo que le ha gritado, precisamente, a la historia, es que, a partir de hoy, Colombia cambia”, agregó.
Una vez más ratificó su compromiso con la paz, usando para ello el diálogo civilizado y decente. De igual manera, luchar por la vida, la esperanza y el medio ambiente.
El desarrollo del Frente Amplio, es el principal reto que asume no solo el gobierno, el Pacto Histórico, el pueblo colombiano, sino todos los que entendemos el cambio a partir de procesos, que no son lineales, sino complejos, contradictorios y a veces desconcertantes.
El pueblo está en el derecho y en el deber de cogobernar con sus aportes, sus propuestas y sus críticas fundadas en la objetividad y en el análisis juicioso. En eso hay que trabajar mucho.
Por su parte, las sencillas, pero emotivas palabras de la electa vicepresidenta, Francia Márquez, despierta esperanza en la mujer, en su liderazgo y en el aporte fundamental al cambio que está en marcha. Ya no es una utopía que una mujer llegue a la presidencia de la república.
“Después de 214 años, logramos un gobierno del pueblo, un gobierno popular”, señaló. “El gobierno de las manos callosas, el gobierno de la gente de a pie, el gobierno de los nadies y las nadies de Colombia”.
“Vamos a reconciliar esta nación, vamos por la paz de manera decidida, sin miedo, con amor y alegría; vamos por la dignidad, vamos por la justicia social, vamos las mujeres a erradicar el patriarcado de nuestro país; vamos por los derechos de la comunidad LGTBI, vamos por los derechos de nuestra madre tierra”, subrayó.
Por fin se hace justicia. Llega a este elevado cargo una mujer de color, con dignidad y con deseos fervientes de hacer realidad el cambio que tanto soñamos todos y todas. Hay que rodear a esta vicepresidenta, tener guardia permanente para que los saboteadores amargados no cumplan con sus mezquinos propósitos.
Colombia tiene nuevo presidente, se llama: Gustavo Petro y vicepresidenta: Francia Márquez. El sueño se hace realidad.
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