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| Aída Avella y Gustavo Petro en la localidad de Kennedy. Foto Gabriel Pérez. |
Por Nelson Lombana Silva
La confirmación de 6402 asesinatos extrajudiciales, conocidos eufemísticamente como “falsos positivos”, a manos de los militares y demás organismos de seguridad del Estado, es un reflejo inequívoco de la manera criminal como la rancia oligarquía colombiana se ha sostenido en el poder.
No es una práctica de ahora, históricamente ha sido la constante. La masacre de las bananeras 1928, el magnicidio del general Rafael Uribe Uribe, la denominada violencia en Colombia, el genocidio contra la Unión Patriótica, son apenas ejemplos presentados a vuelo de mariposas amarillas, como diría nuestro Nobel de Literatura.
Se ha pretendido establecer un parangón con el sanguinario golpista chileno, Augusto Pinochet Ugarte, durante sus 17 años de dictadura, amamantada por Estados Unidos y, realmente, no hay comparación. Solo la criminalidad del matarife y narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez, en solo ocho años, casi triplica la cifra de crímenes de lesa humanidad que cometió este general chafarote en la gran patria de Salvador Allende, Pablo Neruda y Gabriela Mistral.
De otro lado, tenemos la más espantosa corrupción. Mientras Iván Duque Márquez, dice que ha gastado durante la pandemia más de 117 billones de pesos, universidad le demuestra que la suma solo asciende a 51 billones de pesos bien contados. ¿Qué rumbo tomó el resto? Y eso, que aún no ha salido a flote el gran negociado de las vacunas. Al decir de personas cercanas al gobierno la cifra es espeluznante, el fraude oceánico.
Además, la patria ha sido convertida en el Caín de América, en punta de lanza para agredir procesos democráticos en esta parte del mundo. Ahí, está la hermana república bolivariana de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Cuba, entre otras. Se mancilla a diario el pensamiento bolivariano de la unidad de América.
El Pacto Histórico es el camino
Ante estos hechos concretos e irrebatibles, el único camino que le queda al pueblo para sacudirse de este sangriento régimen disfrazado hipócritamente de “democracia”, es la unidad. No hay otra alternativa posible.
A buena hora, las distintas expresiones de izquierda y sectores democráticos han planteado como alternativa el Pacto Histórico. Una amplia y sólida confluencia de fuerzas de izquierdas y sectores democráticos como alternativa para derrotar el año entrante las fuerzas oscuras del neofascismo que encarnan el uribismo y el Centro Democrático. Colombia va al abismo de la tragedia extrema, hay que evitarlo con la movilización del pueblo.
Colombia, como Macondo, necesita una segunda oportunidad. Por eso, todo esfuerzo encaminado a unir, resulta poco y mucho. Una unidad amplia, sin estigmatizaciones y sectarismos trasnochados, será el camino para detener el fascismo en este país sudamericano.
Excelente las iniciativas de Gustavo Petro, al proponer una consulta popular para seleccionar el candidato presidencial, también la iniciativa que el que quede de segunda, sea la fórmula vicepresidencial. Además, una lista nacional para congreso y cámara de representantes. No se puede malograr esta oportunidad. Eso implica trabajar más y hablar menos. Facilitar al máximo los puentes de unidad y articular toda una campaña formativa y educativa de las masas populares. Hay que politizarlas, para que rompan el viejo embeleco del miedo que ha usado la burguesía para sostenerse tanto tiempo en el poder. El analfabetismo político ha sido nuestro peor enemigo y a su vez, el mejor aliado de la gran burguesía. La campaña política debe ser para eso: Educar. Además, descifrar el triste papel de los traidores que han usado ropaje “izquierdoso”, pero que en realidad son amigos incondicionales y servidores útiles de las multinacionales y transnacionales.
El Pacto Histórico, ciertamente, es el camino, que hay que seguir con decisión y coraje, deponiendo todo tipo de falso protagonismo y oportunismo fatuo. ¡Viva la Unidad del pueblo! ¡Viva el Pacto Histórico!
No es una práctica de ahora, históricamente ha sido la constante. La masacre de las bananeras 1928, el magnicidio del general Rafael Uribe Uribe, la denominada violencia en Colombia, el genocidio contra la Unión Patriótica, son apenas ejemplos presentados a vuelo de mariposas amarillas, como diría nuestro Nobel de Literatura.
Se ha pretendido establecer un parangón con el sanguinario golpista chileno, Augusto Pinochet Ugarte, durante sus 17 años de dictadura, amamantada por Estados Unidos y, realmente, no hay comparación. Solo la criminalidad del matarife y narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez, en solo ocho años, casi triplica la cifra de crímenes de lesa humanidad que cometió este general chafarote en la gran patria de Salvador Allende, Pablo Neruda y Gabriela Mistral.
De otro lado, tenemos la más espantosa corrupción. Mientras Iván Duque Márquez, dice que ha gastado durante la pandemia más de 117 billones de pesos, universidad le demuestra que la suma solo asciende a 51 billones de pesos bien contados. ¿Qué rumbo tomó el resto? Y eso, que aún no ha salido a flote el gran negociado de las vacunas. Al decir de personas cercanas al gobierno la cifra es espeluznante, el fraude oceánico.
Además, la patria ha sido convertida en el Caín de América, en punta de lanza para agredir procesos democráticos en esta parte del mundo. Ahí, está la hermana república bolivariana de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Cuba, entre otras. Se mancilla a diario el pensamiento bolivariano de la unidad de América.
El Pacto Histórico es el camino
Ante estos hechos concretos e irrebatibles, el único camino que le queda al pueblo para sacudirse de este sangriento régimen disfrazado hipócritamente de “democracia”, es la unidad. No hay otra alternativa posible.
A buena hora, las distintas expresiones de izquierda y sectores democráticos han planteado como alternativa el Pacto Histórico. Una amplia y sólida confluencia de fuerzas de izquierdas y sectores democráticos como alternativa para derrotar el año entrante las fuerzas oscuras del neofascismo que encarnan el uribismo y el Centro Democrático. Colombia va al abismo de la tragedia extrema, hay que evitarlo con la movilización del pueblo.
Colombia, como Macondo, necesita una segunda oportunidad. Por eso, todo esfuerzo encaminado a unir, resulta poco y mucho. Una unidad amplia, sin estigmatizaciones y sectarismos trasnochados, será el camino para detener el fascismo en este país sudamericano.
Excelente las iniciativas de Gustavo Petro, al proponer una consulta popular para seleccionar el candidato presidencial, también la iniciativa que el que quede de segunda, sea la fórmula vicepresidencial. Además, una lista nacional para congreso y cámara de representantes. No se puede malograr esta oportunidad. Eso implica trabajar más y hablar menos. Facilitar al máximo los puentes de unidad y articular toda una campaña formativa y educativa de las masas populares. Hay que politizarlas, para que rompan el viejo embeleco del miedo que ha usado la burguesía para sostenerse tanto tiempo en el poder. El analfabetismo político ha sido nuestro peor enemigo y a su vez, el mejor aliado de la gran burguesía. La campaña política debe ser para eso: Educar. Además, descifrar el triste papel de los traidores que han usado ropaje “izquierdoso”, pero que en realidad son amigos incondicionales y servidores útiles de las multinacionales y transnacionales.
El Pacto Histórico, ciertamente, es el camino, que hay que seguir con decisión y coraje, deponiendo todo tipo de falso protagonismo y oportunismo fatuo. ¡Viva la Unidad del pueblo! ¡Viva el Pacto Histórico!
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