domingo, 8 de diciembre de 2019

La burguesía se une para agredir al pueblo

Por Nelson Lombana Silva

Cada vez que la burguesía ve amenazado sus intereses de clase, se une casi que automáticamente. No lo duda un momento. Utiliza todos sus medios a su alcance sin contraer un músculo de su enjuto rostro.


Por estos días, de dura lucha del pueblo contra el régimen neoliberal, explotador, corrupto y criminal de la oligarquía colombiana en cabeza de su presidente Iván Duque Márquez, la derecha se viene unificando alrededor de lo que ellos suelen llamar: La institucionalidad.

El anuncio del déspota Germán Vargas Lleras y su movimiento Cambio Radical y Cesar Gaviria Trujillo, jefe del partido Liberal de rodear la pésima administración resulta diciente. Lo que no dicen estos personajes mafiosos de la clase dominante, es por qué la decisión. Sin embargo, el pueblo sabe perfectamente que el respaldo no es gratuito sino que obedece a lo que se conoce genéricamente como: “Mermelada”. Es decir, no media ni ideología, ni principios éticos o políticos. Nada de eso. Solo burocracia.

Hay miedo en la clase dominante. Por eso se une. Adicionalmente, necesita cumplir los dictámenes de los organismos internacionales: FMI, OCDE, BM, EE.UU. Duque Márquez está hipotecado a los gringos en la oscura empresa de invadir a la República Bolivariana de Venezuela. No camina ante el imperialismo, se arrastra mendigante. Ayer, Cesar Gaviria Trujillo le decía a Álvaro Uribe Vélez: “Mentiroso, mentiroso, mentiroso”, hoy se hace su aliado fundamental para tramitar el paquetazo en el parlamento.

Esa es la clase política colombiana. Así actúa. Así se comporta. Así manipula. No maneja relaciones humanas y políticas, maneja relaciones económicas, intereses partidistas, casi personales.

Lo mismo ocurrió en el histórico Paro Cívico Nacional del 14 de septiembre de 1977. Todos los líderes de derecha y extrema derecha se apuraron a rodear la institucionalidad, en ese momento, al presidente Alfonso López Miquelsen, el considerado “mandato caro”.

Quien todavía piense que hay diferencias de fondo entre una expresión política y otra de la derecha o extrema derecha, está totalmente desenfocado. La única diferencia – decía García Márquez – era que los conservadores iban a misa de las siete de la mañana y los liberales a las cinco de la tarde.

Con este histórico Paro Nacional, que ya supera los doce días, lo que está en evidencia es la lucha de clases. Por eso el deber de transformar esa lucha sindical, esa lucha reivindicativa, en lucha política. El pueblo debe pensarse seriamente el Poder. Debe superar las simples reivindicaciones cosméticas. Es el desafío fundamental del momento. En esa dinámica se debe mover.

Claro, para ello se necesita organizaciones sindicales fuertes, unidas, honestas, consecuentes y formadas políticamente. Sindicatos con capacidad de lucha y de sacrificio. Igualmente, la izquierda unida y en movimiento en las calles. Un sindicalismo anárquico, conciliador y desunido, no genera buena perspectiva. Tampoco una izquierda débil, fraccionada y oportunista puede garantizar los cambios reales que necesita el pueblo colombiano.

En síntesis, el momento histórico que vive Colombia e incluso, el continente americano, hay que analizarlo sindical y políticamente desde la perspectiva marxista y leninista. La explosión espontánea de las masas se debe transformar en explosión estructural, política. En esa dinámica se debe prodigar a fondo el Partido Comunista. Cada comunista debe convertirse en político, organizador, educador y propagandista, desde la barricada, dentro de la masa. O sea, mientras la burguesía se une para continuar en el poder, las masas también se deben unir para ser poder dominante. Esa es la razón de la lucha que hoy se libra en este hemisferio.

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