El pueblo colombiano es sin lugar a dudas el personaje del año. La manera como se ha movilizado a partir del 21 de noviembre contra el paquetazo uribista y la política criminal del gobierno de Iván Duque Márquez, merece el más profundo y sincero reconocimiento. Nunca se había producido un hecho de semejante magnitud en Colombia.
Desde esta fecha, el pueblo está movilizado en las calles exigiendo sus derechos, destacándose el papel de la juventud y la mujer. Verdaderos ríos humanos han venido enfrentando este régimen con decisión y coraje, colocando hasta ahora una cuota de sacrifico bastante alta, como jóvenes asesinados, heridos y hechos prisioneros por el Estado que presume de democrático. Sin embargo, la moral del pueblo sigue intacta, firme y combativa.
¿Por qué se da esta manifestación tan estruendosa y firme? Podríamos plantear tres hipótesis: En primer lugar, podríamos decir que esto viene sucediendo porque algo muy grave contra el pueblo colombiano viene sucediendo; en segundo lugar, podríamos decir que el pueblo viene “despertando” y entendiendo que solo con la protesta se pueden adquirir reformas y reivindicaciones. Hay un concepto mucho más estructurado de la lucha de clases al interior de la masa colombiana; y una tercera hipótesis es que hay una combinación entre lo primero y lo segundo.
El despertar del pueblo colombiano coincide con el despertar del pueblo americano. En la entraña misma de los Estados Unidos hay una inconformidad sonora contra su presidente Donald Trump y posiblemente podría pasar a ser rápidamente ex presidente, quizás correr la misma suerte del dictador Richard Nixon y su watergate.
Los pueblos de la república Bolivariana de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Argentina, Chile, también están en explosivas movilizaciones no solo contra el neoliberalismo, sino también contra el capitalismo.
En esta singular lucha, salen a flote los traidores del pueblo, los mentecatos que se venden sin sonrojarse. En el caso particular de Colombia, tenemos en cuenta la postura del Parlamento, la cual ha sido genuflexa a la solicitud avara del Banco Mundial, la OCDE y el FMI.
Una cascada de reformas antipopulares que apuntan a defender los intereses del gran capital, han disparado en grado sumo la preocupación del pueblo colombiano, quien no ha tenido otra alternativa que lanzarse a la calle con el propósito de expresar su indignación y rechazo absoluto a estas infames medidas.
La lucha de clases se viene exacerbando en todo el territorio nacional, no con uniformidad pero sí con marcada intensidad que hace prever nuevas acciones en el futuro inmediato quizás con más cobertura, beligerancia y decisión. Cada vez se hace más evidente en la conciencia del pueblo la existencia de dos clases sociales antagónicas e irreconciliables: La Burguesía y el Proletariado, como bien lo definieron Carlos Marx y Federico Engels, en el Manifiesto Comunista, publicado en 1848.
Es decir, lo que viene sucediendo en Colombia y en América, no es un hecho fortuito o accidental, son las contradicciones internas y cada vez más notorias del sistema capitalista y su modelo neoliberal. Es un signo inequívoco de que cada vez el capitalismo se hace más incapaz de resolver las necesidades del pueblo, se hace más obsoleto, inútil e ineficiente.
A su vez, de las entrañas de este moribundo sistema económico y social, va surgiendo uno nuevo, cualitativo y cuantitativo, con una propuesta revolucionaria capaz de satisfacer los intereses y anhelos del pueblo (El Proletariado). Es un proceso dialéctico que se va forjando con avances y retrocesos siguiendo las manecillas del reloj. Un sistema social y económico que va elaborando el pueblo con su sabia sabiduría y su decisión inquebrantable.
Seguramente en el 2020, la protesta social en Colombia y en América aumentará cuantitativa y cualitativamente. Las medidas económicas contempladas en las reformas uribistas, la corrupción en el alto gobierno y la violencia de Estado, son cada vez más violentas y agresivas.
Se necesita entonces, un Partido fuerte y coherente capaz de orientar la inconformidad del pueblo. Un Partido revolucionario, comprometido de pies y manos con los intereses del proletariado (El Pueblo). Ese Partido es el Partido Comunista Colombiano. No es la vanguardia, pero sí hace parte de ésta.
Esta responsabilidad enorme e histórica de ser conductor del Proletariado genera compromiso, retos y desafíos enormes, que hay que asumir con sencillez y suma responsabilidad, a través del estudio, la práctica y el compromiso ético. Enseñar con el ejemplo, como bien lo recomienda el héroe cubano José Martí. Sí, el momento es histórico y exige de todos nosotros y nosotras más compromiso y decisión. Se trata de decir y hacer.
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