Madurez y realismo, son dos categorías que la izquierda colombiana debe demostrar de cara a las elecciones intermedias de 2019. Eso implica actuar con serenidad, desprendimiento y conciencia social y de clase, usando para ello la democracia en su mejor sentido, tolerancia, pluralidad y participación activa del pueblo sin ningún tipo de freno o impedimento. La denominada democracia representativa ha colapsado hace rato.
No estamos ante molinos de viento, estamos ante una oligarquía criminal, cicatera, tramposa y oportunista, dispuesta a hacer hasta lo imposible por no perder su poder mal habido, durante casi 200 años.
La única respuesta clara que la izquierda puede dar a esa jauría, es a través de la unidad, la organización y la movilización.
Luego, la escogencia de unos candidatos para las distintas corporaciones públicas que están en juego en esta oportunidad, no nos puede dividir, ni tampoco convertirse el momento en trampolín de los oportunistas que siempre han existido y seguramente existirán, que llega a esas posiciones y cambia fácilmente como lo hace de color el camaleón.
En esas condiciones, en el marco de la más amplia democracia, cada fuerza u organización, se debe prodigar a fondo para presentar en estas candidaturas a sus mejores cuadros, caracterizados por su formación intelectual y ética, con la idea clara y consciente de contribuir a profundizar los cambios históricos que necesita el país.
La experiencia de la escogencia de los candidatos comunistas, no se puede variar a raja tabla. Por el contrario. Se debe robustecer la democracia en su doble sentido: De la base a la cumbre y de la cumbre a la base.
El organismo celular está en su deber de opinar y asumir responsabilidades en la escogencia de sus mejores cuadros que asuman candidaturas unitarias. Esta función es indelegable. Las respectivas direcciones están en la obligación política de ser garantes del proceso democrático con la mayor solvencia moral y política, pensando siempre en la unidad para avanzar y ser opción de poder.
No necesariamente la célula tiene que ungir a un camarada como candidato o candidata, puede proponer a un simpatizante o amigo del Partido, siempre y cuando asuma su responsabilidad política y la consulta popular lo aclame.
Cada fuerza u organización tendrá su propio mecanismo de selección, a lo que hay que ser respetuoso de la dinámica de cada quien. Lo importante es que sean candidaturas salidas de las entrañas del pueblo y no impuestas desde arriba en conciliábulos egoístas y personalistas. No podemos cometer los mismos vicios que usa la derecha para escoger a sus cuadros: Bolígrafo, dinero e influencia. Hay que buscar a los preparados, decididos y honestos, que garanticen la continuidad del proceso y no la involución como ha sucedido con tanta frecuencia. Hay que aprender de los errores.
La izquierda tolimense debe tener una sola plataforma y candidatos unitarios con amplia vocación de poder, capaces de interpretar los anhelos del pueblo y cumplir con lo prometido. No hacerlo así, es continuar en el lacustre escenario del grupito fijando constancias históricas, viendo cómo la derecha sí unida a raja tabla usufructúa las mieses del poder como ha sucedido hasta ahora. Recuerde que el Tolima está tomado por la extrema derecha con mucho poder y dinero para hacer y deshacer. Solo la unidad puede romper esa infame hegemonía. No hay otro camino.
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