¡Que viva el fútbol! ¡Que viva la paz! |
La tesis de los periodistas deportivos de que la selección Colombia de fútbol era Falcado, cayó estrepitosamente brillando majestuosa la tesis de que el balompié es un deporte colectivo por excelencia. El resultado se convirtió en mazazo al personalismo que caracteriza el capitalismo y una ratificación al socialismo, sistema que se inspira en la acción colectiva. No hay cosa más hermosa que ver tocar el balón con sutileza.
Ganó la selección al derrotar a su similar de Grecia por el marcador de 3 a 0, regresando así al mundial después de 16 años con mucha personalidad. Desde luego, se ha ganado una batalla complicada frente a los filósofos que vendieron cara su derrota, queda pendiente la “guerra” que seguramente será intensa y desde luego, emocionante.
Colombia prácticamente jugó de local. El monumental estadio de Belo Horizonte (Brasil) era una alfombra amarilla que vibraba con cada jugada de los jugadores colombianos rabiando de felicidad con los goles. Fue la locura.
Los tolimenses siguieron las incidencias del encuentro con dramatismo y gritaron hasta más no poder los goles. El fútbol une, humaniza y universaliza. El deporte es paz, se opone por principio a la guerra.
Todos los jugadores jugaron bien. El arquero Mauricio Ospina resultó extraordinario, la defensa, el medio campo y los delanteros. No hay duda: El fútbol es colectivo.
El próximo rival será Costa de Marfil el 19 de junio. Será otro encuentro complicado por la fortaleza del oponente. Ojalá, le vuelva a jugar la buena suerte. Mientras tanto, lo correcto es no hacer caso a la montaña publicitaria y las barrabasadas de los triunfalistas y sensacionalistas de todos los pelambres. El fútbol es una caja mágica de sorpresas.
Mientras tanto disfrutemos el triunfo de la selección Colombia contra Grecia por el abultado marcador de 3 a 0. ¡Que viva el fútbol! ¡Que viva la paz!
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