lunes, 16 de junio de 2014

Ganó la esperanza de paz en Colombia: Santos reelegido

La paz no es quietud, la paz es movimiento. Manos a la obra. ¡Sí se puede!
Por Nelson Lombana Silva


Aunque la abstención que estuvo bordeando el 52.13 por ciento, volvió ganar en la segunda vuelta para elegir presidente de la república de Colombia, ganó la esperanza de paz que late en millones y millones de colombianos y colombianas, que han padecido los estragos de la violencia estatal por algo más de cincuenta años.



Casi ocho millones de colombianos decidieron votar esencialmente por la paz y los diálogos que se vienen desarrollando en la Habana (Cuba) y los que eventualmente comenzarán en serio próximamente con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).


Los resultados reflejan de todas maneras la tendencia del pueblo colombiano  a poner fin a la guerra fratricida que la oligarquía generó para sostenerse en el poder en contra de los intereses populares del pueblo colombiano y que el presidente Juan Manuel Santos Calderón agarró como única bandera para su reelección. Esa fue su única carta de presentación del eximio representante de la alta burguesía, las transnacionales y las políticas imperiales de los Estados Unidos en nuestro país.


De alguna manera, la derecha le cerró el paso a la extrema derecha con la participación activa de la izquierda sobre la base de apoyar decididamente los diálogos con la insurgencia y la salida política al conflicto social y armado. La izquierda votó por la paz con sensatez y alto grado de responsabilidad.


El presidente reelecto al festejar su triunfo hizo énfasis en la propuesta de la paz, ojalá cumpla su palabra y se comprometa de verdad a sacar adelante este anhelo nacional. De alguna manera aceptó el contundente mandato por la paz. “Este es el fin del conflicto”, dijo. Señaló también que “se necesita valor para hacer la paz”. Llamó a una cruzada nacional. “Los invito – dijo – a apoyar la paz, los invito a la unidad por la paz”.


El desafío está planteado. La izquierda debe intensificar la lucha en la construcción del frente amplio por la paz con justicia social. Hay que insistir en la pedagogía por la paz, en la brega por cerrarle el paso no solo a los oportunistas, sino también a los fascistoides que al estilo Uribe insistirán en la violencia como única forma de hacer política. Hay que persistir no en la paz que sueña Santos y su patota, sino en la paz que anhela el pueblo colombiano en general. Es decir, una paz producto de la justicia social y producto de transformaciones reales a favor del país nacional del cual hablara Gaitán. Se ha ganado la batalla pero no la guerra.


Hay que persistir en la lucha por la defensa del medio ambiente, el rechazo a las multinacionales y transnacionales de la calaña de Anglo Gold Ashanti. Hay que insistir en la soberanía nacional y el rechazo a los Tratados de Libre Comercio, TLC. Hay que rechazar la corrupción y la burda explotación del hombre por el hombre; hay que apoyar la transparencia, la seguridad alimentaria y la política de empleo. Esas reformas reales son el verdadero rostro de la paz con justicia social, reformas que hay que ganar en la lucha callejera, en la movilización en la unidad del pueblo colombiano.


Por eso resulta de vital importancia la unidad de la izquierda en medio de su diversidad, la estructuración de la Central Unitaria de Trabajadores (Cut) para que sea lo que era antes: Clasista. Una central obrera realmente comprometida con los intereses de los trabajadores y los cambios urgentes que se necesitan dar en Colombia en los más diversos aspectos.


La paz no es quietud, la paz es movimiento. Manos a la obra. ¡Sí se puede!




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