lunes, 15 de abril de 2024

La Vorágine, literatura de denuncia

 

Imagen. I.E. José Eustasio Rivera – Neiva 

Por Nelson Lombana Silva

La insigne obra literaria “La Vorágine” del escritor huilense, José Eustasio Rivera, hace cien años fue publicada en Bogotá, dos años después, apareció la segunda edición corregida. Una obra literaria de denuncia por cuanto narra en grado sumo la explotación del caucho y de los obreros por parte de la casa peruana Arana. Relato crudo, desgarrador y directo que se convierte en una verdadera denuncia desde el corazón mágico de la literatura colombiana.

El autor

Para conocer la creación literaria y dimensionarla, hay que conocer un poco de su inventor. José Eustasio Rivera, era hijo de Eustasio Rivera y Catalina Salas. Estudio su bachillerato en tres colegios, dos de Neiva: Santa Librada y San Luis Gonzaga, y después, gracias a una beca terminó el bachillerato en la Normal Central de Bogotá.

En 1909, se trasladó a vivir a Ibagué (Tolima), trabajando como inspector escolar. En 1912, ingresa a la facultad de Derecho de la universidad Nacional, obteniendo el título de Doctor en Derecho y Ciencias Políticas, el 3 de marzo de 1917, trabajando simultáneamente como empleado del ministerio de Gobierno.

Al morir su padre, José Eustasio Rivera, fue designado secretario abogado de la Comisión Limítrofe Colombo-Venezolana, y el 19 de septiembre de 1922, viajó con esta comisión en una expedición que lo llevaría de nuevo a la selva fronteriza con su ciudad natal, conociendo de primera mano las condiciones miserables y deplorables de los colonos, totalmente abandonados por el gobierno central. El 18 de julio de 1923, el escritor opita, envió desde Manaus al ministro de Relaciones Exteriores sus férreas denuncias sobre las injusticias sociales y crímenes cometidos contra los colombianos en las fronteras.

El 12 de octubre de este año, regresó a Bogotá. Entre abril y mayo de 1924, luego de organizar una Junta Patriótica de Defensa Nacional en Neiva, se dedica a escribir artículos de denuncia en la prensa nacional. Narra en estos, la explotación extrema de que es víctima los colonos, especialmente por la casa peruana Arana con la complicidad e indiferencia del gobierno nacional.

Miembro comisión internacional

En 1925, es elegido miembro de la Comisión Investigadora de Relaciones Exteriores y de Colonización, publicando una serie de artículos en El Nuevo Tiempo de Bogotá bajo el título: “Falsos postulados nacionales”, en los que denuncia una vez más y con contundencia todo tipo de irregularidades, especialmente en la contratación del oleoducto Cartagena-Barrancabermeja, denunciando desde el presidente de la república, Pedro Nel Ospina hasta el exministro Estaban Jaramillo, generando, naturalmente, un gran tormenta política.

A finales de abril de 1928, después de representar a Colombia en el congreso internacional de inmigración y emigración de la Habana, el autor de la célebre novela La Vorágine, se marcha a Estados Unidos, radicándose en Nueva York, ya con un marcado reconocimiento como poeta, novelista, político y diplomático. Proyecta allí, hacer una nueva edición de la novela La Vorágine, hacer la traducción al inglés y negociar sus derechos de su adaptación al cine de esta novela, fracasando en este intento por cuanto fue radical en sus exigencias nacionalistas.

Enferma y muere en Nueva York

El 23 de noviembre de 1928, después de despedirse del piloto Méndez Rey en el aeropuerto que viajaba a Colombia, José Eustasio Rivera cayó enfermo, y debido a la gravedad de su estado de salud, el 27 de noviembre, fue traslado a la policlínica hospital de Nueva York en estado de coma, presentando convulsiones y síntomas de hemiplejía. El primero de diciembre murió a las 12:50.

No se tiene certeza del origen de la enfermedad que determinó su deceso, pero, se presume que haya padecido la Malaria Cerebral, adquirida durante la estadía en la selva. Antes, había sufrido varios episodios por esta causa.

Repatriado con honores que no tuvo en vida

El cuerpo embalsamado fue trasladado a Colombia, siendo sepultado el 9 de enero de 1929, en el cementerio Central de Bogotá, tras superar un trayecto de 39 días en distintos medios de transporte, recibiendo en cada puerto y pueblo por donde atravesó su féretro los homenajes que nunca recibió en vida.

Obra literaria

El maestro José Eustasio Rivera fue un escritor talentoso desde su juventud cuando estudiaba en el colegio. Se destacó en la escritura, especialmente en la poesía. Es autor de más de 168 poemas y sonetos de corte parnasiano, donde expresa con lucidez el amor y admiración por la naturaleza, los mejores forman parte de su extensa Oda a España, trabajo que ocupó el segundo lugar en los Juegos Florales de Tunja en 1910, obra que fue publicada en el periódico El Tropical de Ibagué en septiembre del mismo año.

También fue ampliamente elogiado por la Oda a San Mateo, que escribió en honor del héroe de la primera independencia, Antonio Ricaurte. Mientras estudiaba en la universidad, incursionó en la dramaturgia, escribiendo el drama Juan Gil. En 1921, se publicó el libro de sonetos “Tierra de Promisión”, alcanzando notoriedad.

En 1922, radicado en la población de Sogamoso comenzó a escribir la novela La Vorágine, que continuó mientras trabajaba en la comisión limítrofe colombo-venezolana. Fue publicada esta novela en 1924 en Bogotá, tras dos largos años de escritura y seis meses de corrección. En 1926, apareció la segunda edición corregida. Mientras esto ocurría, el escritor José Eustasio Rivera comenzaba a escribir su segunda novela intitulada: “La Mancha Negra”, obra que no fue publicada por cuanto en Nueva York perdió sus originales.

En 1943, en su pueblo natal, San Mateo, que era corregimiento del municipio de Neiva, fue elevado a municipio con el nombre de Rivera, en honor de este escritor, mediante ordenanza número 4 del 15 de mayo de 1943, por parte de la Asamblea Departamental del Huila.

Al cumplir cien años de publicada La Vorágine, el mejor homenaje es leerla o releerla, dimensionando el mundo mágico de la literatura y, desde luego, la denuncia que formula valientemente la obra, porque, quien no conoce la historia está condenado a repetirla, según Santillana.

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