jueves, 18 de abril de 2019

Maestro Calarcá publicará libro de caricaturas

Por Nelson Lombana Silva

El anuncio de que el artista Arlés Herrera, conocido universalmente como el maestro Calarcá publicará un libro de caricaturas, ha generado gran expectativa en la comunidad cultural y artística de los trazos y los “rayones” como el mismo Arlés Herrera lo manifiesta jocosamente durante el reportaje concedido en exclusiva para la página web: www.pacocol.org.


Haciendo alarde de su inmensa sencillez, el maestro nos recibió en su apartamento y durante una hora intercambiamos opiniones del acontecer nacional e internacional y de su arte maravilloso: La caricatura.

Es una persona formada políticamente que ha sido caricaturista del semanario VOZ La verdad del pueblo durante largos 60 años. Militante comunista tiene una visión clara de la realidad que vive el país y de las perspectivas que hay para sacarlo del laberinto en el cual lo tiene sumergido la burguesía y los Estados Unidos.





El lanzamiento del libro se llevará a cabo durante la Feria Internacional del Libro en Bogotá, exactamente el 2 de mayo, a partir de las 7:00 de la noche. Espera ver allí, a todos sus hermanos y hermanas de clase. Espera de los potenciales lectores, más que elogios críticas fundamentadas, señala.

Es decir, como Federico Nietzsche, el maestro Calarcá espera lectores y no “lectorcillos”. Seguramente como buen marxista y leninista, se inclina por el principio enunciado por Fidel Castro con motivo del primer congreso del Partido Comunista llevado a cabo en 1975, cuando dijo enfáticamente: “Siempre será mil veces preferible la autocrítica que la autocomplacencia”.

Considera que el libro es un medio de comunicación, una forma de interactuar con el pueblo manteniendo viva la dinámica unitaria y la esperanza de construir colectivamente una sociedad justa y humana, sin ricos exageradamente ricos, ni pobres exageradamente pobres.

Pero, ¿Quién es el Maestro Calarcá? Un artista de la caricatura de talla universal, que salió de la entraña de la tierra y con heroísmo alcanzó el estrellato, a partir de extenuantes esfuerzos y muchas privaciones. Un hombre humano, que no se avergüenza un ápice del pasado, cuando afirma que ante todo fue campesino y muchacho mandadero que tuvo por universidad la calle y el profundo espíritu de superación.

Es nacido en el municipio de Calarcá (Quindío), la tierra también del inmenso poeta premio Lenin, Luis Vidales. Escritor éste que fue más conocido internacionalmente que en Colombia por la única “razón” de haber sido Comunista hormonal, comunista de verdad.

Dialogar con el maestro Arlés Herrera es todo un deleite. Una persona culta, decente, estructurada y tímida. Un artista visionario, un hombre de carne y hueso que cree en la ciencia y en el futuro de la humanidad en el socialismo. Un hombre ignorado por la crítica burguesa, pero consagrado por millones y millones de seres humanos que han tenido la oportunidad de estudiar y analizar sus más de 4000 caricaturas que hoy van de mano en mano por el planeta tierra.

Anunció su visita a Ibagué en el marco de la Feria del Libro que se realizará en Ibagué. Viene con toda. Siempre con su sencillez, característica tan propia de los grandes. También el Libro será lanzado en España y en Méjico, entre otros países programados hasta ahora.

El ameno reportaje concedido, en presencia del presidente de la Corporación de Escritores del Tolima (CORPOESTOL), Gustavo Prada Fernández, es el siguiente:  

-         Lanza su libro, quizás uno de los libros más esperados por quienes lo admiramos tanto. ¿Qué lo anima?

Bueno… Qué digo yo… ¿Qué me anima?, qué cosa tan verraca pues. (Risas). Un libro tiene como finalidad comunicarnos con nuestros congéneres, con nuestra gente. Esa es la tarea de un libro. Un lenguaje que nos permite comunicarnos y decir a través del libro cosas y también la gente opinará cosas sobre el libro. Me interesa la opinión y buenas críticas en el sentido que diga: Eso está muy malo, tiene que mejorar, compañero.

-         ¿Qué características tiene este libro que será lanzado oficialmente el 2 de mayo en Bogotá?

Primero que todo está muy centrado en primera instancia al abrir las páginas a la mujer. Quienes prologan el libro, son mujeres, en primera instancia. Está la compañera, profesora, historiadora, catedrática de la universidad de la UIS, Ivonne Suárez. Sigue Helena Ospina, una de las grandes ilustradoras y caricaturistas de Colombia, reconocida internacionalmente; sigue también Adriana Mosquera Nani, que saca la tira gráfica en El Espectador, Magola. Y, dos alumnas del Quindío: Angélica Aristizábal y Melisa Baena de Calarcá.

Cada página que ellas han dedicado al libro, en el cual hacen referencia a mi persona o a mi trabajo, está acompañada con una imagen de una mujer de la mitología indígena ancestral colombiana, como Huitaca, Tena, Chía… en fin: Las mujeres están en primer plano en el libro.

El libro es como la ventana aquella que abrimos cuando estamos en el campo, que al amanecer abrimos la ventana y vemos lucecitas y en la lejanía a través de la montaña, aparece el sol iluminando el cielo. Creo que los libros hacen eso cuando se abren. Abren la mente e imaginamos cosas y nos dan una luz de esperanza. Puede ser.

-         ¿Cuál fue ese “motorcito” que lo llevó a lanzar una partecita ínfima de su ubérrima producción artística y cultural? 
Qué le digo. El deseo de comunicarme con los compañeros y compañeras, amigos, amigas. Es decir: Simplemente comunicarme a través de la imagen y mostrar lo que hemos pensado durante ya seis décadas de trabajo, sobre todo en la caricatura de opinión política, en el cual registro, modestamente, ciertos momentos cruciales de la vida política del país, algunas cosas muy dolorosas, por cierto, como ha sido la actividad del paramilitarismo, que ha hecho desangrar mucho a este pueblo con su brutalidad, y, la política del gobierno siempre al servicio de intereses ajenos al pueblo. En ese sentido es que las caricaturas que hago trato de registrar gráficamente estos dolorosos acontecimientos contra el pueblo colombiano.

-         Un caricaturista tan prolífero como usted, ¿Cómo hizo para seleccionar las obras que aparecerán en este libro?

Eso ha sido bastante difícil, porque el volumen de caricaturas supera las cuatro mil y para escoger 600, fue todo un problema. Se hizo lo que se pudo, porque se trabajó contra el tiempo. Pero bueno, tengo unos compañeros: Javier Hoyos, periodista, gestor cultural, presidente del colegio nacional de periodistas y su hija, fueron pilares para que el libro se pudiera hacer y ayudar a seleccionar y armar la idea del libro.

-         ¿Cuándo y en dónde será el lanzamiento oficial de esta obra que seguramente será una novedad mundial? 

Está definido que su lanzamiento será el 2 de mayo en la Feria Internacional del Libro en Bogotá, en el pabellón Ecopetrol, sala de conferencias, a las siete de la noche. Estamos invitando para que me acompañen a tomar aguardiente y celebrar este acontecimiento.

-         ¿Cómo proyecta usted el lanzamiento de este libro?

Son todas las invitaciones a los paisanos. Me hubiera gustado que vinieran del exterior, pero no hay plata para eso. Basta con que asistan mis compañeros, mis camaradas, amigos, amigas, con eso me sentiré feliz. Además, algo especial: Para esta fecha estoy cumpliendo 85 años; espero una lluvia no de sobres, porque no me gusta ese detalle, pero sí una lluvia de aguardiente. (Risas).

-         Maestro, ¿El lanzamiento también se hará en otros sitios posteriormente?

Se está organizando esta parte. Me han dicho los tolimenses que se hará en la ciudad de Ibagué y desde luego, en otras secciones del país ya está previsto. Es más: Fuera de Colombia está previsto en Alcalá Henares (España), en la universidad de Alcalá y en el Museo Zapata de Méjico y estamos mirando otros espacios para presentar el libro. Hay una cosa que me llamó la atención y es interesante: Un escritor norteamericano: John Lent, ha escrito para el libro. Nos conocimos en el festival mundial de la caricatura en Rio Negro, Medellín y en Cali. Él es un investigador de la caricatura en el mundo entero. Ha estado en países muy lejanos del sur de África, buscando los artistas de la historieta gráfica y la caricatura; es un historiador monumental en el campo también de este género de la caricatura y la historieta. Ha escrito unas palabras interesantes para mi libro. El hecho de que sea norteamericano que se preocupe por lo que se está haciendo en lo que ellos llaman: “Patio Trasero”, no digo él, sino el gobierno norteamericano, qué están haciendo los trabajadores de la cultura en el campo gráfico, me parece interesante.

-         Maestro Calarcá, ¿Cómo entiende usted este mundo mágico de la caricatura?

Se han dicho tantas cosas sobre esto, pero bueno, se entiende que es un lenguaje que me permite conversar con la gente, expresar una opinión y las personas que la leen, pues también tienen diferentes interpretaciones sobre lo que uno está diciendo. Es importante. A veces uno quiere decir una cosa y la gente lee otra cosa, no obstante, sigue siendo una manera de comunicarnos a través del dibujo y tiene gran validez que ha sido el primer lenguaje que la humanidad utilizó a través de los gráficos, de los rayones, por decirlo de alguna manera, en las escuelas de Altamira y Chiribiquete que tiene dos millones de dibujos. Chiribiquete aquí en el Caquetá.  

-         ¿Cuántos años metidos en la caricatura?

¡Uf! Del siglo pasado. Cerca de seis décadas. Cerca de 60 años. Y aquí estoy.

-         ¿Cómo encontró ese mundo mágico de la caricatura?

Eso tiene un poco de antecedentes. Primeramente yo fui del campo, fui sembrador de yuca, arracacha, recogedor de café, limpiar cafetales, hacer mandados y todas estas cosas. Después, por fortuna podría decir, una tía me sacó del campo y me llevó a una ciudad llamada Palmira (Valle), tendría más o menos doce años.

También fui ayudante de arriería de mi papá. En Palmira fui ayudante de panadería; después entre a estudiar a la escuela Olaya Herrera en Cali, allí fui lo que se suele llamar: Guipa. Guipa era un mandadero. Hacía mandados a mi tía que tenía que tenía desde luego un restaurante que se llamaba: Asistencia en aquella época. El restaurante familiar. Ella tenía un marido que era zapatero, guarnecedor en este caso, trajo ese señor todos los zapateros de una fábrica de zapatería, llamada: Esperanza. El dueño era un señor alemán judío que había huido de la masacre hecha en Alemania. El administrador de esa fábrica era un español republicano.

Claro, cuando se reunían los zapateros en la Asistencia a almorzar, había la charla política y el español, desde luego con su vocabulario bastante alto de tono, hablaba del problema y de los problemas políticos, hablaba de España; se refería a la iglesia y al Papa de una manera bastante dura, casi mata a mi abuela de un infarto porque se expresaba bastante fuerte contra el Papa Pío XII, que era fascista, le había regalado una espada a Franco, qué se yo.

Yo escuchando al señor español, no me molestaba que insultara la iglesia, a los curas y toda esa clientela. Me llamaba la atención, ya tenía espíritu para ser “sectario” (Risas).

En esta familia, mi familia, había la costumbre de leer en voz alta. Se leía a Vargas Vila, los escritos del Indio Uribe, La María y nosotros llorábamos escuchando la lectura de la novela La María de Jorge Isaac. Se leía también a Huasipungo, novela famosa ecuatoriana del escritor Jorge Icaza, que era secretario del Partido Comunista. Una bella novela de la tragedia de los indígenas. Oía también la lectura de los Carbonarios, una novela que tenía que ver con la etapa pre revolucionaria de la revolución francesa.

Todo eso me fue marcando. Después los discursos de Jorge Eliécer Gaitán. Todo eso me fue marcando. Estaba estudiando en el colegio, después entré a estudiar en un taller de pintura. Algo aprendí, interesante de todas maneras.

Después me vine para Bogotá y en Bogotá, en la casa sindical, que quedaba en la carrera 8ª con calle 1ª o calle 2ª, en las Cruces; era la primera casa sindical que se llamaba: QUAS, era la sigla. Allí, se aglutinaba el movimiento obrero, los compañeros que habían salido de la etapa de la clandestinidad que Gustavo Rojas Pinilla había confinado al Partido Comunista.

Allí, comencé a escuchar charlas, conferencias importantes que me fueron ubicando más claramente en tener una posición de clase, tener claro a donde pertenecía. Después recibí una carta de afiliación al Partido Comunista y me afilié. En aquel momento, me tocó por fortuna, militar en primera instancia con el compañero Álvaro Vásquez del Real, con otros compañeros que eran abogados. Era un organismo celular donde había elementos de buena cultura. Ese me fue formando rápidamente, en cierta medida, comprendiendo más el mundo en el que me estaba moviendo. Seguí siendo comunista. Después haciendo retratos de los dirigentes… y bueno… aquí estoy…

-         ¿Cuántos años lleva trabajando en el semanario VOZ La verdad del pueblo?

También cerca de 60 años.  Oficialmente desde 1962, 63. Oficialmente. Antes yo estaba haciendo dibujo. El primer dibujo que yo hice y que gustó mucho, modestia aparte, fue el de Julián Grimau, dirigente español que fue tirado por la ventana en la época de Franco. Era comunista.

Escribió una página muy bella que dice: “Si mil veces naciera, mil veces sería comunista”. Ese artículo lo escribió en la cárcel y a mí me conmovió. Vino un camarada español y quisimos regalarle un retrato de Julián Grimau, me lo encargaron a mí. Ese fue uno de los primeros retratos que hice. Me dio chance para que me reconocieran como retratista. Comencé a hacer retratos: Fidel Castro, Lenin, Marx, en fin… de todos estos personajes y aquí estoy.

-         Usted ha viajado por muchos países del mundo con este arte de la literatura…

Desde luego sí, porque finalmente mi nombre no de pila, pero el que más me gusta presentarme es: Calarcá. El nombre del cacique Pijao, figura emblemática de nuestra cultura, desde la resistencia desde la invasión de los españoles.

Ya al presentarme como Calarcá, es una manera de presentarme con identidad nacional, latinoamericana o indio latinoamericana, puede ser. Desde luego, donde he llegado como Bielorrusia, Rusia, lo que se llamó Unión Soviética, hasta Afganistán fui, mejor, me llevaron a pasear. Siempre hablé de mis ancestros, de los ancestros culturales nuestros, cosa que para ellos era maravilloso escuchar otro cuento, otra historia.

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