Foto: Kienyke |
Por Agamenón
Un nueve de abril de 1948, era asesinado en Bogotá el caudillo popular, Jorge Eliécer Gaitán Ayala, a manos del servicio de inteligencia de Estados Unidos CIA, en contubernio con la oligarquía liberal-conservadora.
El anuncio de Gaitán de luchar por el pueblo humilde, desamparado y explotado por la rancia oligarquía, le costó la vida en el centro de la capital de la república. El abominable crimen, originó la profundización de la violencia en toda la nación, por cuanto los jefes nacionales de los dos partidos tradicionales, se unieron alrededor del plan siniestro de enfrentar al pueblo humilde liberal contra el pueblo humilde conservador, mientras ellos, departían plácidamente en el exterior y más adelante, alrededor del esperpento llamado: “Frente Nacional”.
Los historiadores hablan de 300 mil compatriotas asesinados en lo que se dio en llamar: “La violencia en Colombia”. Hechos horripilantes inundaron los campos y las calles del considerado país del sagrado corazón de Jesús. Esa oligarquía que había asesinado al general Rafael Uribe Uribe en las escalinatas del palacio de Nariño a pura hacha, ahora se ensañaba contra el líder popular Jorge Eliécer Gaitán Ayala.
76 años después, llega a la presidencia de la república un hombre de la entraña del pueblo: Gustavo Petro Urrego. El mismo que odia la oligarquía, ignora el poder corporativo mediático y amenaza el imperialismo de Estados Unidos.
Como Gaitán, también Petro está en la mira para ser asesinado, todos los indicios así lo indican. Solo la unidad y la movilización del pueblo pueden detener este magnicidio que al parecer se planea en los altos clubes de la oligarquía con la complacencia seguramente de los Estados Unidos. La tal Cabal, lo dijo: “El objetivo es que Petro no termine su mandato”.
Esa es la razón fundamental de la movilización nacional que hoy vive Colombia con la fe del carbonero. El pueblo debe movilizarse y radicalizar el respaldo al Gobierno del Cambio, detener el neofascismo que encarna el Centro Democrático y, desde luego, un golpe de estado blando como se viene cocinando hace rato, no tan solapadamente.
El pueblo colombiano no puede dejar malograr esta oportunidad histórica, debe hacer esfuerzos por sostener y profundizar el proceso, para lo cual debe deponer todo sentimiento de sectarismo y grupismo y abrirse a concretar la más amplia convergencia popular nacional capaz de hacer irreversible el proceso en marcha. El momento exige grandeza y decisión política consolidada alrededor de un proyecto que ha comenzado Petro y Francia Márquez y que hay que robustecer y profundizar.
El proceso en marcha no se desarrolla con declaraciones mezquinas, sectarias y grupistas desconociendo el esfuerzo de los cuadros que hoy tienen una enorme responsabilidad en las distintas curules o altos cargos del gobierno nacional. Eso no suma. Por el contrario, resta y nos coloca a la cola del proceso unitario. El Tolima no puede resignarse a ser el último en entender que la única salida para sostener y profundizar los cambios que necesita el pueblo y que están en marcha, es la unidad, porque no hay otro camino.
Hay que construir en la diversidad con decisión y espíritu clasista, dejando a la vera del camino a los oportunistas que solo los anima el interés personalista.
Así, pues, por la memoria del caudillo popular vilmente asesinado el 9 de abril de 1948, Jorge Eliécer Gaitán Ayala y el proceso democrático y revolucionario que se está dando actualmente con Gustavo Petro Urrego y Francia Márquez, todos y todas a la calle hoy, a redoblar la vigilancia revolucionaria y a ratificar el respaldo al presidente de la república y su programa. Ahí, nos veremos.
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