Por Nelson Lombana Silva
En el marco del séptimo Congreso Nacional de la Unión Patriótica (Up), realizado en Bogotá y que fue clausurado ayer, se lanzó la precandidatura presidencial de Gustavo Petro Urrego. La audaz decisión de esta organización política de izquierda, enciende de esta manera el partidor automático hacia la casa de Nariño, en sustitución del endeble y mafioso presidente, Iván Duque Márquez. De igual manera, el catarro político prende motores en el país y en las distintas regiones de la martirizada Colombia, sacudida por la violencia, el terrorismo de Estado, el narcotráfico y la pérdida de soberanía nacional.
El ex candidato presidencial de la Colombia Humana – Unión Patriótica, al clausurar las sesiones del séptimo congreso, aceptó la nominación y propuso de entrada una profunda discusión desde las entrañas del pueblo para definir finalmente una candidatura unitaria y de verdadera convergencia nacional sobre temas claros, precisos y concretos. Propuso la creación de un bloque y un pacto histórico, sin exclusiones de ninguna naturaleza.
Hay que recordar que el senador Iván Cepeda Castro, también había propuesto la candidatura presidencial del dirigente nacional, de hondo arraigo popular en todo el país: Gustavo Petro Urrego.
Petro Urrego, planteó la necesidad de fortalecer la bancada en el parlamento colombiano. Es la primera batalla que hay que librar. En ese sentido propuso que esta sea definida fundamentalmente por el pueblo y cuente con una amplia participación femenina.
La declaración política señala en uno de sus acápites, que el séptimo congreso “decide respaldar la precandidatura de Gustavo Petro Urrego, a la presidencia de la República de Colombia, en el marco de la alianza político electoral de carácter programático existente con la Colombia humana y el compromiso con los siguientes contenidos: La defensa de la vida y el acuerdo de paz; la reactivación económica, la defensa del empleo y el trabajo digno; la des mercantilización de los derechos sociales y la defensa de lo público; la preservación de los recursos naturales y el medio ambiente; la apertura democrática y el fortalecimiento de la participación popular; la defensa de la soberanía nacional y el impulso de la integración latinoamericana y caribeña como zona de paz”.
La expectativa de esta candidatura presidencial reverdece la esperanza del pueblo humilde y desamparado, consuetudinariamente engañado y explotado por esta rancia y descompuesta oligarquía colombiana. Es hora de emprender la campaña en barrios y veredas de Colombia con decisión y la fe del carbonero. Ese mismo recorrido de persistencia lo hizo en su momento el carismático presidente asesinado por la CIA en Chile: Salvador Allende. “La constancia vence lo que la dicha no alcanza”, dice el adagio popular. Manos a la obra.
El ex candidato presidencial de la Colombia Humana – Unión Patriótica, al clausurar las sesiones del séptimo congreso, aceptó la nominación y propuso de entrada una profunda discusión desde las entrañas del pueblo para definir finalmente una candidatura unitaria y de verdadera convergencia nacional sobre temas claros, precisos y concretos. Propuso la creación de un bloque y un pacto histórico, sin exclusiones de ninguna naturaleza.
Hay que recordar que el senador Iván Cepeda Castro, también había propuesto la candidatura presidencial del dirigente nacional, de hondo arraigo popular en todo el país: Gustavo Petro Urrego.
Petro Urrego, planteó la necesidad de fortalecer la bancada en el parlamento colombiano. Es la primera batalla que hay que librar. En ese sentido propuso que esta sea definida fundamentalmente por el pueblo y cuente con una amplia participación femenina.
La declaración política señala en uno de sus acápites, que el séptimo congreso “decide respaldar la precandidatura de Gustavo Petro Urrego, a la presidencia de la República de Colombia, en el marco de la alianza político electoral de carácter programático existente con la Colombia humana y el compromiso con los siguientes contenidos: La defensa de la vida y el acuerdo de paz; la reactivación económica, la defensa del empleo y el trabajo digno; la des mercantilización de los derechos sociales y la defensa de lo público; la preservación de los recursos naturales y el medio ambiente; la apertura democrática y el fortalecimiento de la participación popular; la defensa de la soberanía nacional y el impulso de la integración latinoamericana y caribeña como zona de paz”.
La expectativa de esta candidatura presidencial reverdece la esperanza del pueblo humilde y desamparado, consuetudinariamente engañado y explotado por esta rancia y descompuesta oligarquía colombiana. Es hora de emprender la campaña en barrios y veredas de Colombia con decisión y la fe del carbonero. Ese mismo recorrido de persistencia lo hizo en su momento el carismático presidente asesinado por la CIA en Chile: Salvador Allende. “La constancia vence lo que la dicha no alcanza”, dice el adagio popular. Manos a la obra.
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